Internacionales

25/10/2021

Brasil: la movilización del 15N por “Fora Bolsonaro” no debe ser levantada

Hace pocos días corrió la versión que el superministro de Economía del gobierno de Jair Bolsonaro, Paulo Guedes, había presentado la renuncia. Después de horas de incertidumbre, esto fue desmentido por una conferencia conjunta de ambas figuras. Los que terminaron renunciando fueron cuatro secretarios de Economía, de la mayor importancia.

La crisis de gabinete, duramente contenida, se debe a que la crisis social está golpeando la estructura política del país. En los últimos días se han mostrado videos donde grupos de desocupados se peleaban en la puerta de supermercados para ver quién era el privilegiado que podía extraer algo de comida de la basura. Unos 20 millones de brasileros directamente casi no comen. Y otros 150 millones están sub alimentados. Las veredas de las grandes metrópolis están llenas de homeless sin techo. La inflación se está disparando. El ingreso medio cayó 10% el último año y medio. Pero, el de los más pobres retrocedió 2,5% más.

Esto ha llevado a que el propio Bolsonaro planteara un subsidio para 16 millones de desocupados de 400 reales, a partir de noviembre próximo. Esto, que se viene “estudiando” hace meses, estaba bloqueado por la legislación “constitucional” que coloca un techo, prohibiendo gastar más de lo que se había presupuestado en el año para ese rubro. Pieza clave –“votada” por el gobierno golpista de Temer y continuada por Bolsonaro- para “ajustar” todos los rubros sociales (Educación, Salud, Previsional, etc.). El presidente fascistoide quitó a fin del 2020 subsidios a los desocupados -lo que aceleró el deterioro social- aduciendo que se iniciaba la reactivación. Pero esta es muy lenta (incluso un mes volvió a caer el PBI) y los pocos “nuevos” trabajos están altamente precarizados. Las encuestas de opinión hablan de un fuerte desprestigio de Bolsonaro y de que si hoy se hicieran las elecciones presidenciales programadas para el 2022, perdería.

Probablemente, la reciente elección argentina, donde el peronismo gobernante cayó estrepitosamente en los votos, producto directo de la bronca social por el “ajuste” fondomonetarista que viene impulsando, decidió a Bolsonaro romper con la regla que había defendido a viento y marea. Como dice el refrán popular: “cuando veas las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar”.

La versión de la renuncia de Guedes (y la efectiva renuncia de sus principales colaboradores) produjo de inmediato una fuerte reacción de los “mercados”: la bolsa cayó 3% y el real se devaluó 2%.

El gran capital teme que se abandone la política de “reformas” y “ajustes”. Junto con la presión de los desocupados (“los más frágiles”, los llama Guedes), está el fuerte reclamo de los camioneros. Las naftas aumentaron casi 40% en un año. En septiembre último, el aumento fue del 9%. La causa de estos aumentos es la política de precios que el gobierno ha autorizado a Petrobras. El cálculo se rige por el precio internacional (que está en aumento constante), al que se suma el hipotético gasto de importación. Pero el petróleo no se importa en Brasil, se lo produce localmente, a costos más bajos. El gobierno garantiza así superganancias a los accionistas privados de Petrobras.

La amenaza de paro de los camioneros para el 1° de noviembre, pidiendo reducción del precio de los combustibles ha obligado a Bolsonaro a prometer un bono de 400 reales para 750 mil camioneros. Este bono por única vez, les resulta irrisorio y estarían manteniendo el paro del 1° de noviembre. Es una medida desesperada de Bolsonaro para no disminuir, ni congelar, los precios de Petrobras. Es lo que prometió Guedes la semana pasada en la reunión que mantuvo con los grupos financieros en Nueva York.

Ajuste y privatizaciones

La continuidad del plan de “reformas y ajuste” de Bolsonaro-Guedes aparece –en el marco de la crisis capitalista mundial que no termina de ser superada- como crecientemente inviable.

Ya en octubre del año pasado, hubo una crisis similar con el ministerio de Economía: renunciaron los secretarios de Privatizaciones y el de Desburocratización, acusando que estas estaban empantanadas, que no marchaban. Días antes de la actual crisis, Guedes declaró que si bien iban lentas las privatizaciones, ahora se iban a acelerar con el ingreso a la entrega directa del Correo y Electrobras (ver artículo en Prensa Obrera sobre el desmembramiento de Petrobras). Pero ahora se lesionó otra pata de su plan: el del “ajuste” para disminuir el déficit fiscal y seguir pagando la deuda pública.

Algo que todavía está “marchando” es el ataque a los salarios y conquistas de los trabajadores. No solo se ha aprobado en la Cámara de Diputados (y ha pasado al Senado) el proyecto que termina con la estabilidad laboral y buena parte de sus conquistas sindicales de gran parte de los trabajadores públicos nacionales (se autoriza a tomar nuevos trabajadores con salarios más bajos y precarizados), sino que hay una verdadera competencia entre bolsonaristas y “opositores” burgueses “antibolsonaristas”. El gobernador del megaestado de San Pablo, João Doria, viene de aprobar una reforma laboral propia (la segunda desde el golpe de Michel Temer) contra los trabajadores provinciales y municipales (aumenta en cinco años la edad de retiro para jubilarse, quita licencias laborales que estaban incorporadas en los Convenios Colectivos de Trabajo, etc.). Doria apoyó el ascenso de Bolsonaro en su momento y ahora aparece como un candidato a formar una tercer lista (ni Bolsonaro, ni Lula) para las próximas elecciones. No hay grieta en el afán de que la crisis sea descargada sobre los trabajadores.

El movimiento obrero

Los gobiernos y las patronales se envalentonan porque cuentan con la parálisis colaboracionista de las burocracias de los sindicatos y de las centrales obreras que se subordinan políticamente al PT, Lula y el “frente amplio”) que este está armando con vistas a las elecciones de octubre 2022.

Han venido estallando algunas huelgas (General Motors de San Cayetano, trabajadores provinciales y municipales de San Pablo, etc.) pero estas quedan aisladas. Con las burocracias que las “apoyan” verborrágicamente, pero no adoptan un plan de lucha nacional para hundir estos ataques.

El fin de semana pasado, la principal central obrera, la CUT, dirigida por una burocracia directamente entrelazada con el PT y Lula, viene de realizar su 16° Plenario Nacional con la “participación” (por zoom) de 950 delegados de los sindicatos. El objetivo declarado era definir una “nueva estrategia” para la CUT.

“La defensa de la vida fue incluida como bandera prioritaria de la central sindical más grande de América Latina”, dice el comunicado oficial. Pero ¿de qué vida nos habla para el trabajador? ¿con bajos salarios, pérdida de conquistas y una precariedad laboral en muchos casos de semi esclavitud?

“Hay un nuevo escenario en el mundo del trabajo en la pos pandemia y con el avance de las tecnologías”, dijo el dirigente de la CUT que presento el informe central. “El nuevo modelo organizativo del movimiento sindical”, fue el tema central del Pleno Nacional de la CUT. “Nuestra tarea en esta reunión es pensar en este nuevo modelo organizativo, no podemos utilizar los mismos métodos del siglo pasado”, dijo.

Entre las medidas más importantes del “nuevo modelo” del sindicalismo está –en el plano organizativo- la creación de una red nacional de comunicación de la CUT para “enfrentar al fascismo de manera organizada y con argumentos efectivos”. El objetivo fijado por el Pleno de la CUT (porque se fijaron objetivos) es el de armar “6.000 brigadas” con “60.000 brigadistas” de la CUT. Sin desmerecer la lucha ideológica y de argumentos (en esta oportunidad subordinada a la campaña electoral por el PT para las elecciones del 2022), lo que la clase obrera necesita es un plan de lucha consecuente y continuado hasta llegar a la huelga general para enfrentar y derrotar los ataques de Bolsonaro, de los Doria y las patronales. El gobierno Bolsonaro se sostiene con su política de ofensiva contra las masas trabajadoras, principalmente porque las organizaciones sindicales de masas no juegan ningún rol de oposición activa, de lucha contra estos ataques. La fuerza social de la lucha de los trabajadores, los campesinos, estudiantes, indígenas, camioneros (para lo que hay que plantear la retracción de los aumentos de los combustibles) haría volar por el aire el edificio de la prepotencia bolsonarista. Se trata de la vieja lucha de clases, de recuperar los viejos métodos de paro y asamblea.

Los trabajadores del gas de San Pablo están en una renovación de convenio. Piden aumento de salarios: 10,42% de recuperación por la inflación, más un 3% de aumento real y la renuncia de la patronal a su declarada intención de quitar conquistas (bonificación por antigüedad, etc.). La patronal ha contrapropuesto solo el 8% y mantener la poda de reivindicaciones que figuran en los convenios. Frente a ello, la dirección burocrática del sindicato propone… buscar “la mediación” del Tribunal Regional del Trabajo. Declara que no va al paro para no afectar la estratégica distribución del gas. ¿Está solo dispuesta a hacer paro si no afecta los intereses patronales, ni de gobernabilidad? Volvamos a los viejos –y garantizados- métodos de lucha: ¡paro y asamblea!

El movimiento obrero de Brasil necesita ser reconstituido en términos clasistas, rompiendo con el colaboracionismo de las burocracias sindicales. Es necesario reclamar un real congreso de bases, con delegados elegidos y mandatados por asambleas, de la CUT y demás centrales para definir un pliego de reclamos nacional y votar un plan de lucha para imponerlo.

En su lugar, la CUT y el PT habrían resuelto en acuerdo con otras burocracias, levantar la jornada nacional de lucha convocada para el 15 de noviembre bajo la campaña del Fora Bolsonaro. Este tipo de jornadas estaría espantando –dicen- a sectores burgueses opositores con los que quiere constituir el frente amplio para las elecciones del 2022. En su lugar, se afirma, convocarían a un “plenario” para que participen estas dirigencias burguesas opositoras.

Reemplazan movilizaciones (incluso restringidas e inconsecuentes) como la convocada para el 15 de noviembre, por “plenarios” frentepopulistas antibolsonaristas.

El polo socialista revolucionario

Hace 10 días se realizó un Plenario Nacional (por zoom), con la asistencia de 1.400 compañeros, para poner en pie un Frente Socialista Revolucionario, promovido por el PSTU y apoyado por organizaciones de izquierda (MRT, etc.) y numerosos dirigentes sindicales combativos. Se propuso reagrupar a la clase obrera en torno a un planteamiento de independencia política. Es un paso adelante que puede ser importante. Este Frente Socialista Revolucionario debiera debutar poniéndose a la cabeza de una fuerte agitación (y en la medida de lo posible de organización) por el mantenimiento de la jornada nacional del 15 de noviembre, por un plan de lucha nacional, por la ruptura de la CUT y las organizaciones obreras de su subordinación política a los partidos y frentes populares.