Chile: contra la ultraderecha pinochetista sin depositar expectativas en Boric

A días de que se defina quién será el presidente.

El domingo 19 de diciembre tendrá lugar la segunda vuelta presidencial en la que se definirá quién va a gobernar el país en los próximos años: el centroizquierdista Gabriel Boric (FA/PC) o el ultraderechista José Antonio Kast (PR). Las estimaciones dan ventaja a Boric y la gran incógnita es si se logrará revertir el alto porcentaje de abstención que han marcado a elecciones pasadas.

Los días siguientes a la primera vuelta, donde Kast se alza con el primer lugar, se caracterizaron por los realineamientos de las coaliciones que quedaron fuera de juego. Este proceso resultó más dificultoso para el candidato de la ultraderecha, pues si bien llega a esta instancia con el apoyo en los hechos de importantes sectores de la derecha oficialista, las divisiones de ésta presentaron problemas para que se dé un encolumnamiento uniforme y rápido detrás el pinochetista Kast. En el caso del candidato de Apruebo Dignidad, el apoyo de los partidos de la ex Concertación operó con mayor naturalidad, lo que en sí mismo da la pauta de la orientación de un eventual gobierno de Boric.

Otra de las características de las estrategias asumidas por las coaliciones contrincantes es el corrimiento hacia el centro de sus discursos y planteos programáticos. También en este plano el candidato centroizquierdista Boric jugó con ventaja, ya que su programa de gobierno siempre estuvo centrado en resguardar los intereses del gran empresariado (en el último debate dejó abierta la posibilidad de continuidad de las AFP directamente), más allá del uso de las reivindicaciones de género y la promesa de ciertas mejoras en materia social. Así las cosas, a nadie sorprende y, por lo tanto, resulta más creíble su corrimiento hacia la derecha, que el intento de Kast de ocultar su oscurantismo, misoginia y racismo.

La derechización de Boric

La negativa a indultar a “quienes quemaron iglesias y pymes”, en referencia a lxs presxs por luchar, valiéndose de los argumentos de la derecha para criminalizar la protesta social; el guiño a carabineros, pasando del concepto de “refundación” a “reformar”, cuando masivamente el pueblo chileno reclamó la disolución de este aparato criminal, autor de asesinatos, mutilaciones, violaciones y desfalcos de su presupuesto; giro en la política migratoria, que de prometer refugios y viviendas a migrantes pasó a hablar de “fronteras ordenadas”; más dotaciones de carabineros en barrios populares, son solo algunos ejemplos de su abierta y deliberada política de derechización para congraciarse con los sectores que reclaman la profundización de las políticas represivas.

El alineamiento de los partidos de la ex Concertación se tradujo en el apoyo abierto del ex presidente Lagos primero y la ex presidenta Bachelet más recientemente, la incorporación al comando de técnicos de la DC y el PS, así como de puntos programáticos de estos sectores. Es decir que, estos partidos de los 30 años, rechazados por el pueblo chileno en las calles y en las urnas, han sido rescatados por Apruebo Dignidad. Tampoco ello es novedoso, ya en la Convención Constituyente se verificó esta política de rescate de la ex Concertación de la marginalidad en que los colocó el voto popular. No debe extrañar que la centroizquierda concertacionista sea parte del gobierno de Boric en caso de imponerse el próximo domingo.

La política de la izquierda revolucionaria en este escenario

Frente al triunfo parcial que obtuvo la ultraderecha pinochetista en primera vuelta, empezaron a pronunciarse los sectores más combativos en relación al voto, llamando a votar a Boric para detener a Kast. Se evidenció, entonces, la tendencia a valerse del voto a Boric y si bien no es uniforme, en muchos casos desde la desconfianza a la coalición del candidato y a su programa político. Con el correr de los días se fueron sumando más organizaciones territoriales, ambientales, sindicales y luchadorxs populares, como Fabiola Campillai y Gustavo Gatica, ambos víctimas de la represión estatal, convocando a impedir el avance del candidato fascitoide por el peligro concreto que representa un gobierno de la extrema derecha conservadora.

En este proceso hace pie el llamado a votar contra Kast por parte de la izquierda revolucionaria, con una perspectiva que trasciende el plano electoral y pretende preparar las condiciones para las luchas que se plantean en la próxima etapa. Lamentablemente, el Frente por la Unidad de la Clase Trabajadora -que presentó de independencia obrera en la primera vuelta- no ha fijado una posición unitaria en este sentido, lo cual consideramos un error, pues nos priva de la posibilidad de intervenir en este proceso como un frente único, cediendo el terreno a las fuerzas democratizantes que no representan una salida de independencia política para la clase trabajadora. Es evidente que una derrota de Kast el próximo domingo mejora las condiciones para organizar la lucha por las grandes demandas del pueblo chileno movilizado, todas pendientes aún y que un eventual gobierno neoconcertacionista del FA/PC no tiene en sus planes darles respuesta.