Internacionales
3/10/2025
Las protestas de la "Generación Z" en América Latina, África y Asia
Un repaso de las grandes movilizaciones juveniles, país por país.

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Madagascar, uno de los procesos más profundos
En las últimas semanas, bajo la denominación común de Generación Z, una multitud de jóvenes de distintos países del mundo ganaron las calles contra sus gobiernos. El caso más notable, pero no el único, es el de Nepal, donde una rebelión liquidó al gobierno de Khadga Prasad Sharma Oli. Esta revuelta, de enorme repercusión en las redes sociales, desató un efecto contagio, y algunos de sus símbolos, como la bandera pirata del animé One Piece, se repitieron también en las recientes protestas de Perú y Paraguay.
Los desencadenantes, la profundidad política y las coordenadas geográficas de estos movimientos son diferentes, pero comparten algunas características comunes, como el rechazo a la corrupción gubernamental y a la precariedad de las condiciones de vida. Otro punto de coincidencia es que, en todos los casos, fueron severamente reprimidos por las fuerzas policiales y militares. A continuación, repasamos brevemente algunos de los procesos en cuestión.
Indonesia
A fines del mes de agosto, un aumento a los diputados colmó la paciencia popular y disparó un estallido social, con fuerte protagonismo de organizaciones juveniles. El gobierno de Prabowo Subianto -un ex general que fue funcionario bajo la dictadura de Suharto- echó atrás el incremento, pero las movilizaciones no se detuvieron. El atropello y muerte de un joven repartidor, por parte de la policía, caldeó aún más los ánimos. Finalmente, Subianto sacó al ejército a las calles para cortar de cuajo con los reclamos.
Nepal
La rebelión estalló poco después de los acontecimientos en Indonesia. El detonante fue la prohibición de varias redes sociales, lo que desconectaba a la población local de sus parientes en el extranjero. Cientos de miles de personas han abandonado este empobrecido país del Himalaya en busca de trabajo, y desde el exterior envían remesas. El contraste de esta triste realidad con la opulencia y exhibicionismo de los hijos de los funcionarios (llamados “nepo kids”) volcó la juventud a las calles. El parlamento y edificios de los principales partidos fueron incendiados. El ejército asesinó a cerca de 50 manifestantes. El gobierno de Khadga Prasad Sharma Oli, un acuerdo entre el Partido Comunista Marxista Leninista Unificado y el Congreso Nacional Nepalí, se derrumbó. Los militares intervinieron para digitar la transición y colocaron como primer ministro -con el consenso de algunos sectores juveniles- a Sushila Karki, una ex jueza del Tribunal Supremo.
La rebelión en Nepal puso en cuestionamiento el régimen político democrático surgido en 2006, tras la caída de la infausta monarquía de Gyanendra. El nuevo régimen no resolvió los hondos problemas sociales de las masas. La reacción monárquica busca explotar esta frustración popular, promoviendo una restauración de la corona.
Timor Oriental
Había pasado menos de una semana del estallido en Nepal, cuando los jóvenes de Timor Oriental -empobrecida nación que logró su independencia de Indonesia en 2002- iniciaron una serie de movilizaciones masivas contra la adquisición de coches de lujo para los miembros del parlamento. Un 30% de los jóvenes timorenses (de 15 a 24 años) no estudia ni trabaja, y la pobreza envuelve a más del 40% de la población.
Filipinas
El 21 de septiembre, decenas de miles de personas marcharon en este archipiélago contra el desvío de fondos públicos para obras que debían prevenir las inundaciones. Fue un importante desafío al gobierno de Ferdinand Marcos Jr -hijo del dictador filipino-, que ganó las últimas elecciones. Marcos profundizó en su corta gestión el acercamiento a Estados Unidos, en desmedro de China.
A la luz de los sucesos de Nepal, Indonesia y Filipinas, y considerando las rebeliones de los últimos años en Sri Lanka y Bangladesh, no faltan analistas que hablen de una “primavera asiática”, por analogía con lo que fueron en su momento las primaveras árabes. Por cierto, los paros generales en India -que en el último periodo envolvieron a cientos de millones de trabajadores-, las recientes huelgas en China y las movilizaciones masivas contra el genocidio en Gaza (principalmente en Yemen) muestran que el continente asiático se convirtió en el centro de la lucha de clases mundial.
Madagascar (mucho más que una película)
Los prolongados cortes de agua y luz en esta isla del continente africano desataron una rebelión protagonizada por la juventud. La represión del gobierno ya dejó cerca de 20 muertos. Para descomprimir, el presidente Andry Majoelina disolvió esta semana el gobierno. Pero la Generación Z permanece en las calles y reclama la salida del poder de Majoelina, que, llamativamente, llegó al poder -a través de un golpe de Estado- en medio de otro levantamiento popular, en 2009, que puso fin al gobierno de Marc Ravalomanana (quien, demagógicamente, salió a respaldar ahora a los manifestantes). Al cabo de tres mandatos de Majoelina, la juventud y sectores de la clase trabajadora -estallaron varias huelgas en el sector público- denuncian que Majoelina no cambió nada.
En las movilizaciones de Madagascar se aprecia la influencia de la revuelta de Nepal, pero también de la más cercana Kenia, nación ubicada sobre el Océano Índico. En junio, grandes movilizaciones de la llamada Generación Z reclamaron la renuncia del presidente William Ruto, al frente de un gobierno represor, ajustador y proimperialista, que lidera la misión de ocupación en Haití.
Marruecos
Varias noches de protestas juveniles sacudieron a esta nación del Magreb. El reclamo del movimiento “Gen Z212" demanda mejoras en los servicios públicos. La muerte de ocho mujeres en un hospital de la ciudad de Agadir mostró las falencias del sistema de salud, en un país donde el desempleo juvenil afecta a la mitad de los jóvenes. Los manifestantes denuncian que el abandono de hospitales y escuelas contrasta con el desarrollo de costosas obras de infraestructura para el mundial 2030 de fútbol. Marruecos retoma la senda de las protestas de 2016 y de la primera primavera árabe contra el régimen de Mohammed VI. Hay más de 400 arrestados y dos muertos.
Perú y Paraguay
Más pequeños que los movimientos anteriores, en estos dos países hermanos hubo protestas, el 27 y 28 de septiembre, y 28 de septiembre, respectivamente. Cientos de jóvenes salieron a las calles. En Paraguay, el rechazo al entrelazamiento de los grandes partidos y el narco y a la corrupción dominó la protesta en Asunción, donde hubo 30 detenidos. En Perú, una reforma previsional que obliga a los mayores de 18 años a afiliarse a una AFP o al sistema estatal de reparto detonó las protestas. También se reclama contra la inseguridad y la represión criminal del gobierno de Dina Boluarte, cuya desaprobación supera el 95 por ciento, según algunas encuestas.
La falta de horizontes a la que el sistema capitalista condena a la juventud está en la base de todo este proceso de rebeliones y movilizaciones. Se trata de movimientos bastante heterogéneos en su composición y sus consignas, lo que abre una brecha para su manipulación por parte de distintas corrientes políticas patronales. El desafío es dotarlos de una perspectiva anticapitalista y socialista.
