Crisis energética y protestas en Bangladesh

Cae otra ficha del dominó

Los manifestantes rodearon las estaciones de servicio

Un aumento de más del 50% en los combustibles desató esta semana protestas en Bangladesh. Los manifestantes rodearon las estaciones de servicio para reclamar que se dé marcha atrás con la medida, en tanto que organizaciones estudiantiles se concentraron frente al Museo Nacional en Dhaka, la capital de este empobrecido país del continente asiático.

El gobierno de la Liga Awami alega que la compañía importadora estatal, la Bangladesh Petroleum Corporation, tiene fuertes deudas y ya no puede afrontar la situación ante los costos crecientes, como fruto de la guerra en Ucrania.

Las dificultades para importar han llevado al gobierno en las últimas semanas a la aplicación de restricciones. Se establecieron apagones de hasta dos horas diarias y en el caso de las fábricas, se promueve que haya días libres para ahorrar energía.

El aumento de la gasolina y el diesel fogoneará la inflación, que llegó al 7% interanual en junio. Las compañías de transporte ya anunciaron un aumento y se estima que se incrementará el precio de los productos agrícolas.

La situación social se viene deteriorando en forma acelerada. Un informe del sitio Asia News (10/8) revela que sectores populares y de la clase media están reduciendo fuertemente el consumo de carnes y pescados en sus dietas. Dos millones de personas adicionales habrían caído en la pobreza en los últimos meses.

Ante la crisis económica, el gobierno solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo a fines de julio por 4.500 millones de dólares, a la par que explora el auxilio de otros organismos de crédito internacionales. El FMI pone sus condiciones, empezando por un sendero de recomposición de las reservas, al estilo de Argentina. Un mayor ajuste se cierne como una amenaza.

La deuda de Bangladesh asciende ya a unos 62 mil millones de dólares. Los principales acreedores son organismos como el Banco Mundial. El 15%, en tanto, corresponde a prestamistas estatales, Japón en primer lugar y China en segundo (Financial Times, 10/8). Para economizar recursos, el gobierno ha cancelado una serie de inversiones en infraestructura.

La crisis alcanza también a la industria de la confección, principal fuente de ingresos del país, dado que el 80% de las exportaciones corresponden al sector. Son alrededor de 3.500 fábricas en que miles de obreras y obreros producen, en condiciones de superexplotación laboral, para grandes compañías multinacionales, como Zara o Wal Mart. Como en los países centrales, a raíz del impacto inflacionario, se resienten las ventas de ropa, se prevé una caída de los ingresos este año.

Lxs trabajadores textiles han ganado las calles frente al deterioro de su poder adquisitivo. En junio, protagonizaron tres movilizaciones masivas en Dhaka, que fueron reprimidas y atacadas desde el gobierno. En tanto, trabajadores de 232 jardines de té fueron esta semana a la huelga en Moulvibazar de Sylhet, también por aumento salarial.

El principal partido de oposición patronal, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP por sus iniciales en inglés), está convocando a movilizaciones el 11 y 12 de agosto en rechazo de los aumentos, para tratar de capitalizar la situación de descontento. Acaba de formarse, a la vez, un frente (Ganatantra Mancha) de las siete principales fuerzas opositoras.

Bangladesh es, igual que otros países de la región, un escenario de disputas entre peces pesados. China tiene una gran injerencia por medio de los proyectos de infraestructura de la ruta de la seda y consiguió que el país repudie la reciente visita de la titular de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a Taiwán. En 2009, con la llegada al poder de la Liga Awami, Beijing también logró el cierre de la oficina consular de la isla en Dhaka. Un cable de la agencia AP estima que hay unas 500 compañías chinas activas en el país (Milenio, 7/8).

Pero al mismo tiempo, la India disputa esa influencia, y el imperialismo tiene su lugar ganado por los préstamos financieros y su presencia en la industria del vestido.

El gobierno trata de mantener un equilibrio entre todos los bandos.

Las protestas en Bangladesh marcan la caída de otra ficha en el dominó de la crisis, después de las rebeliones en la vecina Sri Lanka y en Ecuador, y de las manifestaciones masivas en Panamá, Albania, y Sudán. El aumento de los combustibles ha jugado un rol en todos los casos.

La propia crisis capitalista engendra la lucha de las masas a escala global.

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