Brasil: la importancia de la huelga general de los trabajadores del Correo

Foto: Luiz Rocha / LPS / Medios ninja

La huelga general por tiempo indefinido que han iniciado el 17 de agosto cerca de 100 mil trabajadores de la Empresa Correos Estatal (ECE) ha entrado en su segunda semana.

El Estado-patrón ha desconocido en forma bolsonarista-provocadora el Convenio Colectivo de Trabajo de los trabajadores del Correo y los ha asimilado a lo que sería la ley de Contrato de Trabajo general (Consolidación de Leyes Laborales, CLT). Lo que significa pérdidas salariales y de numerosas conquistas conseguidas en años de lucha. También habilita en forma abierta a una mayor precarización laboral (subcontratación de carteros, etc.). El objetivo del gobierno no es solo reducir salarios y conquistas, sino disminuir dotaciones de personal y avanzar abiertamente en la privatización de la ECE.

Uno de los ejes fundamentales de la política del presidente Bolsonaro es su unión con el liberal ministro de Economía, Paulo Guedes. Este se propone poner en marcha un vasto operativo de privatizaciones de importantes empresas estatales en beneficio del gran capital financiero.

Detrás de la ECE se plantea una hoja de ruta de numerosas privatizaciones (Petrobras, Electobras, Caixa Economica Federal, etc.). Incluso se informa de que ya hay una consultora internacional (Accenture) que se reúne en las oficinas gubernamentales planificando los desguaces necesarios de la ECE para mejor poder entregar esta empresa estatal. Es de señalar que a pesar de la campaña en contra de los medios de prensa portavoces del gran capital, ECE es una empresa superavitaria. El poderoso diario O Globo ha editorializado contra la huelga, planteando que su continuidad “refuerza la necesidad de privatización”.

Derrotar la huelga de los trabajadores del Correo es, para el gobierno, fundamental. Los trabajadores argentinos tenemos una experiencia similar sucedida bajo el gobierno de Menem que se plantó como el gran privatizador-entregador de las empresas estatales. Hace 30 años, ante el anuncio de la privatización de la empresa telefónica estatal (Entel) los trabajadores telefónicos fueron a la huelga general por tiempo indeterminado. Después de casi 2 meses de paro y movilizaciones, resistiendo la intervención militar, etc. la huelga fue quebrada por la traición de la burocracia sindical enfeudada políticamente al peronista Menem (de ahí se constituyó una fuerte oposición combativa que en la época del Argentinazo terminó de desplazar a la burocracia entreguista de Foetra, el sindicato telefónico). Detrás de la derrota de la huelga telefónica, el gobierno avanzó a privatizar la empresa estatal petrolífera (YPF), concesionar los Ferrocarriles, el Subte, el puerto, el Correo, etc., etc. Muchas de estas privatizaciones fueron enfrentadas con grandes huelgas, pero todas aisladas unas de otras. La CGT y las propias direcciones sindicales de esos gremios fueron siendo compradas, entregando esas luchas. En ningún momento la central obrera unificó en un torrente la potente fuerza de los trabajadores de las empresas estatales y del conjunto del movimiento obrero.

¿Eso está pasando ahora en Brasil? ¿Dónde está la CUT enfeudada al PT de Lula? ¿Por qué la CUT y las otras centrales obreras no convocan a un paro general, con marchas y piquetes? El gobierno Bolsonaro no podría resistir semejante oposición.

Objetivamente, la pasividad de la CUT está entregando esta lucha, que en este momento depende casi exclusivamente de los propios trabajadores y las direcciones combativas de este gremio.

No existe una sola organización sindical de los trabajadores del Correo. Hay 3 federaciones y una veintena de sindicatos autónomos. Todos han convocado al paro pero en algunos grandes centros como San Pablo o Rio, el paro no es total. Son sindicatos dirigidos por burocracias que ya en el pasado han entregado luchas de los trabajadores. En otros centros, como Belo Horizonte, los huelguistas dirigidos por una dirección combativa, no solo se mantienen firmes, sino que manifiestan en las calles y van generando corrientes de apoyo entre el pueblo y trabajadores de otros gremios.

Un triunfo de la huelga de Correos haría saltar por el aire a Bolsonaro, su política fascistoide y su régimen. Mucho más que las decenas de papeles presentados por los “frentes amplios” y sectores de la izquierda, para que el parlamento inicie un juicio político (impeachment) a Bolsonaro.

Una derrota ensoberbecerá al presidente facho y lo llevará a iniciar el ataque antiobrero y privatista contra otro sector sindical. Y así ir aislando al movimiento obrero dividido en rodajas.

Es necesario rodear de todo el apoyo necesario a la gran huelga. Organizar piquetes para los grandes centros donde el paro es desigual. Plantear que la huelga no se levanta, si no es a través de un plenario nacional con delegados elegidos y mandatados por asambleas de base de cada zona. Y reclamar (y organizar) que la CUT y todas las centrales obreras convoquen a un paro general en apoyo a la huelga general del Correo, contra la reforma laboral antiobrera y contra las privatizaciones.