Estados Unidos: histórica votación sindical en Amazon

Significado y alcance.

Rara vez una elección abierta a poco más de 5.800 votantes ha sido tan relevante en Estados Unidos. Esos son los empleados en la planta de Amazon en Bessemer (Alabama) que, después de siete semanas de una votación que finalizó el lunes de esta semana, habrán decidido si afiliarse o no a un sindicato. Todavía no se conocen los resultados pues el recuento se hace durante varios días. Si se confirma una victoria, constituirá la primera organización sindical de trabajadores dentro del gigante del comercio electrónico en Estados Unidos que se viene resistiendo con uñas y dientes y que viene apelando a políticas de presión de toda clase para frustrar la iniciativa.

La disputa constituye de por sí un factor disruptivo en un país con bajísima afiliación sindical en el sector privado. En 2020 era solo el 6,3 por ciento, casi un sexto de lo registrado en 1953. Amazon hasta el momento no cuenta con organización sindical en ninguna de sus sucursales lo cual da cuenta del panorama general si tenemos presente que esa corporación es la segunda empleadora de Estados Unidos (después de Walmart), con 400.000 empleados diseminados en todo el territorio norteamericano e integra los llamados Big Five, el selecto grupo de empresas líderes y más poderosas del país.

Estamos frente a una enorme pulseada pues Amazon constituye uno de los ámbitos de trabajo, no sólo en Estados Unidos sino a escala mundial, donde se han llegado a situaciones brutales la superexplotación y flexibilización laboral. Los empleados aducen condiciones de trabajo extremas: pausas exiguas para almorzar e ir al baño o carreras contrarreloj para recorrer una distancia equivalente a 14 campos de fútbol americano desde la entrada del complejo y llegar a fichar a tiempo. Retrasarse puede costar un recorte del sueldo o un despido. Los trabajadores están sometidos a una vigilancia exhaustiva de su productividad, de los cambios constantes en las condiciones de trabajo y de la persecución a quienes protestan. Sufren un monitoreo constante en su actividad gracias a un escáner que los guía por medio de los gigantescos depósitos por los que caminan decenas de kilómetros diarios. El seguimiento es escrupuloso y permite saber con precisión la ubicación de cada trabajador así como su productividad exacta.

El apoyo de Biden

Un elemento que la da un condimento especial a ese acontecimiento es el respaldo que le ha dado el presidente Joe Biden a la iniciativa sindical de Bessemer, que lo convierte en el presidente que ha ido más lejos en décadas en apoyar a la organización de los trabajadores. El 28 de febrero, en un video en Twitter, el demócrata hizo un alegato en defensa de la “importancia vital” de los sindicatos y de la negociación colectiva. “Ponen el poder en manos de los trabajadores. Te dan voz más fuerte, para tu salud, tu seguridad, salarios más altos, protecciones ante la discriminación racial y el acoso sexual”, dijo. Aunque no citó a Amazon, Biden apuntó críticamente a la compañía al recordar que “no debe haber intimidación, coerción, amenazas o propaganda contra los sindicatos”.

Para encontrar un antecedente similar hay que remontarse a la época de Franklin Delano Roosevelt, quien es ese entonces dio un guiño favorable a la estructuración de la AFL-CIO, sigla con que es conocida la central obrera norteamericana. En lugar de un desconocimiento y persecución de los sindicatos, que era moneda habitual y corriente, Roosevelt -en medio de una escenario convulsivo y de radicalización del movimiento obrero- apeló a su domesticación e integración al Estado por medio de la cooptación de sus direcciones y la conformación y consolidación de una burocracia adicta al establishment.

El respaldo de Biden, guardando las distancias, tiene un punto de contacto con lo ocurrido en la década del 30 del siglo pasado. El respaldo a la sindicalización en Amazon ha sido acompañado por otras medidas en estos meses. Instó, por ejemplo, a la dimisión en la Junta Nacional de Relaciones Laborales del responsable de asegurar el cumplimiento de los derechos de los empleados en el sector privado, al que se denunciaba como demasiado cercano a las corporaciones. Expresó también su apoyo a una propuesta legislativa, la Ley de Protección del Derecho a Organizarse, que ha recibido ya luz verde en la Cámara Baja pero enfrenta pocas perspectivas en el Senado, donde son muy poco probables los 10 votos republicanos necesarios para la aprobación.

La movida es inseparable del escenario de rebelión popular que conmovió el país el año pasado. Este proceso está lejos de haberse cerrado, el cual no solo precipitó la derrota de Trump sino que condiciona -como lo venimos destacando desde Prensa Obrera– el nuevo mandato demócrata. Existe un mar de fondo que se expresa en un disconformismo, descontento y efervescencia que atraviesa a toda la sociedad y en particular entre los sectores más postergados. Este clima no deja de contagiar a los trabajadores y, en especial, en la juventud obrera, y en particular, aquellos que pertenecen a las minorías que vienen sufriendo con más virulencia el impacto de la crisis. Recordemos que el 80% de los trabajadores de Amazon Bessemer es descendiente de afroamericanos y cuenta con una proporción importante de mujeres.

Si bien el movimiento obrero no ha tenido un rol protagónico en las grandes protestas del año pasado, la conflictividad sindical viene en aumento y el panorama descripto encierra un potencial explosivo, que se nutre además de una descomposición y descrédito del sistema político norteamericano, sus instituciones y partidos. Trump ha procurado canalizar ese malestar por derecha y persiste en sus intenciones, aunque ha quedado resentido luego de la derrota electoral. Mirado desde la vereda opuesta, es un caldo de cultivo para un giro a la izquierda de las masas. Por lo pronto, este malestar podría abrir un escenario de huelgas salvajes, sin interlocutores válidos.

Biden ha optado por adelantarse a ese proceso y alentar una sindicalización controlada, con el concurso de la burocracia sindical, de modo de encuadrar y disciplinar a los trabajadores ante la perspectiva de una curva ascendente de huelgas y conflictos gremiales que hay grandes chances que sigan creciendo. Con más razón si tenemos presente que la actual depresión mundial está lejos de cerrarse y augura cierres y reorganizaciones empresarias con su secuela severa de despidos y pérdidas de puestos de trabajo. Pero además el propio rebote de la economía, que se vaticina, tiene como base rebajas salariales y una intensificación significativa de la explotación obrera. Recordemos que, bajo la época de Obama, los nuevos trabajadores en la industria automotriz pasaron a ser contratados por la mitad del sueldo que los trabajadores antiguos en actividad.

Un nuevo escenario

No existen condiciones para desconocer y desarticular la organización sindical como la que se abrió paso a partir de Reagan, luego de la derrota estratégica de la gran huelga de los controladores aéreos. Estamos ante un escenario distinto, que obliga a un cambio de táctica privilegiando una política de contención de las masas y, en ese marco, de encuadramiento de la organización sindical. El senador Bernie Sanders, uno de los representantes de la izquierda demócrata en EE.UU., viajó a Alabama para apoyar la movilización de los trabajadores. “Si los trabajadores de Amazon logran formar un sindicado quiere decir que esto puede hacerse en todo el país”, dijo.

La conciencia de la burguesía sobre este punto es bastante extendida hasta tal punto que el republicano y conservador Marco Rubio salió a apoyar la constitución del sindicato de Amazon. Esto se compadece con todo el escenario internacional en el que prevalece no la fortaleza de la derecha sino que lo que se abre paso son diferentes mecanismos de colaboración de clases, que están jugando un papel crucial para sostener el edificio capitalista en crisis. Esto se constata en América Latina donde el nacionalismo burgués y la centroizquierda pasan a reemplazar a la derecha en retroceso en el gobierno.

Perspectivas

El cuadro aquí descripto plantea tendencias contradictorias. Por un lado, la victoria constituye un golpe a la ofensiva capitalista, al infligir una derrota a una de las patronales más poderosas y negregas. Y refuerza y alienta las tendencias a la organización. Importa señalar que el proceso no concluye con la proclamación del resultado pues quedan abiertas todavía un montón de chicanas a las que apelará la empresa para no reconocer el triunfo. Si la empresa intenta impugnar el resultado de la votación, el asunto queda en manos de los tribunales, y esto podría entrar en una nebulosa legal.

Por otra lado, contradictoriamente asistimos a una tentativa de domesticación y sometimiento al Estado capitalista. No se nos puede escapar que lo que predomina en EE.UU. son sindicatos propatronales y empresarios, organizados verticalmente de arriba hacia abajo, con burocracias corruptas y vasos comunicantes estrechísimos con las empresas y el Estado. Los dirigentes han jugado un rol crucial para aislar y levantar los conflictos y estrangularlos. Esta conducta se ha reiterado este año con el estallido de la pandemia. No es una excepción el RWDSU (Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes) en Alabama que es el que canaliza el actual proceso de sindicalización. La mayoría de los trabajadores no fueron llamados a apoyar el esfuerzo de sindicalización en Amazon, ni a convertirse en organizadores de la lucha. Hay apenas algunos activistas sindicales individuales que han estado en la primera línea de iniciar el esfuerzo de sindicalización.

Esta experiencia, de todos modos, abre una nueva transición en el movimiento obrero y la situación política estadounidense cuyos principales capítulos están por adelante. El porvenir de este movimiento depende y tiene como requisito superar el chaleco de fuerza que representa la burocracia -y la política que ella encarna y alienta- y abrir paso a una recuperación de las organizaciones obreras y la construcción de una nueva dirección, lo que está íntimamente ligado a la ruptura con el Partido Demócrata y una defensa intransigente de una estrategia de independencia de clase de los trabajadores. Esta tarea deberá llevarse a cabo en el marco de la batalla dirigida enfrentar la violenta ofensiva capitalista en curso, impulsando y procurando llevar a la victoria cada una de las luchas que se vayan desarrollando.