Internacionales

20/10/2022

La vertiginosa caída de Truss y la crisis del Reino Unido

Truss duró 44 días en su cargo

Con apenas 44 días de duración, el tormentoso gobierno de Liz Truss se transformó en el más breve de la historia del Reino Unido. La primera ministra conservadora, que ya estaba hace rato contra las cuerdas, anunció su dimisión este jueves, en medio de un clamor de los diputados de su propio partido para que se apartara del cargo.

Truss y su ministro Kwasi Kwarteng presentaron en sus primeros días de gestión un plan llamado “minipresupusto” que establecía recortes impositivos por alrededor de 45 mil millones de libras, que favorecía sobre todo al gran capital. Como no quedaba claro de qué manera se iba a financiar la medida, e incluso se rumoreaba que sería por medio de un mayor endeudamiento, los mercados reaccionaron en forma negativa. La libra se devaluó a su nivel más bajo desde 1972, hasta llegar casi a la paridad con el dólar. Los bonos cayeron, poniendo en una severa crisis a los fondos de pensiones, que tienen un billón de libras en activos en esos instrumentos, y el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir de emergencia para recuperar su cotización.

Aunque Truss fue retrocediendo en su plan de podas impositivas, e incluso destituyó a Kwartang, reemplazándolo por Jeremy Hunt (un hombre del establishment partidario), no logró salvar su administración. Hunt -partidario de un ajuste clásico- terminó de dinamitar el programa económico este lunes, cuando puso fin a un plan de subsidios para morigerar el aumento en los precios de la energía, y el miércoles, la renuncia la ministra del interior, Suella Braverman, abrió el camino del final.

La vertiginosa caída de Truss ilustra la profundidad de la crisis del Reino Unido, que ha fagocitado cuatro jefes de Estado en pocos años: David Cameron, Theresa May, y el histriónico Boris Johnson también perdieron el puesto. “Otra que muerde el polvo”, señaló un portal de la izquierda británica, en referencia a Truss, jugando con el nombre de la mítica canción de la banda británica Queen.

A partir de ahora, los diputados conservadores empiezan una carrera para designar al sucesor o la sucesora de Truss. Los dos mejor posicionados se medirán en una votación abierta a la militancia de los tories. El equivalente a apenas el 0,3% del padrón decidirá el reemplazo.

El malhumor de los conservadores con Truss se entiende mejor cuando se ve que los pocos días de la primera ministra en el cargo terminaron de hundir a los tories en las encuestas: si hubiera elecciones adelantadas, los laboristas ganarían hoy por más de 30 puntos.

Entre los nombres que suenan para la sucesión de la desdichada mandataria figuran su flamante ministro de finanzas, el ya mencionado Hunt; Penny Mourdant (exministra de defensa); Rishi Sunak (un multimillonario que fue analista de Goldman Sachs); e incluso Boris Johnson, que canceló sus vacaciones en el Caribe para ponerse en campaña. Que Johnson, quien se fue vapuleado del cargo hace tan poco tiempo, figure como candidato, es un indicio del estado en que se encuentra el Partido Conservador.

El laborismo, entusiasmado por las encuestas, reclama la realización de nuevos comicios. Su dirigente, Keir Starmer, se ha caracterizado por planteos contemporizadores con los distintos gobiernos tories, en especial durante el pico de la pandemia. En la cuestión crucial de la guerra en Ucrania, defiende con vehemencia las mismas políticas imperialistas de los conservadores que consisten en armar al régimen de Volódomir Zelensky.

La crisis en las alturas del poder británico coincide con un proceso de huelgas y movilizaciones obreras ante la caída del poder adquisitivo del salario, producto de una inflación que ya supera el 10% interanual. En estos días se desarrolla un congreso del TUC (Trade Union Congress) en Brighton. Allí, sectores ferroviarios y docentes propusieron avanzar en paros y movilizaciones coordinadas, mientras que otros plantearon como orientación concentrarse en reclamar nuevas elecciones, es decir, en la elección de Starmer. En ese mismo cónclave, hubo una división casi mitad a mitad, imponiéndose por pocos votos un planteo favorable a exigir una mayor inversión estatal en la industria armamentística, con el argumento de generar puestos de trabajo.

Los ferroviarios han votado nuevos paros para el 3, 5 y 7 de noviembre. El subte parará el 3 de ese mismo mes. Otros sectores evalúan medidas de fuerza. Está planteada la realización de un paro general, que los máximos referentes sindicales rehúyen.

Ante la crisis histórica del Reino Unido, surcado también por tendencias al desmembramiento (Escocia, Irlanda), es necesario el desarrollo de una salida política independiente, en el camino de un gobierno de trabajadores y de la unidad socialista de Europa.

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