Luchas docentes en Estados Unidos

Por el salario y por mejores condiciones de enseñanza

Docentes de Minneapolis

Para los docentes de Estados Unidos, marzo fue un mes a pura lucha. Y que la lucha se ocasione en estados tan alejados entre sí, compartiendo los mismos reclamos, demuestra que hablamos de una problemática a nivel nacional. Básicamente, estos reclamos son dos: la cuestión salarial y las condiciones de enseñanza.

En Minneapolis, Minnesota, los Profesionales de Apoyo Educativo (ESP, por sus siglas en inglés) encabezaron los veinte días de paro (la primera huelga docente en la ciudad en 50 años, según algunos medios) y cortes de calle, acompañados por estudiantes secundarios que realizaron sentadas en los colegios. Actualmente, los ESP cobran 24.000 dólares anuales (Minessotta Reformer, 1/4), lo que los obliga a buscar segundos empleos para poder llegar a fin de mes. Este programa gubernamental de ayudantes escolares está dirigido, principalmente, a docentes afrodescendientes y latinoamericanos en formación, que, como regla general en Estados Unidos, solo obtienen los trabajos más exhaustivos y peor remunerados. No obstante, ser estadounidense y recibido no es garantía de nada: en la Universidad de Howard (Washington), fueron los titulares quienes impulsaron reclamos por aumento salarial y un 100% de cobertura médica. Ocurre lo mismo en Sacramento, California, donde se exige un aumento del 25%.

Los bajos salarios propiciaron una fuga docente. Según datos de la Asociación Nacional de Educación (NEA, por sus siglas en inglés), Estados Unidos tiene más de 800.000 vacantes de maestros titulares, ayudantes y no docentes en el ámbito público y otros 550.000 en el privado. Dicha problemática se arrastra desde hace años, agudizada en este momento por el salto inflacionario del 2021 a 7,9%, golpeando el bolsillo de todos los trabajadores. La primera “solución” de las autoridades educativas locales es unificar cursadas, sobrepasando la recomendación de treinta estudiantes por aula, depreciando así las condiciones de enseñanza.

Antes de asumir la presidencia, el demócrata Joe Biden prometió cinco puntos programáticos para mejorar la educación. El primero de ellos rezaba “apoyar a los educadores dándoles el salario y la dignidad que merecen”. En su año de mandato, según un informe del Instituto para el Futuro de la Educación, sabemos que un 20% de los docentes debe buscar un segundo empleo para poder llegar a fin de mes.

Los trabajadores enfrentan en sus luchas los límites de las conducciones sindicales. En el caso de Minneapolis, la Federación de Maestros aceptó un acuerdo de aumento de 2% los próximos dos años, más un bono de de 3.000 dólares. Esto es insuficiente, en medio del salto inflacionario, por eso casi un 25% del plantel votó en contra del mismo. A los profesionales de apoyo, que estuvieron a la vanguardia del conflicto, se les asigna un pago único de 6.000 dólares durante dos años y un aumento salarial de entre dos y cuatro dólares la hora (MPR News, 29/3).

El aumento de los precios en Estados Unidos tiende a desatar conflictos sindicales y coloca en primer plano la lucha por la indexación de los sueldos. Para llevar a buen puerto estas luchas, no hay que depositar ninguna confianza en la burocracia sindical ni en el gobierno de Biden.