Internacionales
6/11/2024
Debates políticos en el III Evento Internacional León Trotsky
Se desplegaron estrategias contrapuestas en la izquierda.
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Foto: Federico Imas @ojoobrerofotografía
El III Evento Internacional León Trotsky fue una gran oportunidad para avanzar hacia una clarificación política de la estrategia necesaria en la izquierda revolucionaria para encarar una etapa convulsiva. Una cantidad de sus corrientes, entre ellas la totalidad de las que se reclaman trotskistas en Argentina, acordaron en participar en un evento con un nivel de debate sistemático de aspectos de la lucha de clases, en la escala nacional, internacional, así como debates teóricos e históricos.
Este tipo de discusión a menudo ha sido rehuida por muchas corrientes, incluso aquellas con las que compartimos el Frente de Izquierda en Argentina, y con las que tenemos importantes diferencias políticas. El encuentro le dio un marco de interés político para un sector del activismo local e incluso participación y difusión internacional.
El Partido Obrero concentró su ponencia en los puntos que encontramos como estratégicos, de discutir en qué consiste la vigencia del leninismo-trotskismo hoy, que fue desarrollado en el folleto que elaboramos para trabajar en el encuentro. Más de 30 ponencias (entre 110 presentadas) fueron de militantes del PO en todas las mesas y paneles.
Guerra imperialista, divisoria de aguas
Lenin y Trotsky plantearon la ruptura con la Segunda Internacional tras la declaración de la Primera Guerra Mundial, la traición de la socialdemocracia y con el propósito de avanzar en el reagrupamiento del ala revolucionaria. Hoy, mientras crece la militarización y los conflictos bélicos se recrudecen confluyendo en una tendencia a la guerra mundial, se ha producido una nueva línea divisoria en la izquierda. El seguidismo a la Otan en el conflicto de Ucrania, rasgo común de las corrientes morenistas de importante presencia en el Encuentro, es un salto en un proceso preexistente de incorporación al Estado en la izquierda internacional. La única posibilidad de un reagrupamiento revolucionario contra esto es una lucha política para dividir a los sectores principistas e internacionalistas de esta capitulación. Este alineamiento va de la mano con los procesos de colaboración de clase que protagoniza un sector importante de la izquierda de los países imperialistas. El Secretariado Unificado ha hecho campaña abierta por “armas para Ucrania” y procesa una gran crisis interna alrededor de esta política. El Frente Popular de Francia tiene el apoyo a Zelensky en su programa constitutivo, y los Demócratas Socialistas de América han apoyado al ala hipermilitarista del Partido Demócrata de Biden y Harris en el parlamento y han desistido de disputarles la candidatura presidencial.
Hubo un debate fuerte en la mesa de Ucrania. Allí, el MAS defendió “una paz justa” colocándose en el mismo campo que el MST e IS, que defendieron a capa y espada que se trata de “una guerra de liberación nacional” criticando que “la Otan envía ayuda militar a cuentagotas”, o sea reclamando más intervención del imperialismo en favor de Zelensky. Néstor Pitrola, de parte del PO, fue a fondo en la tradición del derrotismo revolucionario de Lenin y la Tercera, por gobiernos de trabajadores en Ucrania y Rusia para unir al proletariado de ambos países en una guerra que caracterizamos como imperialista y en absoluto de “liberación nacional”, con dos campos reaccionarios, el de Putin y el de la Otan. Tomamos el ejemplo de Serbia en la primera guerra para colocar la determinación internacional totalmente decisiva de Ucrania en el cuadro de tendencia a la tercera guerra mundial, que en estos dos años de guerra se agudizó por completo. Señaló que el imperialismo pasó de la guerra comercial al guerrerismo con el objetivo último de dominar la culminación del proceso de restauración capitalista en el este europeo y en China.
El terreno para un reagrupamiento internacionalista que objetivamente surge de los contrapuntos en la izquierda internacional destaca también el alineamiento con todo choque genuinamente antiimperialista, como las resistencias de Palestina y Líbano, con independencia del carácter político y de clase de sus direcciones; la defensa del partido revolucionario de combate, contra la disolución en partidos amplios y los frentes populares; el combate a los gobiernos y partidos de ultraderecha desde el frente único obrero, rechazando el alineamiento con el imperialismo “moderado y democrático” en una oposición fascismo/democracia; la lucha por la recuperación de los sindicatos como instrumentos de la lucha de clase, contra su integración al Estado. El punto del apoyo incondicional a las resistencias en Medio Oriente volvió a ser un punto de debate. Aunque, como se comentó en los paneles, el PTS trajo argumentos más combativos al evento que los planteos pacifistas vertidos por su candidata presidencial cuando le tocaba hablar a millones, volvió a plantear la necesidad de criticar los “métodos” de la resistencia en algunos paneles, a contramano del movimiento por Palestina que se radicaliza en el mundo con la bandera de la victoria contra Israel y el imperialismo, que todos los internacionalistas y revolucionarios estamos llamados a apoyar.
Fuera Milei
Este método de estrategia de acción que propuso el PO promueve una acción en la lucha de clases contra el gobierno de Milei. El planteo de “Fuera Milei” implica quebrar el tiempo parlamentario y electoral que la oposición patronal peronista y radical le quieren imponer a las masas, dando gobernabilidad para el pago de la deuda, el avance de la reforma laboral, el ajuste y la entrega de recursos. Esta contención patronal es la presión a la que se adaptan las políticas electoralistas en la izquierda. Nuestra consigna rupturista se condice con esta estrategia, con el rol de la UJS-PO en la preparación de las tomas de las universidades. O con el rol de direcciones clasistas en las cuales el PO tiene un rol determinante para lanzar iniciativas huelguísticas y de movilización, como el Sutna, la AGD, el Garrahan o la Multicolor docente del Suteba.
Contrasta este método con otras exposiciones que tuvimos en el Encuentro. Es que un debate estratégico no tiene nada en común con el manijazo publicitario y la autoproclamación, que dominaron una parte importante de las exposiciones de la izquierda argentina. En el panel de apertura Christian Castillo del PTS consideró que era probable un alza revolucionaria y derivó la posibilidad de una influencia de la izquierda en las encuestas de opinión que ubican alto como referente opositora a Myriam Bregman. El PTS ha pasado de negar el rol del partido detrás de un fetiche “sovietista” a considerarlo importante como aparato publicitario y electoral. La verborragia “sovietista” siguió dominando sus intervenciones en el encuentro, pero no con relación a la búsqueda de una verdadera experiencia soviética o consejista, que sería la articulación de acciones tendientes a una huelga de masas. Como se puede derivar de la acción política del PTS en todo el período, el “asamblearismo” que practican no tiene nada que ver con la democracia desde abajo sino con el desprecio por las organizaciones reales de masas como sindicatos y centros de estudiantes, de la lucha por recuperarlas y organizarlas, y el intento de dominar y colocar a sus militantes como voceros de estructuras transitorias que son más permeables a ser aparateadas.
En los paneles esta política de precisar una posición sobre los puntos centrales de la crisis internacional como eje de delimitación quiso oponerse con el “unitarismo” general, sin balances ni límites precisos, que expositores como Alejandro Bodart del MST le endilgaban a Lenin y Trotsky. Lenin y Trotsky nunca avanzaron mediante la fusión sin principios entre grupos con orientaciones contrapuestas sobre los hechos estratégicos del momento. La guerra, la toma del poder, la organización del partido de la clase obrera fueron puntos para confluir entre agrupamientos, y al mismo tiempo para separar a las posiciones oportunistas. Al revés, las fusiones y agrupamientos que estos sin dudas protagonizaron partieron de excluir a todas las corrientes comprometidas con la reacción burguesa, pero también las que vacilaban (como el pacifismo de inspiración kautskiana en 1914).
El electoralismo o el “unitarismo” sin principios le escapan al problema estratégico del momento en Argentina, la ruptura con la experiencia de parlamentarización de los reclamos populares y de subordinación a la oposición patronal a Milei del peronismo y el radicalismo, y el compás electoral detrás del que quieren dosificar la movilización de masas.
Como marcó Vanina Biasi, el panel de cierre mostró un default de orientación de la izquierda local que ni acompaña esta estrategia rupturista que expresa la consigna Fuera Milei lanzada por el PO, ni la critica, ni propone ninguna orientación alternativa.
Quedó en evidencia una confusión que tiene como base el rutinarismo y la adaptación. Las vanguardias no se dedican a publicitar a candidatos a la espera de que suba la marea, deben estar metidas en la preparación de los saltos en los combates, si pretenden poder dirigirlos.
Clasistas y piqueteros
En la mesa de movimiento obrero, el debate expuso con claridad la política de autoconstrucción del PTS, reñido con una política de clase, renunciando abiertamente a la pelea por la recuperación de los sindicatos de las manos de la burocracia sindical: “no tiene ninguna importancia tener secretarios generales”, “somos impulsores de las autoconvocatorias de las bases”.
Esta política es complementaria con la vieja máxima morenista “que la burocracia se ponga a la cabeza”, dejando el control de las organizaciones en sus manos. Se condice también con el boicot a los procesos de frente único para expulsar a la burocracia y lograr el refuerzo de los sindicatos y cuerpos de delegados combativos y para agruparlos como es el caso del Plenario del Sindicalismo Combativo al que han boicoteado siempre, desde afuera y desde adentro.
Las autoconvocatorias tienen un rol progresivo pero están muy lejos de la lucha por una nueva dirección clasista, lo que requiere la maduración y elaboración en la vanguardia de un programa de independencia política de clase construyendo agrupaciones clasistas, como el de los frentes únicos de recuperación en numerosos sindicatos y por caso en el PSC, lo cual fue puesto de relieve por Romina Del Plá en esa mesa. Rechazó a su vez políticas de querer transformar al clasismo en un factor de “presión” de la burocracia sindical colaboracionista, como desarrolló IS o de promover al PSC como colateral sindical del FIT-U, como planteó el MST.
Estas polémicas son de vital importancia cuando se desarrollan grandes luchas que desafían a la burocracia sindical y resonantes victorias en frente único como las de Uepc Córdoba y Adosac de Santa Cruz.
La divergencia profunda sobre el movimiento piquetero argentino se volvió a asomar en el Encuentro. La presentación de la tercera edición ampliada del libro Una historia del movimiento piquetero, de Luis Oviedo, en la que participó Chiquito Belliboni, fue la única instancia del encuentro en la que se trató el tema de esta forma distintiva de la organización obrera y la lucha de clases en Argentina, que no mereció interés en ser discutido por las corrientes que no fuesen el PO, a pesar de que no solo ha sido de interés en el pasado, sino que es en el presente una de las obsesiones del Estado burgués, sus partidos y sus expresiones mediáticas, que consideran que quebrar al movimiento piquetero sería la llave para “normalizar” la vida política del país, quebrando la capacidad de movilización de los trabajadores.
Esta divergencia está atada al problema de la organización de masas, la necesidad de ligar a los revolucionarios a las formas más avanzadas de acción directa y lucha, que choca con el electoralismo de parte la izquierda. Solano destacó, en este sentido, en el panel de apertura, la renuencia de referentes electorales de la izquierda argentina a colocarse al frente de la defensa del movimiento piquetero en Argentina como parte de la presión de una cooptación democrática, por considerar al electorado pequeño burgués como una prioridad antes que la organización de los desocupados. No estamos frente a problemas aislados, sino estratégicos.
El trotskismo y la democracia imperialista
El Evento dio cuenta de que el conjunto de las corrientes reconocen que hemos ingresado en una crisis capitalista sin atenuantes, una etapa de catástrofes, guerras y revoluciones. En tanto esto se deriva de la incapacidad del sistema de recuperarse de la crisis internacional del 2008 esta comprobación muestra el mérito de los análisis del PO que vienen siguiendo la tendencia a esta crisis agravada en todo el periodo político, mientras otras corrientes como el PTS planteaban una crisis atenuada, cíclica o IS la imposibilidad de choques internacionales entre Estados Unidos y China porque son países capitalistas que van a privilegiar sus negocios en común antes que ir a una guerra, como dijo Miguel Sorans en la Conferencia Latinoamericana de 2020.
Las exposiciones de Gabriel Solano y Pablo Heller en los paneles de apertura y el internacional pusieron de manifiesto la relación entre la etapa de la crisis capitalista, la necesidad de Estados Unidos de encabezar una ofensiva para controlar el proceso de restauración capitalista en los ex Estados obreros y la tendencia a una tercera guerra mundial.
Este nuevo cuadro internacional genera nuevos realineamientos. No solo han sido corrimientos a la derecha y al campo de la Otan (o del apoyo a Putin, que tuvo su presencia en varias delegaciones internacionales en el Encuentro desde el EEK griego, el espartaquismo norteamericano o Reagrupamiento Revolucionario de Brasil). Desde el PO venimos de realizar una conferencia en junio donde pudimos dar un paso más de colaboración e iniciativa política con organizaciones de una docena de países, coincidiendo en posiciones internacionalistas, aún proviniendo de extracciones ideológicas muy distintas. En los debates con Alex Callinicos del SWP británico pudimos valorar también importantes coincidencias en la oposición al carácter imperialista de la guerra en Ucrania, la posición por la victoria de la resistencia Palestina, y la oposición al frente popular de colaboración de clases como método para enfrentar a la ultraderecha.
Sin embargo a ese reconocimiento empírico, obligado por la dimensión de la crisis y los choques internacionales, no ha llegado una verdadera comprensión del marco internacional. IS, el MST y el Nuevo MAS han compartido un enfoque en las crisis nacionales, compartimentadas, en vez de enfocarse en el motor de la crisis internacional. Esta compartimentación les permite tratar de abstraerse de lo que se discute a la luz del día en las reuniones de la Otan y otros foros del imperialismo. La guerra en Ucrania, la masacre en Palestina, la escalada en el mar de China son parte de un plan común. No es coherente oponerse a un mismo plan de despliegue militar en Medio Oriente pero saludarlo, e incluso reclamar que se intensifique en el Este de Europa. Este método compartimentado, que recurre a la idea de dos “planos” en la guerra de Ucrania, uno nacional de Ucrania contra Rusia y uno internacional ejecutado por la Otan, es más un método de encubrimiento que de comprensión.
Las evidencias de que es indisimulable esta capitulación fueron claras en la incomodidad de Sorans de UITCI/IS con que se discutiera el problema de Ucrania en el panel de apertura, como si el legado de Lenin y Trotsky pudiese ser discutido sin referirse a qué posición deben tomar los revolucionarios sobre la guerra imperialista. Como planteó Solano en el panel de apertura, hoy la democracia es la principal bandera de cooptación de la izquierda internacional detrás de políticas del imperialismo.
Fue importante en este sentido la denuncia de Pablo Giachello en la mesa de Venezuela del reclamo compartido por las corrientes internacionales del MST, IS y el PTS en reclamar el ascenso de los candidatos proyankis a la presidencia en Venezuela, en nombre del reconocimiento de las elecciones democráticas. La defensa de un campo independiente de la clase obrera es el único camino para reunir las fuerzas para una acción independiente, escapando de los campos patronales en disputa. La democracia como bandera de las intervenciones imperialistas, de Venezuela a Ucrania, de Gaza a Taiwán, no puede confundir a los revolucionarios sobre el contenido de clase de la política imperialista.
Este democratismo proimperialista IS lo sostuvo incluso en la mesa sobre Cuba, donde contra el planteo sostenido por el PO y el grupo Comunistas de Cuba, de que las revueltas y movilizaciones contra el proceso de restauración capitalista plantean un programa de rescate de las conquistas sociales y antiimperialistas contra la burocracia y el imperialismo, de que el Estado cubano es sencillamente una dictadura capitalista, y que la consigna es “abajo la dictadura”. Las consignas de IS/UIT-CI, en Venezuela, Cuba, Ucrania, Libia, Siria y Taiwán, son llamativamente idénticas a las de las facciones organizadas por el Departamento de Estado norteamericano.
La etapa de crisis catastrófica del capitalismo plantea la salida revolucionaria de la clase obrera y la necesidad de dar un salto en la constitución de una dirección internacional, que nosotros ubicamos en la estrategia de refundación de la IV Internacional. Una de las tareas centrales de este trabajo es la ruptura total con los planteos de democratismo formal que pretenden atar a la clase obrera al Estado burgués bajo formas supuestamente “humanas” o “moderadas”. Estas presiones se refuerzan más aún en la explotación del ala “moderada” del imperialismo de la oposición entre “democracia o fascismo” como el eje central de los choques.
A 100 años de la muerte de Lenin, nuestro mejor homenaje es clarificar esta impostura y pelear por el reagrupamiento de los revolucionarios bajo las banderas de la completa independencia política de la clase obrera contra las variantes patronales y la colaboración de clases. Por gobiernos de trabajadores en todo el mundo.