Maduro asume su tercer período presidencial con una Venezuela militarizada

Una pobre presencia de delegaciones internacionales.

Tal como se esperaba, el viernes 10 Nicolás Maduro termino “asumiendo” en Venezuela su tercer mandato presidencial. Lo hizo ante una pobre presencia de delegaciones internacionales: solo los presidentes de Cuba y Nicaragua, y formales representaciones diplomáticas de otros países (Colombia, China, Rusia, etc.) y en el marco de una gran militarización policial callejera y con detenciones previas de opositores, tras ser acusado de fraude en las pasadas elecciones del 28 de julio.

El frente opositor derechista de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD), autoproclamado vencedor de los comicios presidenciales, había venido realizando una gran campaña de agitación política internacional anunciando que el mismo 10 de enero su candidato, Edmundo González Urrutia, volvería a Venezuela para juramentar y asumir como presidente electo. Esto no se concretó.

La principal dirigente del PUD, Corina Machado, dirigente ultraderechista real de la oposición burguesa, había convocado un día antes a un “gran acto” para reafirmar este accionar. El mitin contó con escasa concurrencia (al igual que el acto paralelo organizada por el oficialismo madurista), pero “sirvió” para montar una nueva instancia de agitación derechista con apoyo del imperialismo. En un confuso episodio se dijo que Corina Machado había sido secuestrada por parapoliciales de Maduro, pero poco después de esta denuncia se la vio en libertad. Según la derecha eso sería producto de una división en el seno de la coalición madurista gobernante, donde un sector habría emitido la orden de detenerla y luego llego la contraorden de otra ala gubernamental de liberarla. 

Durante las últimas semanas la derecha vino realizando un reiterado llamado a que los mandos militares y policiales efectivizaran un golpe que destituyera a Maduro e implementara algún tipo de “transición” que permitiera asumir a Edmundo González. El jefe de gabinete del gobierno de Milei, Guillermo Francos, se sumó a este reclamo: “hay que esperar una reacción de las fuerzas armadas a favor de su pueblo” (Clarín, 10/1). Esto no se dio. El régimen de Maduro evidenció, por el momento, que mantiene un rígido control sobre las fuerzas armadas y represivas, que se han convertido en el pilar central de la “estabilidad” gubernamental.

Por qué Corina no fue detenida

La propaganda derechista planteó sistemáticamente que Corina Machado había pasado más de cuatro meses en la clandestinidad para evitar ser detenida. Es evidente que se trató de una “clandestinidad” tolerada por el régimen. Esta estaba “protegida” por el paraguas político-diplomático de las potencias imperialistas (Estados Unidos, Unión Europea).

El gobierno de Biden, como varios gobiernos de la Unión Europea, establecieron un “modus vivendi” con el gobierno de Maduro. Mientras critican que no se haya respetado el resultado electoral que habría dado el triunfo a Edmundo González, han habilitado que los monopolios petroleros imperialistas (la yanqui Chevron en primer lugar, la española Repsol, la francesa Maurel&Prom, etc.) sigan invirtiendo en producir y exportar petróleo hacia los Estados Unidos, Clarín (10/1) informa que durante todo el período postelectoral estos pulpos exportaron a razón de más de 300 mil barriles diarios hacia la metrópoli yanqui, superando a Arabia Saudita y colocándose en el tercer lugar luego de Canadá y México.

Recordemos que España fue la que facilitó la salida de Edmundo González hacia el “exilio” -lo que fue considerado como una “oxigenación” de la tensión poselectoral luego de desconocer el triunfo del PUD-, incrementó su importación de petróleo venezolano en 120%. 

Ahora Biden aumentó el valor de una recompensa (25 millones de dólares) para aquel que proporcionara “información que conduzca a la detención de Nicolás Maduro y su ministro del Interior, Diosdado Cabello” como conspiradores “para distribuir cocaína, el narcotráfico y la corrupción” (Clarín, 11/1). ¡Los fabricantes de pruebas para montar juicios se han puesto a llenar carpetas! 

Pero Biden no anuló los permisos a las petroleras para continuar con sus negocios en Venezuela.

El G7, organismo que nuclea a las siete potencias imperialistas más importantes, sacó una declaración frente a la nueva asunción de Maduro donde lo critican por el fraude cometido y la falta de “derechos democráticos”, pero brega por “una solución pacífica, democrática, negociada y liderada por Venezuela” que pueda poner fin a este escenario.

El panorama con la próxima asunción de Trump respecto a Venezuela no está aún claro. Por un lado, no recibió a Edmundo González en su reciente viaje a los Estados Unidos -donde sí fue recibido por el saliente presidente Biden. Habiendo elegido a Marcos Rubio (conocido derechista) como futuro secretario de Estado, Trump solo declaró su apoyo a González que estaría “expresando pacíficamente las voces y la voluntad del pueblo venezolano”. Y lo llamó a él y a Corina Machado a cuidarse y “permanecer seguros y con vida”.

En su discurso de asunción, Maduro atacó a Biden pero se “olvidó” de nombrar a Trump. La preocupación de los gerentes de las petroleras es que se produzca un choque que lleve a una guerra civil y afecte los negocios en marcha. El interés de Estados Unidos no es solo de apoyo a las ganancias petroleras, sino parte de la lucha que tiene entablada con China (y Rusia) respecto a su penetración en Latinoamérica. 

División y… “¿salida?”

Según versiones periodísticas existe una división dentro del oficialismo venezolano. Un ala que estaría representada por la actual vicepresidente Delcy Rodríguez (y contaría con el apoyo directo de Maduro) decidió hace unos años un “giro económico” avanzando en una política de privatizaciones y de apertura al capital extranjero.

Esto conllevó un fabuloso “ajuste” contra el pueblo trabajador, que implicó entre otras medidas una “dolarización desordenada” que agravó el empobrecimiento y potenció la concentración del ingreso en manos capitalistas (incluyendo a la nueva boliburguesía que se “desarrolló” con el régimen bolivariano). La inflación fue récord mundial alcanzando a más del 300.000% anual para caer -luego de infinidad de penurias sociales, que impulsaron la emigración de 7 millones de venezolanos- al 50% anual de la actualidad (pero la miseria social no desapareció). 

Este año 2025 deberían realizarse elecciones para renovar a la totalidad del parlamento (277 diputados), 23 gobernadores y 335 alcaldes. Un ala de la burguesía pretende negociar “garantías democráticas” para intervenir. Pero Maduro ya declaró que quiere avanzar en una nueva reforma constitucional, que se presupone propondrá nuevas condiciones regimentadoras y antidemocráticas y fortalecer su camarilla de poder con el alto mando militar y sectores de la boliburguesía (Fedecámaras, etc.). 

«Pareciera que lo mejor sería ir a una elección separada. Primero alcaldes, después gobernadores y después el parlamento, pero esa es mi opinión, es una opinión más en el debate», dijo Maduro (El Nacional, 26/12/2024) preanunciando una nueva etapa de choques, manipulaciones y realineamientos.

La evolución histórica del nacionalismo burgués

Parte del nacionalismo burgués latinoamericano ha evitado pronunciarse en este choque entre el régimen boliviariano de Maduro y la derecha venezolana e imperialista. En su momento Cristina Kirchner se inclinó hacia el bando “democrático” de la derecha. Hoy se ha llamado a silencio. Solo sectores marginales del kirchnerismo/peronismo han avalado a Maduro. Alicia Castro, embajadora K bajo el gobierno de Chávez, por ejemplo, ha declarado que “en Venezuela hay paz y una inmensa alegría popular”. ¿De qué habla? ¿De la alegría obrera y popular que existía en la Argentina bajo el régimen de Alberto Fernández y Cristina Fernández por el “ajustazo” fondomonetarista, que llevó a una parte de las masas laburantes a la desesperación de votar por el triunfo de un Milei? 

El gobierno de Maduro ha destruido el salario y las conquistas sindicales y sociales, anulando convenios colectivos y dando plena libertad para la “flexibilización laboral”. Reprimió las luchas obreras y todo intento de organización sindical independiente. El régimen chavista (Chávez y Maduro) fue incapaz de impulsar el desarrollo nacional de Venezuela, solo desarrolló una casta de amigos que se beneficiaron esquilmando las finanzas públicas.

En esta etapa de crisis imperialista, de crecientes guerras y choques, el nacionalismo burgués y la centroizquierda latinoamericanas se han ido derechizando. El presidente chileno, Boric, autoproclamándose como un hombre de la “izquierda política”, igual que el nuevo presidente del Frente Amplio de Uruguay, Yamandu Orsi, se han colocado en el campo de la derecha y la ultraderecha contra Maduro. El propio Lula llegó a vetar el ingreso de Venezuela en los Brics por no aceptar Maduro el resultado electoral que habría impuesto el triunfo de Edmundo González.

Más sintomática es la actitud adoptada por sectores de la izquierda que de entrada apoyaron a la derecha venezolana en nombre del “derecho democrático elemental” al voto. Esta izquierda “democratizante” ha colocado el sufragio como paradigma de la “democracia”, no reconociendo el carácter de clase que asume todo régimen, incluso el que se reclama democrático. 

El fraude en las elecciones venezolanas de julio pasado proviene no solo de la misma jornada sino del condicionamiento de la misma. Nadie está en condiciones de elegir “libremente” si se le obliga a “optar” con un revolver apuntando a su cabeza. Las masas venezolanas fueron castigadas con un feroz bloqueo imperialista y una campaña de desabastecimiento del gran capital. Hasta el propio presidente de Colombia pudo interpretar esta situación: “no hay elecciones libres bajo bloqueos económicos extranjeros”, dijo Petro. En las elecciones venezolanas de julio pasado la izquierda fue proscrita, impedida arbitrariamente de presentar lista. Un frente de partidos de izquierda llamó a la abstención denunciando que “la clase trabajadora no tiene candidatos”, porque fueron arbitrariamente proscritos. Pero, una vez realizada la elección con proscripciones y bajo presión imperialista, se apresuraron a declarar su apoyo a la asunción de los candidatos de la derecha que vino bregando estos años por la intervención económica, política y hasta militar (invasión) del imperialismo. 

En Venezuela es necesario fijar un campo de organización política y sindical de los trabajadores, independiente del Estado, de la clase burguesa y sus partidos y “fundaciones”. Luchar por sindicatos independientes que puedan encarar la lucha por la recuperación de salarios y conquistas, por las libertades democráticas, derechos de reunión, de manifestación, de prensa y opinión. Libertad ya los presos políticos y por luchar.

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