Estados Unidos: fin de semana de acciones callejeras contra el racismo y la represión

Movilizaciones ante el juicio por el asesinato de George Floyd; actos contra la violencia hacia la comunidad asiática; choques con los supremacistas blancos.

A poco de cumplirse un año del inicio de la rebelión en Estados Unidos, el fuego continúa crepitando. Este fin de semana del 10 y 11 se desarrollaron diversas acciones con una extensión nacional, demostrando que el activismo se rehúsa a entregar las calles.

La primera escala consistió en las concentraciones durante la segunda semana del juicio al policía Derek Chauvin, responsable material del asesinato de George Floyd. El proceso, amañado para evadir los cuestionamientos de fondo al aparato estatal, es seguido de cerca por nutridos contingentes. Pero la furia contenida estalló al conocerse un nuevo asesinato perpetrado por la policía de Mineápolis. Se trata de Daunte Wright, de 20 años, quien recibió un impacto de bala letal al reingresar a su vehículo, tras una discusión con la policía por una multa de tráfico. Los manifestantes movilizaron al cuartel policial, sorteando las reiteradas emboscadas de las fuerzas represivas.

Otro tanto ocurrió con los llamamientos de organizaciones políticas, sociales y democráticas a irrumpir en las acciones auspiciadas por los grupos protofascistas, repudiando su presencia callejera. Durante toda la semana pasada, las distintas cepas de supremacistas blancos agitaron por redes sociales la idea del “white lives matter” lo cual debía culminar con actos locales. Pero, lejos de las expectativas de sus organizadores, se encontraron con fuertes resistencias organizadas. Los activistas populares enfrentaron a los vástagos del Ku Klux Klan con sus propias consignas, incluso ante las provocaciones y bravuconadas. La militancia democrática se hizo sentir especialmente en ciudades como Denver, Los Ángeles y Seattle.

Además, se sucedieron actos y marchas de repudio a los crímenes de odio contra la comunidad asiática. En San Diego se desarrolló una movilización especialmente concurrida, mientras que mítines locales fueron montados en todo el país. La discriminación contra los inmigrantes asiáticos es un flagelo subterráneo en la sociedad estadounidense, que niega incluso su tipificación en las estadísticas oficiales. La combinación entre los discursos conspiranoides del expresidente Trump sobre “el virus chino” y la prosecución de la guerra comercial ha recrudecido la situación. El mes pasado, un tirador asesinó a ocho mujeres en las afueras de Atlanta, siete de ellas de origen asiático, haciendo realidad los mayores temores de esta comunidad. El presidente Biden negó que fuera consecuencia de una política de Estado, y no brindó soluciones concretas.

La circunstancia de que se trate, en todos los casos, de movilizaciones democráticas con un planteo político laxo no borra la importancia de que los revolucionarios intervengan con sus métodos y programas, desenmascarando las responsabilidades del régimen y confrontando con el Estado. La deserción de los Demócratas Socialistas (DSA), embarcados en sostener al nuevo gobierno, debe ser una señal para todo el activismo combativo.

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