Los 106 años del genocidio armenio y el “reconocimiento” de Biden

La impostura de un régimen social contra los derechos humanos.

Este 24 de abril, como todos los años, se conmemora el genocidio armenio, perpetrado por el Imperio Otomano y el naciente Estado turco en 1915, que dejó un saldo de 1.500.000 armenios masacrados y despojados de las tierras que habitaban.

La novedad de este aniversario sería el reconocimiento público del presidente norteamericano Joe Biden, quien manifestó: “recordamos las vidas de todos los que murieron en el genocidio armenio de la era otomana y volvemos a comprometernos a evitar que tal atrocidad vuelva a ocurrir”.

La declaración, nada menos que 106 años después de los hechos, se inscribe dentro un intento más general de Biden por lavar la imagen deteriorada de Estados Unidos tras la presidencia de Trump, y de recuperar el peso perdido en la política exterior.

Asimismo, la declaración pone la responsabilidad solo en la cabeza del Imperio Otomano, en franca caída en aquel entonces, y exculpa al gobierno de los Jóvenes Turcos, responsables del movimiento ultranacionalista que dio pie al nacimiento del Estado moderno turco, y que para tal fin requirió de la represión, el asesinato y la masacre de los pueblos y nacionalidades que habitaban históricamente esos territorios del Cáucaso.

Como antecedente al genocidio armenio, el Imperio Otomano había sufrido los desprendimientos nacionales de distintos pueblos de los Balcanes, y se veía en el pueblo armenio una amenaza latente a la consolidación de la burguesía turca en el poder.

Así, las masacres contra el pueblo armenio tuvieron el objetivo de, primero, liquidar las aspiraciones independentistas y nacionales del mismo –asesinando líderes políticos, religiosos y culturales. El 24 de abril de 1915 se toma como fecha emblemática debido a la detención de unos 250 dirigentes, seguidos después de otros 600.

La “campaña” de los Jóvenes Turcos prosiguió con la ejecución de un plan genocida, encubierto detrás de supuestas “reubicaciones” de los poblados armenios, como consecuencia de los estragos de la Primera Guerra Mundial, con grandes caravanas de la muerte, custodiadas por las fuerzas militares turcas en las extensiones desiertas de la zona. A esto se le suman matanzas y ataques, con todo tipo de aberraciones y atrocidades en los poblados armenios.

Estos actos criminales fueron la antesala de la fundación del Estado turco bajo el mando de Mustafá Kemal Atatürk, considerado el “padre fundador” de la Turquía “moderna” y colaborador de los Jóvenes Turcos, quien ingresó a su gobierno a la mayoría del personal y los funcionarios a cargo de perpetrar el genocidio contra los armenios.

Desde la fecha hasta la actualidad, el Estado turco niega la existencia del genocidio armenio, lo que ha sido comprobado por innumerable documentación de la época y que ha dado lugar a distintas luchas a lo largo del siglo XX, impulsadas en gran medida desde una importante diáspora dispersa por todo el mundo.

Este negacionismo también ha sido utilizado para consolidar la opresión sobre distintos pueblos, como lo es el caso del pueblo kurdo, víctima de los ataques y asesinatos propinados desde el propio Estado turco.

Los saludos del presidente armenio, Nikol Pashinyan, a las palabras de Biden, también implican otro acto de encubrimiento, cuando manifiesta que “Estados Unidos demostró una vez más su compromiso inquebrantable con la protección de los derechos humanos y los valores universales”.

Estamos hablando del accionar de un Estado imperialista, responsable de la guerra y la masacre de distintos pueblos, naciones y poblaciones en todo el territorio mundial y de los ataques y asesinatos contra el pueblo negro en los propios Estados Unidos. Hablar de defensa de los derechos humanos y de EE.UU en la misma frase es una impostura escandalosa.

El fin de las atrocidades cometidas por los Estados burgueses y las potencias imperialistas, y sus aliados, en todo el mundo, solo tendrán lugar bajo nuevas formas sociales que dejen atrás la puja de los intereses capitalistas, los mismos que recientemente se han expresado en la guerra entre Azerbaiyán y Armenia. Bajo el capitalismo, y más aún en su etapa de declinación histórica, solo habrá más barbarie.