Cuarto día de bombardeos contra la Franja de Gaza

Advierten sobre una posible incursión terrestre. Crece el repudio a la agresión sionista.

En el cuarto día de bombardeos contra la Franja de Gaza, la cifra de muertos ascendía a 83, diecisiete de ellos niños, según el ministro de salud palestino. Mientras tanto, las fuerzas israelíes se despliegan en la frontera con el enclave, en lo que podría ser el preludio de una incursión terrestre. “Esto es solo el principio. Les vamos a golpear como nunca habían imaginado”, declaró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu (El País, 13/5).

El miércoles fue atacada la torre Al-Shurouq, de catorce pisos, ubicada en la capital gazatí, que resultó demolida en su totalidad. Allí había departamentos y funcionaban comercios, pero también medios de comunicación nacionales y extranjeros, un indicio de que el sionismo no quiere que se conozca el alcance de la masacre que está perpetrando. Este edificio ya había sido atacado durante la operación “Margen Protector”, de 2014, que dejó alrededor de 2300 muertos.

En tanto, las fuerzas de seguridad han asesinado a dos manifestantes en Cisjordania este miércoles. El joven Abu Arreh, de 16 años, fue abatido con dos disparos en el cuello en Tubas, en el norte de Nablus. Y Hussein al-Titi, de 26 años, fue ultimado en el campo de refugiados de al-Fawwar, en el sur de Hebron (Al Jazeera, 12/5). También hubo movilizaciones en Nazareth, Haifa y Jaffa (Middle East, 12/5). En distintas partes de Cisjordania, Israel procedió al arresto de 40 personas, lo que intensificó las protestas.

En Lod, casi veinte kilómetros al sur de Tel Aviv, el gobierno impuso el toque de queda como respuesta a las movilizaciones del martes por la tarde-noche. La población no puede salir de sus casas y el ingreso a la localidad quedó bloqueado. Se ha desplegado personal policial que habitualmente se encuentra en Cisjordania (ídem, 12/5).

A la violencia de las fuerzas de seguridad se le suma la de las bandas ultranacionalistas. En la mencionada Lod fue atacada la Gran Mezquita Omari. En el sur de Nablus hubo un ataque de colonos israelíes que demolieron una vivienda en construcción (Wafa News, 12/5). En Bat Yam, al sur de Tel Aviv, destruyeron la heladería de un propietario palestino.

En medio de la masacre, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, salió a respaldar a Israel, diciendo que tiene el derecho a defenderse (lo mismo hizo la Unión Europea), en referencia al lanzamiento de cohetes por parte de Hamas. Invierte los términos, porque quien se está defendiendo es el pueblo palestino, que resiste hace décadas una política de ocupación y de limpieza étnica por parte de Israel. En la base de la actual crisis, precisamente, figura el intento de desalojo de familias palestinas en Jerusalén Este, que desató las movilizaciones populares más grandes de los últimos años. El pueblo palestino ha llegado a un punto de saturación frente a la colonización sin pausa del sionismo. El año 2020 marcó el récord en una década en la autorización de asentamientos.

Blinken ha dicho que Estados Unidos defiende la “solución de los dos Estados”, un viejo planteo que consiste en la creación de un seudoestado palestino, entrecortado y férreamente vigilado por el sionismo. Pero incluso esta variante se ha vuelto impracticable al calor del avance sostenido de la colonización.

La última apuesta de la política de anexión es el “acuerdo del siglo”, prohijado por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y Trump, que busca capturar inclusive el valle del Jordán, rico en recursos hídricos. Este plan fue provisoriamente suspendido como fruto de la crisis política en Israel, pero muestra las intenciones del gobierno.

Estados Unidos respalda al sionismo porque es una herramienta para el control del Medio Oriente. Con las mismas intenciones, manda ahora un enviado a la región.

La solidaridad con el pueblo palestino empieza a extenderse en el mundo. Ya hubo movilizaciones en Amman (Jordania), Beirut (Líbano), Rabat (Marruecos), Khartoum (Sudán), Ankara (Turquía), Nueva York (Estados Unidos), Londres (Reino Unido), Sandton (Sudáfrica), Karachi (Pakistán).

Varios observadores señalan que la nueva ola de movilizaciones del pueblo palestino desborda a la dirección de la Autoridad Palestina, que ha ido perdiendo justamente su “autoridad” por los acuerdos políticos con el sionismo (por ejemplo, en materia de seguridad). Y desafía la política de normalización de relaciones diplomáticas que han encarado las burguesías árabes en la región (Emiratos Arabes, Bahrein, Sudán Marruecos, y el próximo podría ser Arabia Saudita).

Abajo los bombardeos del sionismo. Libertad a todos los presos políticos. Abajo la política de colonización y “limpieza étnica”. Por el derecho al retorno de los refugiados. Por una Palestina única, laica y socialista. Por una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.