La crisis política en Costa Rica y las tareas de los revolucionarios

Posicionamiento y plan de acción de Juventud Obrera

Costa Rica

Este documento constituye el marco de principios del grupo Juventud Obrera, recientemente constituido en Costa Rica. Caracteriza la crisis política que atraviesa el país y el rol de las diferentes tendencias que se reclaman de izquierda. Propone definiciones de fondo que ubican a Juventud Obrera en el terreno de la independencia de clase, de la construcción de partidos revolucionarios y de lucha por el gobierno de los trabajadores. Fue aprobado en su reunión plenaria del 18 de julio.

1. Crisis de régimen, pandemia y lucha de clases.

La devastadora emergencia de la pandemia del Covid-19 no creó la actual crisis, sino que actuó como detonante de un estallido que ya estaba en curso. El sistema capitalista mundial se encuentra en una recesión, con tasas negativas de crecimiento en múltiples países, incluyendo a Estados Unidos y Europa. Existe una clara amenaza a que la situación dé un salto y se transforme en una depresión mundial.

Estamos ante una brutal crisis que el capital no puede tramitar únicamente con una nueva desvalorización de la fuerza de trabajo, sino que se plantea la quiebra de ramas enteras y nuevas concentraciones monopólicas, como ya está ocurriendo en el sector de las aerolíneas y otros rubros comerciales. Los gobiernos están destinando sumas gigantescas al rescate del capital. No obstante, esto puede llevar a la quiebra del Estado, puesto que este dinero viene de préstamos con bancos internacionales, y al no contribuir al desarrollo nacional, puede derivar a una cesación de los pagos de la deuda y la adquisición de nuevos préstamos para pagar la deuda original. Dicho dinero, dirigido al rescate del capital transnacional, no se dirige al pago de deudas contraídas con instituciones vinculadas a la acción social, como la CCSS.

El proceso político de Costa Rica está condicionado por esta crisis mundial. En el periodo anterior, la demanda de materias primas por parte de China permitió un inédito crecimiento en las exportaciones sobre la cual se montaron los regímenes latinoamericanos (desde los abiertamente reaccionarios hasta aquellos que se reclamaban nacionalistas y frente populistas), aunque sin que ello comporte una transformación de fondo de las estructuras productivas.

Por el contrario, en la actualidad asistimos a una reversión de esta tendencia. La renovada intromisión estadounidense en la región no puede achacarse únicamente a la intempestiva personalidad de Trump, sino que se relaciona con la preservación de su “patio trasero” frente a la influencia creciente de China y, más en general, a partir de las cuentas que no cierran en el mismísimo suelo norteamericano. A esto se le suma la presente rebelión popular en curso, que está modificando todo el panorama político.

Costa Rica está al margen de este proceso, puesto que es cierto que China llegó a convertirse en el segundo socio comercial, [pero] nunca ha competido realmente con el primer socio comercial EEUU que representa más de la mitad del comercio exterior costarricense. Las relaciones económicas con China comienzan en la administración Arias con la ruptura de relaciones con Taiwán. Los cuatro mayores productos costarricenses de exportación a China son procesadores y controladores electrónicos (73,4%), el partes y accesorios de computadoras (22,6%), apenas el 0,6% desperdicios y 0,4% desechos de cobre y cueros de bovino o equino curtidos. Costa Rica exporta a China entre otros productos: tilapia, camarón, flores, plantas, cacao, yuca, pinturas, chocolates, palmito, ron y cueros e importamos de ese país: materias primas textiles, instrumentos musicales y calzado para deporte.

Se ha logrado vislumbrar los límites de las experiencias derechistas recientes, incluyendo la crisis desatada en el Brasil de Bolsonaro, al igual que el fracaso de la tentativa de Guaidó en Venezuela o la imposibilidad de institucionalizar el golpe en Bolivia. A esto se le suma la bancarrota de los sectores chavistas, que promovían que un ala más pragmática de la burguesía y del imperialismo vea con buenos ojos variables intermedias de recambio, que garanticen tanto la institucionalización del proceso político, como los compromisos comerciales y de la deuda.

En esta tendencia de crisis de regímenes políticos se inscribe el reciente “operativo de salvataje”, que esbozó Carlos Alvarado en su discurso sobre las tratativas con la OCDE. Esto reivindicando tanto a su predecesor Luis Guillermo Solís como a Laura Chinchilla del PLN, cuyas políticas “neoliberales” el PAC, anteriormente, decía renegar. Pero el PAC, que nació con discursos contra el bipartidismo, contra las “castas políticas”, y hasta contra el tratado de libre comercio, hace tiempo que muestra su verdadero rostro: un recurso de rescate del sistema político y de su burguesía, salpicado de escándalos de corrupción, y subordinado al acuerdo con el imperialismo.

Hace dos años, el PAC ganaba un reñido balotaje contra un “outsider” catapultado al segundo lugar. A diferencia del relato que quieren traficar, su triunfo no se basó únicamente en un cambio de estrategia de campaña, con promesas de derechos sociales contra el oscurantismo clerical de su contrincante. Carlos Alvarado recibió el apoyo mayoritario del empresariado y de los partidos que le responden.

Este apoyo entrañaba el problema de la gobernabilidad, es decir, de la preeminencia de los intereses del conjunto del régimen en momentos en los cuales los capitalistas discutían una ofensiva en regla contra los trabajadores. Así, el “renovador” PAC encontró su espacio propio en la corroída estructura de social-cristianos y liberacionistas (incluyendo los sistemas clientelares de los cantones) a quienes integró al gabinete, conformando una suerte de unidad nacional. Estamos ante un gobierno de coalición, híbrido, que se encuentra plagado de choques que se hacen manifiestos en constantes rupturas y renuncias, polémicas parlamentarias y condicionamientos judiciales recíprocos.

La crisis mundial, la pandemia y la depresión económica que se avecina están recrudeciendo los choques hacia el interior del gobierno. El debate sobre la reestructuración de la deuda y la necesidad de un nuevo ajuste fiscal comienza a dividir aguas en la coalición, lo cual podría acelerar un quiebre definitivo. Como expresión y condensación de dichos choques se puede mencionar el gran recambio de 16 ministros que se han dado hasta el momento, entre ellos la reciente renuncia del ministro de Ambiente, el de Hacienda, la de Comunicación y el de Ciencia Tecnología. Pocos días atrás pudo verse el desdén presidencial hacia las recomendaciones del ahora ex-ministro de hacienda sobre un recorte “duro” del gasto, en torno a un déficit que se estima que trepará al 8,6% del PBI. En la misma línea del ministro, el presidente del banco central propuso un aumento de los impuestos al consumo, aunque el rechazo de la mayoría oficialista lo obligó a desdecirse.

Los periódicos reportan que ambos están siendo tentados políticamente para sumarse a la coalición derechista que acaban de presentar los históricos partidos PUSC y PLN, que hacen del ajuste fiscal la piedra angular de su programa. Aunque formalmente sigan dentro de la coalición gubernamental, es evidente que la derecha prepara una maniobra de recambio. Para echar más leña al fuego, todo esto coincide con la rebaja de la calificación crediticia de Costa Rica por parte de la agencia Fitch, de B+ a B, una señal de la desconfianza de las plazas financieras.

De momento, Carlos Alvarado está tratando de impulsar la impresión monetaria para cubrir el déficit, en una negociación mano a mano con alcaldes aliados a su política y las federaciones empresariales. No obstante, los mecanismos para sostener el flujo de las reservas comienzan a agotarse. El nuevo crédito del FMI, de 900 mil millones de colones, se liquidará casi en su totalidad al afrontar el pago de la deuda, que ya supera el 60% del PBI. Mientras el déficit crece, el gobierno otorga mayores exenciones impositivas y subsidios al sector transnacional agrícola y a las zonas francas.

Las PYMES tampoco se ven beneficiadas, puesto que no se puede garantizar su competencia con el gran capital extranjero. La firma del TLC conspiró contra cualquier vestigio de mercado interno y de desarrollo nacional. El supuesto progreso social, incluyendo la instalación de multinacionales y empresas de servicios, se sustenta en una mano de obra precarizada. La laxitud de las barreras migratorias ha sido utilizada por los gobiernos para avanzar contra los cuantiosos residentes nicaragüenses, venezolanos y de otras nacionalidades, a quienes se les niegan derechos laborales y sindicales básicos. Este modelo del gobierno del “bicentenario”, que comienza a estallar, está en la base de los choques y las tendencias a la disgregación del régimen.

La persistencia de la crisis podría desencadenar un intento bonapartista a cielo abierto, es decir, de arbitraje personal. El PAC ha buscado el refuerzo y legitimación social de la figura presidencial, especialmente en torno al manejo de la pandemia. El anuncio favorable con respecto a la OCDE, que Alvarado ofrenda a los capitalistas como el gran logro de su gestión, es tanto un espaldarazo del imperialismo hacia el gobierno como una advertencia de que nadie debe cambiar su posición actual.

La posibilidad de ingreso a la OCDE, que es presentada interesadamente como un “progreso” para el país es, en verdad, un nuevo episodio de sometimiento al capital financiero internacional. Dicho ingreso se inscribe en la larga saga que tiene como principal episodio la firma del tratado de libre comercio, pero también incluye el establecimiento de zonas francas y la “apertura” al mundo, que trajo despidos y nuevos golpes al salario, las concesiones privadas de puertos, servicios y entidades del Estado, el vaciamiento de la Caja, la destrucción del sistema de salud y educación público, y la flexibilización del empleo.

Sorpresivamente (o no), estos anuncios se realizan en medio de lo que puede desarrollarse como una gigantesca catástrofe humanitaria, social, sanitaria y, por supuesto, económica. Aunque el gobierno insista en la supuesta eficacia del combate al “enemigo invisible”, la pandemia puso de relieve los constantes ataques a los resabios del Estado de bienestar costarricense. Se estima que 200 mil trabajadores se verían afectados por la pérdida de su empleo o modificaciones de contratación sólo en el sector turismo.

El gobierno recorta el presupuesto de ayuda social, mientras que aumenta los subsidios para el rescate de las empresas. El conflicto por los pasos fronterizos no sólo revela las disputas reaccionarias entre los gobernantes capitalistas centroamericanos, sino las consecuencias de la pérdida de autoabastecimiento alimentario y de productos sanitarios y de primera necesidad, lo cual afecta especialmente a la clase obrera.

La perspectiva de que Costa Rica sería el primer estado centroamericano en ingresar a la OCDE además de promover, una vez más, el patrioterismo y la animosidad contra los trabajadores extranjeros (división únicamente funcional a las burguesías nacionales), encubre un hecho de máxima importancia: en los otros dos países latinoamericanos miembros del organismo, Chile y Colombia, la clase trabajadora y el pueblo oprimido vienen de ser protagonistas de gigantescas movilizaciones contra todo el régimen político y, especialmente, contra el ajuste recetado por la OCDE.

Pocos meses atrás, millones de personas irrumpían en las calles chilenas. Otros tantos lo hacían en Ecuador, Nicaragua y Puerto Rico, pero también se levantaron en el norte de África y en Oriente Medio, se agudizaron las luchas obreras en Francia, las rebeliones en Hong Kong, en la India y en el mismo centro del imperialismo, Estados Unidos. Esta es la demostración de que continúa vigente la transformación social por la vía de la movilización popular, a la vez que coloca en agenda la lucha por una dirección revolucionaria que las lleve a la victoria.

Como un espejo que comienza a cristalizar esta situación, los últimos años colocaron a Costa Rica nuevamente en un escenario de intensificación de la lucha de clases. 80 mil trabajadores ganaron las calles contra el recorte fiscal. Se produjeron importantes huelgas, especialmente en el sector público. Las y los trabajadores de la Caja se movilizaron por sus reclamos. Aumentó la lucha sindical en el regimentado sector privado. Las universidades vivieron un estudiantazo que tumbó a la ministra de Hacienda, siguiendo las protestas de estudiantes de secundaria que lograron sacar al Ministro de Educación. Miles de mujeres se movilizaron por la firma de la norma técnica del Aborto Impune y contra la violencia de género, mientras que la comunidad LGBTI colocó sus reclamos a una escala cada vez más amplia. Los pueblos originarios se manifestaron por sus tierras y fueron brutalmente reprimidos. En la construcción, en la pesca, en las bananeras, en municipales, en mensajería, en docentes, en fabriles, se desarrollaron conflictos que sólo pudieron ser aislados y derrotados por la entregada de la burocracia sindical, que constituyó el Encuentro Social Multisectorial con la iglesia para arribar a nuevos acuerdos con el gobierno.

Aún así, no se trata meramente de una continuidad neoliberal, como plantea la burocracia sindical y los sectores de la izquierda que le hacen seguidismo. En cambio, es ilusa la consideración de un capitalismo bueno y un capitalismo malo. La burocracia, que viene de una perfecta armonía con el anterior gobierno del PAC, juega sus cartas en la puja interna del gobierno. A su vez, Alvarado utiliza las negociaciones con las cúpulas sindicales como elemento de resguardo ante sus aliados-opositores. Los revolucionarios deben tender un puente entre quienes se alzan contra el ajuste y la lucha por una alternativa obrera y socialista.

El ciclo de luchas populares está lejos de cerrarse. En Panamá, en Nicaragua, en República Dominicana, ya comienzan a estallar los reclamos y movilizaciones ante las gravísimas condiciones impuestas por los gobiernos para salvar a las empresas. Este futuro, de rebeliones populares y levantamientos obreros, es el que le espera indefectible a Costa Rica.

La tarea es poner en pie un fuerte partido de la clase obrera, integrado por las y los más conscientes luchadores y activistas populares, basado en los intereses de clase de la clase obrera (es decir, contrapuesto a la burguesía) que lidere un movimiento de lucha y lo conduzca hacia la victoria de la revolución social y la instauración de un gobierno propio de la clase trabajadora y las mayorías explotadas.

2. La responsabilidad de la izquierda indefinida, la complicidad de la socialdemocracia el seguidismo de la izquierda marxista.

La política adoptada por el Frente Amplio como representante de la socialdemocracia en los últimos años y sobre todo en esta crisis merece una reflexión de todos los luchadores. El Frente Amplio ingresó a la coalición con el PAC colocando funcionarios en las carteras ministeriales. Las críticas que aún mantienen desde la legislatura y públicamente no pueden eludir este hecho. La integración ministerial a un gobierno de estas características (capitalista, de acuerdo con el imperialismo, represivo, anti obrero) hace responsable a todas las fuerzas políticas que lo constituyen de la totalidad de las acciones gubernamentales.

Aquí no se trata de detalles o tácticas, sino del pago de la deuda, del tratado de libre comercio, del ingreso a la OCDE, de la represión a las luchas populares. Esto coloca al Frente Amplio, sin desmedro de la honestidad de muchos de sus simpatizantes, en un terreno objetivamente opuesto a las causas populares.

La integración del Frente Amplio al Estado no trajo ningún beneficio para los trabajadores. Al contrario, sembró la confusión. Actúa como un ala que, por la vía del prestigio social de sus referentes, les lava la cara a las acciones más reaccionarias del conjunto del régimen.

Pero la claudicación del Frente Amplio, que aleja de sus filas a camadas enteras de activistas y luchadores, no puede explicarse únicamente por la voracidad electoralista y la corrupción personal de los dirigentes. La situación actual es indisociable del agotamiento del chavismo, del sandinismo o de los referentes del foro de San Pablo y su incapacidad para desenvolver un planteo de autonomía nacional y transformación social.

No se trata de un desvío, sino de una política inscripta en sus genes. A pesar de los discursos encendidos y hasta combativos, la tentativa de reformar el capitalismo dentro de los márgenes del sistema lleva indefectiblemente a entregar las luchas en pos de un acuerdo con la burguesía y hasta con sectores del capital imperialista. Es decir, a contribuir a la contención de las luchas, bloqueando su desarrollo hacia instancias de mayor confrontación con el régimen.

El Frente Amplio no es recuperable, pero muchos de sus militantes sí. Desde Juventud Obrera llamamos a sacar un balance a fondo de esta experiencia y a superarla mediante la construcción de una alternativa revolucionaria. La combinación de la crisis del Frente Amplio con la emergencia de nuevas situaciones de lucha en Costa Rica y el continente, abre la oportunidad a los luchadores de retomar el hilo rojo de la revolución.

No obstante, la ausencia de una política de lucha de clases en el movimiento obrero no solo es achacable a la socialdemocracia, sino también en parte al permanente seguidismo en bajo perfil de los partidos de la izquierda que se reivindican socialistas y revolucionarios, que llegan a esta etapa corridos de la escena, con muy baja militancia y con actividades de baja intensidad que no tienen peso en la lucha de clases. Esto no puede achacarse únicamente a límites organizativos, sino que es necesario poner en debate décadas de política movimientista de estos partidos y organizaciones, es decir, de privilegio de la construcción indiferenciada según las modas políticas de contenido burgués en perjuicio del trabajo por un partido de la clase la clase obrera, y de seguidismo a diferentes fracciones del progresismo y nacionalismo, o bien, de la burocracia sindical. Sumado a esto, se encuentran a menudo políticas sectarias dentro de las organizaciones que se dicen marxistas, lo cual perjudica cualquier intento en construir un frente de lucha en conjunto.

La raíz común es la ausencia de una delimitación estratégica, de fondo, con las fuerzas nacionalistas y frente populistas de Costa Rica y del continente. Es decir, una delimitación de aquellas corrientes que, levantando banderas populares, arrastran a los trabajadores tras la burguesía.

Esta delimitación no puede salvarse por la enunciación de la vigencia de la revolución o el desarrollo de acciones combativas, sino que exige enfrentar y clarificar las maniobras de contención política de las fuerzas democratizantes y reformistas, que alientan ilusiones en la colaboración de clases. La ausencia de una delimitación de fondo, la adaptación al atraso de los movimientos y las expectativas puestas en un viraje izquierdista de fuerzas del régimen jugó un importante papel en que sean el Frente Amplio, el ala de Albino Vargas y otros grupos centro izquierdistas quienes se entronaran como referentes de los trabajadores por todo un periodo, luego de las luchas del combo y contra el TLC, en desmedro de una alternativa revolucionaria.

Se impone, por lo tanto, la necesidad de una delimitación crítica, y no de una unidad oportunista y sin principios, que clarifique el lugar político de cada grupo y avance en la claridad por una alternativa verdaderamente revolucionaria.

3. Un programa para que la crisis la paguen los capitalistas

La inminencia de la firma definitiva del ingreso a la OCDE no empaña lo fundamental: una nueva irrupción popular, como la vivida en el último tiempo en Costa Rica y en todo el continente, pondría fin a cualquier pretensión de ajuste contra la clase trabajadora y permitiría retomar la lucha para que sean los capitalistas, es decir, los que generaron esta crisis, quienes la paguen.

Para contribuir a la victoria definitiva de esta perspectiva, Juventud Obrera lucha por la separación de la clase obrera costarricense y centroamericana de sus direcciones políticas burguesas, reformistas, frente populistas y nacionalistas, y por la construcción de una alternativa revolucionaria. Somos resultado político de las rebeliones recientes, pero también de cien años de movimiento obrero y popular en Costa Rica y Centroamérica, y de los esfuerzos por construir una alternativa de clase, sin que esto nos emparente con las direcciones traidoras o el rumbo posterior de estos procesos.

Nos pronunciamos por el principio organizativo basado en el centralismo democrático, entendido como la máxima libertad de debate y crítica hacia el interior de la organización, combinado con la total unidad en la acción. A su vez, tomamos como punto de llegada a futuro, la constitución de una dirección política democráticamente electa, es decir, que se oponga a la burocratización del partido, por medio de la acción conjunta entre los cuadros y dirigentes, al igual que entre el partido y las masas proletarias que pertenecen al mismo. Para ello han de crearse equipos de trabajo, sumado a congresos e instancias plenarias en las que se vote y refrende el accionar político de nuestra organización.

Estamos por la construcción de un partido de militantes, de combate, que tenga su fundamento en la acción directa. Entendemos que esto significa la perspectiva de intervención concreta y del desarrollo de acciones de lucha junto a la clase obrera y los sectores oprimidos, organizada por compañeros de carne y hueso que ponen el cuerpo día tras día, en oposición a las discusiones de salón y los arreglos entre cúpulas. Por eso mismo, nuestro financiamiento es independiente, basado en el aporte de militantes y colectas solidarias de simpatizantes y obreros. Rechazamos la cooptación política y material de las organizaciones populares por parte del Estado y de los patrones.

Proponemos este programa por reivindicaciones concretas, que sirva de puente y transición hacia la lucha por un gobierno de trabajadores.

Por una revolución socialista y el control obrero de los medios de producción

Por gobiernos de trabajadores obreros y campesinos en Costa Rica y en todos los países, resultantes de revoluciones sociales que pongan fin al Estado capitalista y sus instituciones, en la perspectiva del comunismo y de la abolición de las clases. Por la plena democracia obrera y el internacionalismo proletario. Por una república socialista centroamericana y por la unidad socialista de América Latina.

Por una organización de la economía con miras a la construcción del socialismo

El desarrollo de la economía costarricense ha atravesado en los últimos 40 años una transición neoliberal que ha provocado una disminución de las pequeñas empresas familiares para darle paso a las multinacionales, de modo que toda la economía se ha transformado en torno a esta nueva realidad que le da preferencia a la inversión extranjera en perjuicio de la producción interna.

-Salida de la OCDE, fin del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (DA-CAFTA) y renegociación de los otros tratados de libre comercio con una perspectiva de clase que beneficie a los obreros y campesinos.
– Fin de las privatizaciones de instituciones y empresas estatales, fin del pago de la deuda
– Ya que el dinero de los organismos financieros internacionales nunca ha llegado a beneficiar a la clase obrera, sino a las redes de corrupción del Estado capitalista y a las cámaras empresariales, por lo que ellos deberían pagar la deuda
– Ruptura con el FMI y con los organismos de crédito del imperialismo
– Nacionalización del sistema bancario
– Nacionalización de sectores estratégicos de la producción para ponerlos al servicio de la clase obrera
– Impuestos a las grandes fortunas, registro de accionistas, renta global, renta mundial y demás medidas para frenar la evasión y el fraude fiscal y reducir la elusión fiscal.

Por la defensa de trabajos con condiciones dignas

Durante muchos años, el panorama de lucha en el país ha pasado a ser dominado por las cámaras de industriales y empresarios y por los sindicatos públicos, enquistados en un aparato burocrático. Estos han trabajado para hacer mella en los derechos laborales del país mediante la casta dirigente del Estado sometida a los deseos del empresariado. Es por esto que hay una necesidad de que se construyan organizaciones obreras para la lucha para defender los derechos laborales.

-Aumento de los salarios en un monto no menor al de la inflación real
– Fin del trabajo precarizado
– Creación de sindicatos combativos por gremio
– Prohibición de despidos en situaciones de emergencia nacional
– Seguro por despido, prohibir las suspensiones de contrato
– Creación de empresas de propiedad colectiva y de control obrero
– Fin de los impuestos al consumo.

Por una construcción de mecanismos de lucha de la clase obrera

La clase obrera y el campesinado costarricense no tiene en este momento ningún mecanismo de lucha con capacidad real de hacerle frente a los capitalistas que gobiernan el Estado y dirigen su política. Además, la clase obrera y el campesinado está sometida a las migajas que pueda conquistar dentro del Estado la socialdemocracia, que debilitada y burocratizada, se enfoca cada vez más en el electoralismo como su método histórico predilecto para la lucha, abandonando a la clase obrera y el campesinado a su suerte.

-Por la defensa de los mecanismos de organización obrera con independencia política de clase.

– Por la construcción de un frente obrero con independencia política, por la lucha obrera en todos los métodos disponibles.

– Por la dirección obrera de los sindicatos, y ponerle fin a la burocracia sindical.

– Por los derechos plenos de las personas migrantes, por una política internacionalista con la clase obrera migrante y por una política de apoyo mutuo entre los trabajadores de todos los países, especialmente en América Latina.

– Homogeneización al acceso de derechos por rama productiva.

Por la defensa de las conquistas de los trabajadores en el Estado burgués en salud y educación, hacia la transición a un Estado socialista.

Es conocido que las conquistas dentro del Estado burgués son endebles y frágiles, y no garantizan la real emancipación de la clase obrera. Sin embargo, estas conquistas sirven para garantizar condiciones mínimas de vida digna a la clase obrera, de manera que pueden ser usadas en beneficio estratégico de la lucha de la clase obrera para su propia emancipación a través de la lucha, y como acervos de la clase obrera, éstos deben ser usados para construir el Estado socialista.

-Rechazo a la privatización.
-Aumento de aportes patronales.
-Defensa del régimen estatal de salud pública, bajo un régimen único y centralizado, con métodos de control y fiscalización por parte de la clase trabajadora.
-Rechazo a la privatización de la salud.
– Aumento de los presupuestos de salud para inversión en infraestructura en todos los cantones.
– Creación de nuevos hospitales y expropiación sin pago y control obrero de las fábricas de producción de insumos médicos.
– Por un sistema único, gratuito, estatal y nacional de educación pública.
– Ingreso universal e irrestricto, que los trabajadores lleguen a las aulas y a la universidad.
– Abajo las pruebas de estandarización educativa de la OCDE y el Banco Mundial.

– Aumento presupuestario para educación y ciencia.
– Por la democratización de los gobiernos universitarios en favor del demos educativo, que coloquen la universidad, la ciencia y la técnica al servicio de las necesidades sociales actuales.
– Reconstitución universitaria por un congreso que vuelva a las bases de la reforma de Córdoba
– Por un gobierno universitario unificado

Construcción de un plan nacional de urbanismo planificado

El acceso a vivienda es un derecho para la clase trabajadora, y por lo tanto debe estar en un eje prioritario de un gobierno obrero. El desarrollo planificado y centralizado del desarrollo urbano es una tarea fundamental en el crecimiento económico del país, así como el desarrollo de la industria y el agro.

-Regulación de los precios de la tierra para frenar la especulación inmobiliaria
-Por un plan nacional de construcción de viviendas baratas para y por la clase trabajadora
-Por la centralización en la planificación del desarrollo y de la expansión urbana, para que los asentamientos nuevos tengan un ordenamiento que permita alcanzar el máximo desarrollo de las comunidades.

Por la construcción de un feminismo obrero y socialista

El movimiento debe tomar una perspectiva clasista, que ponga en el centro las realidades de las mujeres asalariadas y campesinas. Las formas del sexismo actual tienen sus raíces en el sistema productivo capitalista, o sea que cualquier organización feminista debe perseguir el objetivo de destruir el sistema que garantiza su explotación.

Por una conferencia centroamericana de mujeres obreras y campesinas: en la que se organice a las mujeres para erradicar todo tipo de jerarquía que divide a las clases oprimidas, y eliminar de base el sistema productivo capitalista.

Por la organización clasista de un movimiento de mujeres: que ponga la agenda de las mujeres trabajadoras y campesinas en el centro. Que luche contra las desviaciones liberales dentro del feminismo.
Campaña regional por el aborto legal, seguro y gratuito: guiado por los principios de: educación sexual integal para decidir, anticonceptivos variados y de calidad para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir. Empezando por llevar una campaña sistemática a las comunidades periféricas de Costa Rica.
Ni una menos: por la creación de albergues y programas de ayuda psicosocial a las mujeres afectadas por la creciente violencia misógina.

Movimiento LGBTQ combativo

El movimiento por los derechos LGBTIQ+ deben volver a sus raíces populares, que denunciaron la exclusión institucional a las que eran sujetos y sujetas, y de organización combativa a esta misma institucionalidad y sus emisarios en forma de policías violentos. Hoy se debe retomar este espíritu de lucha por la real aceptación de las múltiples experiencias humanas, contra el sistema capitalista que se nutre de esta discriminación y busca ahora capitalizar con el movimiento.

Por un alto total a la discriminación por orientación sexual o identidad de género en todos los espacios desde oportunidades de trabajo hasta el ingreso a locales comerciales y el acceso a servicios.

Programas de asistencia social que garanticen a las personas trans de todas las edades vivienda, educación, trabajo y salud dignos. También con atención psicosocial.
Garantizar los tratamientos hormonales adecuados para los cuerpos trans y cirugías de reasignación de sexo gratuitas en el hospital.
Que los programas de educación sexual sean más inclusivos y atiendan a las necesidades de reconocimiento y aceptación de las personas sexualmente diversas.

Separación entre de la Iglesia y el Estado

La religión a través de la historia ha servido como auxiliar directo del poder político, en favor de las clases dominantes. En Costa Rica tenemos la injerencia histórica de la iglesia católica que incluso mantiene la confesionalidad del Estado hasta el día de hoy. Por otro lado la nueva encrucijada de las iglesias pentecostales en campañas políticas siendo una de las fuerzas políticas con mayor fuerza en el país. Esta condición les ha permitido una serie de privilegios y de sobreposición de la religión en la política contemporánea con el principal objetivo de obstaculizar los proyectos más progresivos propuestos a nivel nacional.

Fin a la exención de impuestos
Expropiación de los terrenos de las iglesias
Por la laicización inmediata del Estado
Fin de la injerencia religiosa en todas las ramas de la vida política, incluyendo los sectores médicos y educativos.

Plena autonomía a los pueblos originarios de América:

En Costa Rica como cualquier gobierno de origen colonial no ha reconocido su parte en la campaña por la desaparición de la autonomía y cultura de los pueblos originarios. Un gobierno obrero y campesino no debe competir por el control territorial con las comunidades originarias. Los conflictos territoriales deben ser contra los grandes terratenientes burgueses nacionales e internacionales.

El reconocimiento del saqueo sistemático centenario de los territorios indígenas de América.
Por el pleno derecho a la tierra comunal de los pueblos indígenas contra el saqueo terrateniente
Basta de la represión estatal, el Estado es ejecutor directo e indirecto de la muerte de Sergio Rojas y Jerhy Rivera.
-Pleno reconocimiento de las comunidades transfronterizas de la frontera con Panamá y fin del aislamiento de las comunidades Ngobe.

Desmantelamiento pleno de los aparatos represivos del Estado

Por la erradicación del monopolio de la violencia estatal, que sirve como la fuerza coercitiva que permite la continuación de la hegemonía capitalista. Los aparatos represivos del Estado tienen como único objetivo hacer cumplir con la ley funcional a los intereses de las clases dominantes, donde importa primordialmente la propiedad privada ante incluso la vida. Debemos eliminar el punitivismo y reemplazarlo con una visión de rehabilitación social.

Desmilitarización de la policía
Ruptura con cualquier tipo de injerencia militar internacional en las fuerzas armadas de Costa Rica
Creación de programas de seguridad civil desde las comunidades
Fin de la colaboración militar con ejércitos imperialistas
Cierre del sistema carcelario, creación de programas de rehabilitación en la mayoría de casos posibles.
Internacional: Fuera las tropas imperialistas de América Latina

Por una alternativa socialista ante la depredación capitalista del planeta

Ante el inminente desastre ecológico al que nos enfrentamos como sociedad, debemos dejar de lado las soluciones insuficientes que promueven los actuales gobiernos burgueses, y atacar de raíz el capitalismo voraz que está consumiendo grandes recursos de la tierra y devastando la naturaleza en función de llenar los bolsillos de unos pocos empresarios. Se debe retomar el balance con la naturaleza en cualquier modo de producción y cualquier esfera del trabajo para evitar catástrofes ambientales, que afectan directamente la vida de seres humanos.

Reforma Agraria

Que expropie a los burgueses nacionales y extranjeros sus grandes extensiones de tierra, que sin caer en el monocultivo logre dinamizar las economías locales de las zonas rurales del país. La tierra para quien la trabaje.

Mejoras en la infraestructura de las poblaciones periféricas: acceso al agua potable constante, mejoras en la urbanización.

Descentralización de la educación pública, primaria secundaria y superior de calidad, que se asegure una mayor participación activa de las poblaciones estudiantiles de las zonas rurales y mejoras en la infraestructura. Por la construcción de más y mejores centros educativos de todos los niveles que ponga como centro la misma perspectiva local.

Derrotemos la ofensiva anti obrera.

Que la crisis la paguen los capitalistas.

Por una alternativa revolucionaria de la clase trabajadora.

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