Estados Unidos

Declaran culpable al policía que asesinó a George Floyd

Continúan la violencia estatal y el gatillo fácil

Familiares de George Floyd festejan el fallo en el juzgado.

En la tarde de ayer, un jurado declaró culpable, por todos los cargos que enfrentaba, a Derek Chauvin, ex oficial de la Policía de Minnesota. El veredicto, transmitido en directo por múltiples canales estadounidenses, llegó luego de sólo 10 horas de deliberación.

El asesino de George Floyd fue encontrado culpable de asesinato en segundo grado, punible con hasta 40 años de prisión; asesinato en tercer grado, que conlleva hasta 25 años de prisión; y homicidio involuntario, que lleva hasta 10 años de cárcel. Como no tiene antecedentes penales, Chauvin solo podría ser condenado a un máximo de 12 años y medio de prisión por los primeros dos cargos y a 4 años de cárcel por el tercero. La decisión recaerá sobre el juez de la causa, Peter Cahill, quien anticipó se expedirá en ocho semanas.

Un fallo favorable en un mar de impunidad

El juicio, y particularmente su recta final, estuvo marcado por una creciente tensión en el país. Sucede que, desde que comenzaron los alegatos y las citaciones a testigos el 29 de marzo pasado, 64 personas fueron asesinadas a manos de fuerzas de seguridad estadounidenses. La mayoría de las víctimas – más de la mitad – eran afroamericanas o de origen latino. Es decir, desde el 29 de marzo al 17 de abril, en promedio, fueron asesinadas 3 personas por día a manos del aparato represivo estatal estadounidense.

Para ahondar más en números, según la base de datos de MappingPoliceViolence.org y el Washington Post, más de 1100 personas son asesinadas por año a manos de la policía. La mayoría de las víctimas son afroamericanas y de origen latino, menores de 30 años.  En contraposición a estos números, sólo el 1,13% de los policías asesinos recibió algún tipo de cargo criminal, mientras que únicamente el 0,3% recibió una condena por asesinato u homicidio.

El fantasma de la rebelión popular rodea los tribunales

La explicación para un fallo unánime favorable – el primero en la historia de Minnesota contra un agente blanco por el asesinato de un afroamericano según la Unión Americana para las Libertades Civiles- hay que buscarla en el movimiento desatado por el asesinato de George Floyd, el 25 de mayo del año pasado. Millones de trabajadorxs de Estados Unidos, pero también en todo el mundo, salieron a las calles desatando una rebelión de carácter nacional en el seno mismo de la nación imperialista.

Sumado a esto, durante los días del juicio, el asesinato de Daunte Wright, un joven negro de 20 años, en un suburbio de Minneapolis, rebeló nuevamente a la ciudad. La escalada de movilizaciones, que duraron varias noches, previas al veredicto en el caso de Chauvin, tuvieron como respuesta un toque de queda nocturno y el despliegue de tropas de la Guardia Nacional para el juicio.

Frente a la amenaza de un nuevo capítulo de la rebelión de lxs trabajadorxs estadounidenses, movilizadxs a los tribunales con lemas como “El mundo está mirando, nosotros estamos mirando, hagan lo correcto” y “Black Lives Matter” primó la consciencia de que un fallo de impunidad podía repetir lo sucedido en Los Ángeles, en 1992, cuando un jurado compuesto casi completamente por blancos absolvió a cuatro agentes de policía que apalearon al taxista negro Rodney King. En dicha ocasión, los motines duraron casi una semana, 63 personas fueron asesinadas y más de 12.000 fueron arrestadas.

 

La impostura demócrata y los desafíos venideros

Minutos después del fallo, el presidente Joe Biden, y su vicepresidenta, Kamala Harris, declararon que Estados Unidos tenía “la oportunidad de comenzar a cambiar la trayectoria” e instaron al Senado a votar el proyecto de ley de reforma policial, aprobado ya por la Cámara de Representantes, para que él pueda firmarlo de forma inmediata.

La impostura es total. ¿De qué cambio de trayectoria hablan? Como describimos arriba, los asesinatos contra trabajadorxs – particularmente negrxs y latinxs –  siguen aumentando durante la gestión de Biden. La militarización de las calles fue ordenada por gobernadores demócratas.  El proyecto de reforma lejos está del reclamo levantado por millones, el año pasado, de desmantelar la policía. Todo lo contrario ¡El proyecto apunta a aumentar su presupuesto!. Y sumado a todo esto, a pesar de centenares de pronunciamientos mundiales, cientos de activistas continúan siendo presos políticos, como es el caso de Mumia Abu – Jamal, como una búsqueda de aleccionar a quienes se quieran levantar contra todo tipo de opresión del Estado capitalista.

El fin de la violencia policial hacia la clase obrera es incompatible bajo el capitalismo. Queremos llamar la atención, en ese sentido, a la posición de los Demócratas Socialistas, embarcados en una campaña para sostener al nuevo gobierno de Biden, y por lo tanto al régimen en su conjunto. El legado de la rebelión contra los asesinos de George Floyd no puede ser una reforma policial con aumento de presupuesto. La pelea contra la impunidad policial, contra el racismo, y por el desmantelamiento del aparato represivo plantea un desafío claro para lxs explotadxs: la construcción de un partido propio de la clase obrera que desenmascare al Estado imperialista y que lo confronte con un programa y métodos revolucionarios.