Hundimiento económico y sanitario en Italia

Más de 30 mil casos diarios. El gobierno rechaza el retorno a la cuarentena.

El panorama sanitario, así como el social y el económico, vuelve a mostrarse sombrío para los italianos. Con más de 30 mil nuevos casos diarios de Covid-19 registrados oficialmente y con un promedio de 200 muertos por día la situación se aproxima a la vivida en marzo cuando el sistema de salud italiano colapsó y se agotaron los insumos y la disponibilidad de camas para atender a todos los enfermos graves. Sin embargo, algunos aspectos del actual cuadro indican la posibilidad de que la situación se vuelva más grave aún. Por un lado, porque a diferencia de lo ocurrido en la primavera boreal, la pandemia no se encuentra focalizada en regiones particulares, sino que, con cerca de 10 mil focos activos, el virus está presente en el conjunto del país. Por el otro, porque la mayor difusión del Covid-19 hace que un grupo más masivo de la población, en particular los jóvenes donde se detecta la mayor prevalencia, se transforme en el vector que lleve la enfermedad a los sectores más vulnerables en términos médicos.

El gobierno viene desoyendo a los especialistas que pronosticaron una situación como la actual y sus tendencias catastróficas. Hace dos semanas se dio a conocer una carta firmada por más de 100 científicos en la que verificaban el crecimiento vertiginoso de la ocupación de camas de terapia intensiva y reclamaban al gobierno la necesidad de tomar “medidas drásticas” (La Nación, 23/10). Recién en los últimos días y con un crecimiento de un 50% en la cantidad de casos registrados el Ejecutivo a cargo de Giuseppe Conte implementó algunas medidas de aislamiento parcial como la restricción horaria para bares y restaurantes y se evalúa la posibilidad de otras nuevas como el cierre de los centros comerciales los fines de semana o la restricción del tránsito entre regiones. El argumento con el que el gobierno rechaza la instauración de disposiciones más severas es el de no querer afectar la economía nacional, a pesar de que los lugares de trabajo son el ámbito fundamental de transmisión. Como en la etapa original de la pandemia, el norte industrial y en particular Milán y toda la región de Lombardía son la zona donde más contagios se detectan.

La situación es dramática para los trabajadores. A pesar de la vigencia de la prohibición de despidos, el desempleo no ha parado de subir hasta orillar el 10%, que entre los menores de 25 asciende al 30%. Las cámaras patronales como la Confindustria anuncian una caída de la actividad industrial del 10% en 2020 y la pérdida de 410.000 empleos (eleconomista.es, 10/10). El levantamiento de las medidas de cuarentena no ha modificado el cuadro calamitoso en el que se encuentra la economía. Sí, en cambio, agravó la crisis sanitaria.

No está en carpeta para el centroizquierdista Conte la adopción de un curso que implique la clausura de las actividades económicas no esenciales, la garantía de ingresos para las familias trabajadoras y la centralización de los recursos para equipar al sistema de salud. A pesar de la “precaución” gubernamental, la crisis política crece, miles de personas se han manifestado contra las limitadas medidas adoptadas por el gobierno, insufladas fundamentalmente por grupos derechistas. Algunos gobiernos regionales, como el de Piamonte, volvieron a solicitar la asistencia del ejército para intervenir ante el desborde de la pandemia.

El conjunto de la situación reclama una intervención decidida de la clase obrera en el escenario político alrededor de un planteo frente a la crisis sanitaria (centralización del sistema de salud, comisiones de seguridad e higiene en los lugares de trabajo y los barrios, prohibición de despidos) y de un programa de independencia de clase, para que la crisis la paguen los capitalistas, los responsables de la actual catástrofe económica y sanitaria.