El pasado 4 de octubre se dio a conocer, mediante una publicación del conocido periódico “The Washington Post”, un informe de la Junta Nacional de Relaciones Laborales que señala que la empresa Activision Blizzard (desarrolladora de videojuegos) retuvo aumentos de sueldo de numerosos trabajadores de la firma subsidiaria Raven software. El informe atribuye, como motivo de esta retención, la participación de esos trabajadores en actividades sindicales.

Estas acciones se suman al despido de 12 empleados del sector de evaluación y control de calidad y a numerosos mails enviados por la empresa en los que se pedía que votaran negativamente a la formación del sindicato que logró constituirse a principios de año.

Lo hasta aquí expuesto ya constituye un claro accionar ilegal por parte de la empresa, que se suma a los numerosos casos de persecución gremial que se han dado últimamente a lo largo y ancho de todo Estados Unidos (como en Amazon y Starbucks). Pero además, lo ocurrido es apenas la punta del iceberg del nefasto prontuario de Activision.

A principios de año, la empresa fue adquirida por Microsoft, luego de numerosos escándalos que involucraban a los directivos de la compañía en graves denuncias de acoso tanto sexual como laboral. Dichas denuncias llegaron incluso a manchar el nombre del CEO de la compañía, Robert “Bobby” Kotick, quien fue acusado por el “Wall Street Journal” de encubrir diversas situaciones de acoso.

Con la llegada de Microsoft se hicieron promesas de que todas estas situaciones acabarían, e incluso se llegó a prometer el despido de Kotick. Dichas promesas, para sorpresa de nadie, resultaron ser falsas: no solo las situaciones de abuso y persecución laboral no han cambiado, sino que Kotick sigue en su puesto, cobrando un sueldo millonario mientras la empresa persigue a sus trabajadores.

Solo una organización masiva podrá acabar con este tipo de prácticas que no son exclusivas de Activision y que se extienden a toda la industria.

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