Chad: crisis política y militar en el “patio trasero” de Francia

La muerte del presidente Déby y las perspectivas que se abren.

La caída en combate del presidente chadiano Idriss Déby, un aliado clave del imperialismo francés en la región, ha abierto una crisis política de magnitudes impredecibles. El fallecimiento ocurrió mientras guerreaba al mando de las tropas del Ejército local contra el Frente para la Alternancia y la Concordia de Chad (FACT), un grupo armado que opera desde Libia. El hecho ocurrió apenas 24 horas antes de que se oficializara el resultado que lo dio por vencedor, con un 79% de los votos, en las amañadas elecciones presidenciales que tuvieron lugar el 11 de abril. Esto le hubiese permitido al mandatario ostentar el cargo de presidente por sexta vez -hasta 2033-, gracias a las dos reformas constitucionales que impulsó en 2005 y 2018, consolidando un régimen autoritario de características personales. El proceso electoral estuvo signado por intensas protestas contra el continuismo presidencial y, asimismo, por un recrudecimiento de la represión y la persecución política, lo que llevó incluso a que muchos candidatos se retiraran de la contienda.

El fallecimiento de Déby ocurrió en el contexto de los diversos choques bélicos que tienen lugar en la región africana del Sahel. En Chad, desde la década de 1990 una serie de grupos rebeldes, muchos de ellos identificados con alguna etnia, han tratado de derrocar al ex mandatario.

El último gran capítulo de este enfrentamiento contra el régimen chadiano estuvo protagonizado por el mencionado FACT, que irrumpió en la zona de Kanem, al oeste del país. Los combates se intensificaron fuertemente durante el fin de semana electoral y el Ejército de Chad terminó adjudicándose la muerte de “más de 300 rebeldes”.

Chad y el imperialismo francés

El gobierno de Déby se ha caracterizado por el brutal atropello de las libertades democráticas, por el empobrecimiento de las masas y por la expoliación del imperialismo. El ex mandamás impulsó esta política con mano de hierro durante 30 años luego de tomar el poder mediante un golpe militar respaldado por Francia. Chad está situado en el antepenúltimo puesto en la lista de naciones por índice de Desarrollo Humano (IHD), que tiene en cuenta valores como la esperanza de vida, la escolarización o el PBI per cápita; su población sobrevive con menos de un dólar al día (El País, 20/4). El empobrecimiento en el seno de las masas se ha venido desarrollando al calor de, entre otras cosas, la expropiación por parte de la camarilla castrense de los fondos procedentes del petróleo –constituyen un 60 por ciento del presupuesto nacional-, que explotan principalmente empresas chinas desde hace aproximadamente 20 años. Esto explica, además, por qué las Fuerzas Armadas chadianas se han convertido en las más robustas de la región.

El capital galo encuentra en Chad y en la región nichos muy importantes para usufructuar las riquezas nacionales. La petrolera Total, por ejemplo, posee estaciones de servicio en Chad y asimismo bombea petróleo en el Congo y Gabón. En Chad, el sector de los servicios, fundamentalmente en lo que respecta a las telecomunicaciones y la banca, está representado por inversiones francesas y chinas. El banco francés BNP Paribas, el gigante de las telecomunicaciones Orange, y el holding industrial y de inversión Bolloré, que domina los principales puertos y redes de transporte de la región, son otros elementos de la burguesía gala que operan fuerte en el continente.

Se trata de un aliado clave para el imperialismo galo en el control de la región. Francia utiliza la base de Yamena (capital) para guerrear contra el yihadismo en el marco de la operación militar Barkhane, por la que el ejército francés mantiene en el Sahel a más de 5.000 soldados desde 2014. París viene incrementando su presencia militar en la zona y cuenta con el apoyo de la fuerza especial europea Takuba, que ha desplegado cientos de soldados suecos, estonios y checos. España también ha ido ganando peso diplomático y militar en la región, siendo el país que más efectivos aporta a la misión de formación del Ejército de Malí, otro de los países carcomidos por los enfrentamientos.

Esta orientación ha sido refrendada por el presidente francés Emmanuel Macron en la cumbre de su país y la Unión Europea con los jefes de Estado del denominado G5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger), celebrada en febrero, donde ha dicho que “precipitar un repliegue francés, retirar masivamente hombres”, que es un esquema que ha estudiado durante semanas, “sería un error”. Pese a subrayar que no habrá reducción de tropas, dejó abierta la posibilidad de un repliegue futuro (ídem, 16/2). Macron pretende que las fuerzas locales asuman un mayor protagonismo y que las fuerzas especiales europeas introduzcan más militares. El islamismo es el pretexto de Francia para seguir fungiendo como gendarme en la región. Esta intervención, sin embargo, no ha podido derrotar a los grupos armados y genera un fuerte rechazo popular.

Transición

Como fruto de los últimos acontecimientos, Chad ha ingresado a una crisis política de grandes magnitudes, donde el mismo Ejército se halla dividido y ha cobrado fuerza la movilización popular.

Déby fue reemplazado por un consejo militar que ya en el poder suspendió la Constitución, disolvió el parlamento y el gobierno y reforzó la militarización del país, con lo cual pretende ejercer por un periodo de 18 meses para el que designará un gobierno de transición. Está dirigido por uno de los hijos de Déby, el general Mahamat Idriss Déby, un líder militar.

Miles de obreros y jóvenes se movilizaron el martes 27 de abril en Yamena para pedir la dimisión del nuevo gobierno. En las protestas se han quemado banderas de Francia e incluso varias sucursales de Total, lo que remembró a sucesos similares que ocurrieron recientemente en Senegal y en Malí. El gobierno ha respondido desplegando al Ejército y los manifestantes acusaron a las fuerzas de seguridad de utilizar munición real contra la movilización, en la que al menos cinco personas fallecieron y una veintena de personas resultaron heridas.

Ante esto, el francés Macron, que ha presenciado el funeral del difunto Déby para luego dar su apoyo al nuevo consejo militar, tuvo que cambiar el tono de su posición y llamó a realizar un “proceso de transición inclusivo” que considere a “todas las fuerzas políticas” y que lleve a elecciones en 18 meses (DW, 27/4). El primer apoyo del presidente galo había generado un enorme malestar entre diversos sectores chadianos e incluso en la propia Francia. En algunos periódicos de la prensa gala se ha desenvuelto una polémica en relación a la continuidad del apoyo francés al gobierno de Chad y en términos generales a la política bélica de la operación Barkhane. En medio de las movilizaciones y el desmadre político reinante, el imperialismo francés, de todos modos, ha salido al rescate de los herederos de Déby.

Para ponerle fin a la barbarie que existe en el Sahel, es necesaria, en primer lugar, la expulsión del imperialismo, responsable del saqueo histórico del continente. Solo una intervención política independiente de las masas puede alumbrar ese camino.