Estados Unidos: Amazon, segundo round por la organización sindical

Los trabajadores del almacén de Amazon en Bessemer, Alabama, comenzaron este viernes a votar por correo (hasta el 25 de marzo) por segunda vez para definir si conforman un sindicato. La primera consulta había sido derrotada, como fruto de una brutal campaña de intimidación de la empresa.

A raíz de esa interferencia patronal, la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo ordenó la repetición de los comicios. Sin embargo, Amazon ha aprovechado estos meses para continuar con su propaganda antisindical, organizando inclusive a tal efecto reuniones específicas con los empleados. Además, volverá a haber un buzón para recolectar los votos dentro de la empresa, que puede condicionar a los votantes (Liberation News, 10/2).

A favor de los promotores de la consulta, los mayores índices de vacunación contra el Covid-19 permitirán más contactos cara a cara, frente a una campaña previa que debió restringirse a llamados y mensajes de whatsapp.

Un punto que abre dudas respecto de los resultados es que, debido a la altísima rotación laboral en el gigante del comercio electrónico, la mitad del plantel de 6 mil trabajadores se ha renovado con respecto al momento de la consulta anterior.

A la par de Alabama, los trabajadores de los depósitos de Staten Island, en Nueva York, se preparan para su propia votación. Han conseguido el aval necesario del 30% del plantel para forzar la consulta. Este mes podría definirse una fecha.

El proceso de organización sindical en Amazon se ha contagiado a otras grandes corporaciones, como Starbucks, donde los trabajadores de una sucursal de Buffalo, Nueva York, lograron conformar un sindicato.

La sindicalización de los trabajadores de Amazon es vital no solo debido a las infernales condiciones de trabajo (cámaras que vigilan y penalizan a los choferes; trabajadores que orinan en botellas de plástico para no perder tiempo y cumplir con los ritmos de entrega, etc.), sino a la creciente inflación que deteriora el salario (en enero escaló a un 7,5% interanual, la cifra más alta en 40 años). En octubre pasado, una ola de conflictos por aumento de sueldos recorrió el país, en un contexto en que las patronales encuentran dificultades para sumar y retener personal (en noviembre hubo un récord de 4,5 millones de personas que renunciaron a sus puestos, disconformes con las condiciones de trabajo).

El gobierno de Joe Biden busca contener a un movimiento obrero cada vez más inquieto y ganar su adhesión para las elecciones legislativas. Por eso, apoyó la primera consulta en Amazon y anunció recientemente que se priorizarán aquellas empresas que cumplan las normas laborales a la hora de adjudicar contratos con el Estado. La Cámara de Representantes aprobó en marzo pasado, con el voto de los demócratas, una ley (Pro Act) que extiende la cuota sindical a los no afiliados, prohíbe la interferencia de las empresas en las elecciones gremiales (como las reuniones obligatorias que se usan para hacer propaganda antisindical) y establece sanciones a firmas que violen los derechos laborales (NPR, 9/3/21). Esta norma está estancada en el Senado.

Pese a que lo que ha dado en concreto el gobierno demócrata a los trabajadores es poco y nada, ha sido suficiente para lograr el apoyo entusiasta de la burocracia sindical de la AFL-CIO, que se erige en un factor de control y desmoralización de sus bases.

Para llevar a buen puerto la lucha de los trabajadores de Amazon y de todo el movimiento obrero, es necesaria la independencia política de los trabajadores de los capitalistas y sus partidos.