Lunes negro: algo más que un susto

Agosto empezó con luces rojas para la economía mundial.

Lo de este lunes fue solo un aviso.

Agosto empezó con luces rojas para la economía mundial. Muchas de las grandes tesis sobre las que se sostenían los mercados alcistas empezaron a tambalear y la incertidumbre y el miedo a ocupar las primeras planas.

El lunes 5 empezó como un “lunes negro”, dado que en la madrugada del domingo en occidente las bolsas asiáticas operaron con caídas que no veían desde 1987. Conocido como el índice del miedo de Wall Street, el VIX alcanzó durante la mañana del lunes un nivel al que solo había llegado en dos oportunidades en la historia: durante la crisis de las subprime y la quiebra de Lehman Brothers, y durante el primer mes de la pandemia.

Aunque finalmente el efecto contagio fue menor al esperado, el pánico que se respira es consecuencia de un cúmulo de factores cuya combinación advierte la posibilidad de nuevos cataclismos que exceden las valuaciones bursátiles. Habilita a pensar en una nueva etapa de la crisis mundial atravesada por grandes turbulencias.

Aterrizaje forzoso

Uno de los eventos que dispararon la caída fue el mal dato de empleo que se conoció el viernes en Estados Unidos: en julio se crearon apenas 114.000 puestos de trabajo, cuando se esperaban unos 175.000, lo que empujó la tasa de desempleo hasta el 4,3%, creciendo por cuarto mes consecutivo.

La noticia tomó especial relevancia dado que apenas 48 horas antes la reunión trimestral de la Reserva Federal (FED) había decidido que no bajaría la tasa de interés al menos hasta septiembre -cuando se estima que sí lo hará. En su habitual conferencia de prensa su presidente dio a entender que la preocupación ya no pasaba solamente por bajar la inflación, sino que se sumaba la búsqueda en sostener el nivel de actividad.

Se confirmó entonces en poquísimo tiempo lo que la FED presentaba como una mera amenaza a futuro. La economía norteamericana (y de la mano con ella la economía global) aumenta seriamente sus chances de entrar en recesión y es un cachetazo a una de las bases fundantes de la política económica yankee que hablaba de un aterrizaje suave (soft landing) mientras bajaba la inflación. Ahora son muchos los que cayeron, repentinamente, en la cuenta de que el enfriamiento puede tener un impacto muy duro especialmente en medio de la campaña electoral.

Es esta lectura la que ha derrumbado los rendimientos de los bonos norteamericanos. Como señala The Economist (5/8), “en el pasado una caída en el rendimiento de los bonos largos podría haber impulsado las acciones. Ahora parece pesar más el lado negativo de la desaceleración y sus implicancias en las ganancias empresariales”.

Dicho de otra manera, desde 2008 se suele reaccionar a las malas noticias con festejos. Esto es porque se calcula que la FED tendrá una política expansiva o benevolente, y que eso abaratará el valor del dinero, permitiendo una nueva fiesta bursátil. Así fue post Lehman y post pandemia. Pero esta vez, como señala el semanario británico, las malas noticias fueron malas noticias.

Oriente no acompaña

Si de malas nuevas se trata, del otro lado del Pacífico hay material de sobra. El mismo viernes que se conoció el dato de empleo en los Estados Unidos las bolsas del mundo tambalearon frente a una noticia que no ocurría desde hacía años. Se trata de la decisión del Banco de Japón de subir su tasa de interés, yendo a contramano de lo realizado por el Banco Central Europeo y lo que se descuenta que hará la FED.

Aunque el alza fue de tan solo un cuarto de punto, ha sido un golpe violento a los mercados en todo el mundo. La razón de semejante cimbronazo es que Japón era uno de los centros neurálgicos del carry trade, el mecanismo a través del cual se toma dinero barato en una plaza para luego invertirla a una tasa mayor en otra plaza. Sin caer en tecnicismos innecesarios, esta maniobra será rentable siempre y cuando la tasa de devaluación del país receptor no sea mayor al diferencial de tasas que justifique ese negocio.

Yendo a un ejemplo criollo, cuando durante la gestión de Macri el actual ministro de Economía les proponía a sus amigos de los fondos de inversión tener deuda en pesos era a condición de que Argentina no devaluaría más que la tasa que ofrecía. Cuando comenzó la corrida en 2018 esa condición dejó de cumplirse y los fondos quedaron “atrapados” en pesos, hasta que el patriota de Martin Guzmán y el gobierno peronista les ofreció una salida especial garantizando ganancias que no hubieran obtenido de otra manera.

Mientras que el caso argentino no implicó impacto alguno a nivel global, lo ocurrido en tierra nipona tiene una envergadura totalmente diferente. Solamente para dimensionar la magnitud, la sucesión de la caída del Nikkei entre viernes y lunes ha sido la más grande en dos días consecutivos en toda la historia de Japón.

La apreciación del yen en 13% en apenas unos días hizo volar por los aires ese negocio financiero perjudicando especialmente a quienes se endeudaban en esa moneda para comprar activos en euros y dólares ya que “no solo deben pagar intereses más altos por el yen que tomaron prestado, sino que ahora también se enfrentan a enormes pérdidas por la subida de la divisa japonesa” (El País, 5/8).

Además, dejó al descubierto hasta qué punto diversos activos como acciones tecnológicas e incluso criptomonedas sostenían sus valuaciones por enormes flujos de origen japonés. Al correrse esos capitales el desplome de muchos de ellos se convirtió en noticia, sembrando el pánico al que hacíamos referencia previamente.

Inteligencia artificial: más ruido que nueces

Nunca en la historia se había visto una concentración tan grande en tan pocas manos. Si bien el Standard&Poors mantiene todavía un crecimiento de dos dígitos en lo que va del año, esa suba se explica casi exclusivamente a partir de las grandes siete empresas tecnológicas, que a su vez basan semejante resultado en las expectativas de lo que la IA puede generar en términos de productividad.

El problema es que el mercado parece haber empezado a desconfiar de esas expectativas al punto de que The Economist las califica de “irrealistas”. Esto ha tenido un efecto contundente sobre el conjunto del sector tecnológico, pero especialmente sobre los productores de chips, el principal insumo para la inteligencia artificial.

En las últimas semanas el índice que sigue a estas empresas ha caído un 20%, mientras que Intel mostró resultados muy por debajo de los esperados y Nvidia, la niña mimada de los últimos años, empieza a tambalear.

Por si hiciera falta mostrar que este sector se encuentra ahora cuestionado a nivel mundial y no es solo un fenómeno estadounidense, alcanza con ver los lamentos del gerente de Infineon -la principal productora alemana- o la caída de la acción de casi 10% de la taiwanesa TSMC.

Como no podría ser de otra manera, las tensiones geopolíticas son parte de este entuerto, ya que Trump dijo hace semanas que Taiwan debería pagar la defensa que le brinda Estados Unidos contra China, agregando incertidumbre a un escenario belicoso cada vez más explícito.

Otra vez la gravedad

El escenario abierto por estos conflictos, a lo que se suma la situación en Medio Oriente, tiene al mundo en vilo y tira por la borda cualquier variante de resolución pacifica e indolora.

En materia bursátil, el probable ingreso a un mundo recesivo marca una tendencia al fly to quality, es decir a la búsqueda de activos más seguros, lo que sería un cachetazo a las pretensiones mileistas de recibir cualquier inversión en nuestro país. Por otro lado, la baja de la tasa de interés para contrarrestar esa recesión podría otorgar nueva liquidez al mundo luego de un periodo de tasas altas en Estados Unidos. La fuerte devaluación del real brasileño, a la vez, suma presión cambiaria sobre el peso argentino.

Fue lo que ocurrió posterior a la crisis del 2008, lo que junto con la suba de los commodities le dio aire a los gobiernos latinoamericanos. Sin embargo el escenario es hoy completamente distinto, y el quebranto nacional es tal que un eventual aumento del precio de la soja haría poco menos que un verano cambiario.

Volviendo al terreno internacional, diversos analistas han señalado estos datos son más una excusa que un catalizador, planteando que el mercado nuevamente había tomado las características de una burbuja financiera y que cualquier noticia que no continuara con la euforia podía ser la pinchadura necesaria para que se cayera el castillo de naipes.

Finalmente la generación de capital ficticio es una de las características principales del capitalismo en su etapa imperialista y, una y otra vez, cae en la generación de estas burbujas hasta que la inexorable ley del valor actúa como un baño de realidad.

La crisis mundial promete nuevos capítulos, atravesados por la guerra imperialista y los quebrantos. Lo de este lunes fue solo un aviso.

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