Europa: el avance de la prohibición del burka y sus implicancias

Suiza se sumó al grupo de países que prohíben el uso de esa vestimenta islámica tradicional.

A comienzos de marzo y a través de una iniciativa de la derechista Unión Democrática del Centro (UDC), viabilizada mediante un plebiscito, Suiza se sumó al pelotón de países europeos que prohíben la utilización del burka. Se trata de una prenda que cubre por completo el rostro de las mujeres que la utilizan, una práctica común para parte de la población musulmana. Otros países como Francia, Austria o Bélgica ya poseen leyes de similares características. Los partidarios de la implementación de estas medidas desenvuelven un discurso que no se priva de la utilización de consignas contrarias a la opresión hacia las mujeres; detrás del mismo, sin embargo, se encuentra una política de naturaleza reaccionaria.

El caso suizo

El recurso al plebiscito, un aspecto característico del régimen político suizo, para hacer pasar leyes islamófobas no es un aspecto novedoso en el país de los cantones, ya en 2009 se recurrió al voto popular para hacer pasar una normativa que prohibía la construcción de nuevas mezquitas, iniciativa que obtuvo el 57,5%. La actual prohibición del uso del burka se impuso por un escaso margen, al obtener un 51,2%. Para arribar a ese resultado, la derecha nacionalista hizo uso de un arsenal argumental que recorrió todo el espectro político: desde que la prohibición de cubrirse el rostro haría más dificultoso llevar adelante atentados terroristas, hasta que la prenda en cuestión sería un símbolo de opresión contra las mujeres.

En la campaña se alzaron voces de distintos colectivos que repudiaron la iniciativa al considerarla discriminatoria tanto hacia la población musulmana como hacia las mujeres ya que las que utilicen burka serán ahora reprendidas por los efectivos policiales y sancionadas. Entre los opositores se encontró el centroizquierdista Partido Socialista (PS), lo que llevó a que incluso el gobierno federal, compuesto de manera colegiada por los principales partidos del parlamento, formalmente rechazara la enmienda. Sin embargo, es una oposición cosmética, el PS forma parte desde hace décadas de la estructura de gobierno en paridad con la UDC y el conjunto de la derecha del país.

Que la nueva ley promovida por la derecha es distractiva lo pone de manifiesto el hecho de que la cantidad de mujeres residentes que utilizan burka no superarían las 30. La mayor parte de las que se ven circulando por las calles son turistas provenientes de países del Golfo Pérsico. Se trata de una agitación que intenta hacer mella buscando un chivo expiatorio que sirva para insuflar el nacionalismo y la xenofobia entre el pueblo suizo, al mismo tiempo que aumenta las prerrogativas del aparato represivo. La ley en cuestión prohíbe cubrirse el rostro, por lo que podrá ser usada en contra de manifestantes que se protejan de la represión estatal.

La hipocresía del régimen político helvético en el terreno de la opresión hacia las mujeres es total. Las mujeres recién conquistaron el derecho al voto en 1971, la igualdad salarial por ley en 1996 y en 2019 tuvieron que protagonizar una enorme huelga por la implementación real del planteo “a igual trabajo igual salario”.

Demagogia progresista y reforzamiento de la represión

La votación en Suiza forma parte de una expansión en la aprobación de leyes islamófobas en el continente. Dinamarca, Países Bajos, Francia, Austria, Bélgica y el estado alemán de Baden-Wurtemberg han impuesto disposiciones similares en los últimos años. Como en Suiza, se trata de reforzar la autoridad y las herramientas de los Estados para amedrentar a la población y no de una política que buscaría emancipar a las mujeres. No es casualidad, no solo que las leyes anti cobertura facial se usen contra manifestantes, sino que en este mismo período distintos gobiernos como el de Francia o el de Reino Unido estén implementando nuevos paquetes legislativos represivos para impedir el desarrollo de manifestaciones y protestas.

El imperialismo europeo es un aliado de los gobiernos más reaccionarios del mundo islámico que imponen con la fuerza del Estado las leyes fundamentalistas contra la libertad y los derechos de las mujeres. La banca suiza, sin ir más lejos, es el destino de las fortunas de las monarquías del Golfo Pérsico del mismo modo que era donde depositaban las riquezas expoliadas dictadores como Mubarak o Gadafi. Si a esta colaboración con regímenes responsables de enormes maltratos contra las mujeres se le suma la propia opresión que sufren en Europa, la hipocresía de los gobiernos europeos se revela como mayúscula.

Ponerle fin a la barbarie

De conjunto, el aumento de las prerrogativas represivas estatales, junto con el aliento a la xenofobia, forma parte de una política de la burguesía europea para contener y desviar los efectos políticos de la crisis económica y sanitaria con su secuela de empeoramiento de las condiciones de vida en todos los países. La libertad y la emancipación de las mujeres no va a provenir de los Estados y regímenes responsables de la barbarie sino de la derrota de los mismos a través de la lucha común de los trabajadores y trabajadoras del mundo.