Europa: explosión de contagios

La OMS anuncia que la mitad de la población del continente habrá contraído coronavirus en los próximos dos meses

A más de dos años de iniciada la expansión del coronavirus, la gestión de la pandemia por parte de los gobiernos europeos puede resumirse en una palabra: fracaso. Es que a pesar del tiempo transcurrido y de disponer de las herramientas para hacer frente a la enfermedad, el continente se encuentra atravesando un verdadero tsunami de contagios, con múltiples crisis políticas y sociales en relación con el virus.

Desde fines de 2021 y principios del 2022 los principales países están viendo romperse los récords de infecciones diarias e incluso de la incidencia del virus en la población. Así, Alemania está superando los 100 mil casos diarios y marcando una incidencia de 584 nuevos infectados por cada 100 mil personas, números inéditos para el país germano. Francia por su parte alcanzó la escalofriante cifra de 460 mil infectados nuevos el 18 de enero, así como 373 nuevos fallecimientos. Italia promedia 180 mil casos por día e incluso Portugal, el país con la tasa de vacunación más alta del continente, ronda los 40 mil contagios diarios, cifras récord para el país luso. De conjunto, el continente registra más de un millón de casos diarios en promedio, panorama que explica la advertencia de la Organización Mundial de la Salud indicando que en los próximos 2 meses la mitad de la población europea habrá contraído coronavirus. La tasa de mortalidad, si bien dista de la existente en oleadas anteriores de contagios, no es insignificante, con un promedio de 5 mil muertos diarios en el continente. Del mismo modo, los sistemas de salud continúan bajo un fuerte stress, en Reino Unido 16 hospitales se declararon en crisis ante las dificultades para ofrecer una correcta atención.

La irrupción de la variante Ómicron es uno de los factores que explica este panorama, pero no el único. Es que los gobiernos retacearon desde el comienzo mismo de la pandemia la aplicación de las medidas de aislamiento y prevención necesarias, anteponiendo los intereses de los grandes grupos económicos y el ajuste fiscal a la salud de la población trabajadora. Llegaron a anunciar reiteradas veces el fin del virus, pero, al revés, las olas del Covid-19 siguieron repitiéndose como consecuencia de estas políticas sanitarias erráticas. En esta última etapa, docentes y estudiantes alertan ante la falta de medidas básicas de seguridad e higiene en las escuelas (ventilación adecuada, barbijos de calidad), como ocurre en España o en Francia en donde el magisterio acaba de protagonizar una importante huelga por este motivo.

Parte de los gobiernos pretenden que se deje de considerar al Covid-19 como una pandemia para pasar a ser tratado como una endemia, es decir una enfermedad común con la que hay que convivir, orientación que busca llevar a fondo el gobierno progresista de Unidas – Podemos en el Estado español. El celo con el que gobiernos como el de Draghi en Italia, Nehammer en Austria o Macron en Francia, buscan aplicar restricciones a los no vacunados o vacunar de manera obligatoria a la población pretende encubrir la responsabilidad de los regímenes en la no contención de la pandemia.

La vacunación, utilizada por los gobiernos como argumento para avanzar en su política criminal de reducir o eliminar el aislamiento de contagiados o contactos estrechos ofrece fuertes claroscuros. Es que Europa contiene su propio “tercer mundo”; numerosos países de Europa Oriental (dentro o fuera de la Unión Europea) registran tasas de vacunación completamente por debajo del promedio. Así, solo un 41% de la población rumana cuenta con dos dosis, en Bulgaria el porcentaje es del 28 por ciento, mientras que en Bosnia solo del 20%. La contracara de este cuadro es el gigantesco negocio que siguen haciendo los laboratorios, a los que los principales gobiernos del continente vienen defendiendo negándose a instrumentar la liberación de las patentes. AstraZeneca, la multinacional británica, por caso, aumentó sus ganancias un 159% entre 2020 y 2021 y la alemana BioNTech registró 15 mil millones de dólares de ingresos en 2021.

Sin embargo, el panorama dista de ser confortable para los gobiernos; al despunte de luchas obreras en Francia le sigue la crisis política abierta en Inglaterra por la violación de las medidas de cuidado que realizó Boris Johnson y miembros de su gobierno, al organizar de manera reiterada fiestas y encuentros, lo que está haciendo caer en picada su imagen pública.

Para la clase obrera, la salida pasa por organizar la lucha en defensa de la salud y las condiciones laborales. El paro de la docencia francesa marca un camino. Por el respeto a los tiempos de aislamiento, por el testeo masivo de la población, por protocolos de seguridad e higiene bajo control de comisiones obreras y la aplicación de las medidas de cuarentena que resulten necesarias, sin afectar los ingresos de los trabajadores. Por el equipamiento y centralización del sistema de salud.

Los trabajadores pueden forjar una salida al fracaso de los gobiernos capitalistas ante el coronavirus.