Los gigantes tecnológicos se alinean al belicismo imperialista

Meta, OpenAI y Palantir colaborarán militarmente con el Ejército norteamericano.

Los directivos de las tecnológicas juraron ante el Ejército norteamericano

Una parte importante de los gigantes tecnológicos que dominan la inversión en Inteligencia Artificial vienen dando un vuelco en su política de aplicar sus desarrollos a la industria armamentística y la guerra, incorporándose de lleno al desarrollo de tecnologías de avanzada para el ejército norteamericano. Una muestra de una clase capitalista directamente alineada y comprometida con la política guerrerista e imperialista de sus Estados, para asegurar sus intereses de clase.

Los ejecutivos de Meta, OpenAI y Palantir vienen de prestar juramento para la defensa de los Estados Unidos, incorporándose al Destacamento 201, una unidad de innovación técnica del Ejército, bajo el cargo de tenientes coroneles.

Se trata de algunos de los gigantes tecnológicos que lideran la investigación y desarrollo de la inteligencia artificial en el mundo, un negocio que está insumiendo miles de millones de dólares en gastos pero cuyos retornos aún no cubren la mayor parte de los mismos y a la fecha no parece estar claro si estamos ante un negocio sin precedentes o ante una burbuja financiera pronta a estallar.

Esta incorporación opera dentro de los marcos del belicismo capitalista y la contienda del imperialismo norteamericano principalmente con China, poniendo al frente del campo de operaciones a las empresas que hoy representan el sector más dinámico y con más desarrollo de la economía. Las primeras “colaboraciones” que han difundido van desde el desarrollo de sistemas antidrones a realidad virtual para el entrenamiento militar.

El sector de las tecnológicas, con epicentro en Silicon Valley, ha sido reacio en las últimas décadas a su vinculación con la industria armamentística y los usos bélicos de sus innovaciones, en gran medida por tratarse de un sector con una dinámica de desarrollo articulada entre diferentes países y también por los límites impuestos por los propios trabajadores, con ideas más “progresistas” y humanitarias y contra la injerencia estatal, particularmente de las naciones imperialistas.

Un gran aliciente para el reclutamiento de los gigantes tecnológicos, que incluso han tenido que modificar y eliminar las cláusulas de sus empresas que prohibían el uso militar de sus desarrollos, son los fondos millonarios y los contratos que paga el Estado, en tiempos donde la IA y la computación cuántica –dos de los principales desarrollos- no alcanzan una rentabilidad apreciable e incluso van a pérdidas.

Quien sabe mucho de esto es Elon Musk, quien multiplicó gran parte de su riqueza gracias a los negocios con la Nasa y el Estado norteamericano, con su empresa de lanzamiento de satélites SpaceX. Musk es, además, proveedor de servicios de comunicación del Ejército norteamericano con Starlink y su versión militar Shielded, con contratos millonarios que financian la empresa. Se trata de compromisos tan fuertes con el Estado que ni la pelea con Donald Trump logró deshacer los mismos.

Se estima que los gigantes tecnológicos (Meta, Amazon, Microsoft, Google y Tesla) llevan gastados 560 mil millones de dólares en la IA en los últimos dos años, y que solo han recogido ingresos por 35 mil millones de dólares. Una proporción que se repite en las proyecciones futuras y cuyo gasto para entrenar modelos de IA se espera que alcance el billón de dólares para finales de década según el economista británico marxista Michael Roberts.

La clase capitalista toma parte directa en los asuntos de su Estado y en el realineamiento de las prioridades del imperialismo norteamericano contra la competencia china, en medio de la carrera por el desarrollo y control de las próximas tecnologías y de la disputa por sectores estratégicos de la economía mundial.

Los “gurúes” de la tecnología, capitalistas con visos de mesianismo humanista, muestran su verdadero rostro, demostrando que defienden sus intereses privados y de clase por sobre los del conjunto de la “humanidad”, dispuestos a poner la tecnología y la innovación científica para saldar las disputas interburguesas, dominar mercados, aplastar a la competencia, invadir naciones y producir un baño de sangre.

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