FRANCIA

Nuevo Partido Anticapitalista: hacia un congreso “Insumiso”

Los acuerdos del NPA con La Francia Insumisa (centroizquierda) en las elecciones regionales precipitan la crisis de su quinto congreso.

El NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) de Francia -el partido “amplio” y de tendencias por excelencia- está atravesando, en el camino hacia su quinto congreso, una crisis disolvente. No se trata, sin embargo, de un hecho sorpresivo. Más bien, es la continuidad, en un contexto distinto al de su surgimiento en 2009, de la línea de integración al régimen burgués emprendida por la mayoría del llamado Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, y de la adaptación de importantes sectores que se reclaman revolucionarios a este planteo político.

La previa del quinto congreso

Las demoras y postergaciones –con diferentes “justificativos”- de más de un año en la realización del quinto congreso del NPA, han vuelto a repetirse. Anunciado para junio, ahora fue aplazado para octubre. Aunque es probable que nunca se realice. Las “demoras” se explican por el hecho de que la “mayoría” de su dirección, proveniente de la ex LCR (Secretariado Unificado), ha forzado la mano para encaminar al NPA hacia un frente electoral “competitivo”, más precisamente en torno a la candidatura presidencial -en 2022- de Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI), un ensamble de tono “progresista” que aspira a convertirse en la versión gala de Syriza (Grecia) o Podemos (España), con un programa igual o más “moderado”.

La novedad es que el acuerdo electoral que sostuvo el NPA hace unos meses con La Francia Insumisa en la importante ciudad de Burdeos -pasando por arriba de los organismos partidarios y con la mayoría de la militancia de la zona en contra- se hizo extensivo a las elecciones regionales. Se demostró que no se trataba de un caso especial, como la “mayoría” lo presentaba, sino de la norma.

Tanto en la región de Nueva Aquitania (de la cual Burdeos es su capital) como en Occitania (que concentra un importante activismo en su capital Toulouse), el NPA integra listas comunes con La Francia Insumisa. Ante eventuales balotajes, estos acuerdos podrían converger -como es habitual en el sistema electoral francés- en un voto hacia el candidato de la “izquierda” del régimen (Partido Socialista, Verdes, etc.), contra el del ala “derecha”. Para mal de males, Nueva Aquitania y Occitania son las únicas dos regiones -sobre trece en la Francia continental- donde el NPA contará con candidatos, lo cual dimensiona la parálisis en la que se encuentra.

En la región de Occitania, el acuerdo con LFI también incluyó al partido Izquierda Democrática y Social (GDS), una escisión del Partido Socialista que, no obstante, continúa siendo parte de su grupo parlamentario. La subordinación de la dirección del NPA –a la cual arrastra a todo el Partido- al sector de Mélenchon (LFI) es plena, tanto en el ordenamiento de los candidatos como en su programa, circunscripto a una gestión del presupuesto público con “mayor incidencia social” -un lugar común de la centroizquierda.

Por su parte, el frente en Nueva Aquitania busca lavarse el rostro al tomar su nombre de la canción más icónica de los chalecos amarillos, “On est lá” (Aquí estamos). Pero el guiño por izquierda no tapa el hecho de que La Francia Insumisa aparece como una variable de contención de las tendencias a la radicalización que recorren las luchas de los explotados, tolerable por la burguesía y el imperialismo en un contexto de río revuelto. Entre las más de cien mil muertes por Covid, las restricciones impuestas al sector agrario y la bancarrota de la otrora próspera industria francesa, la crisis de la Quinta República parece no tocar fondo. Los sondeos preliminares arrojan un abstencionismo electoral superior al 20% y un balotaje presidencial en 2022 de final incierto entre la fascistoide Marine Le Pen (Frente Nacional) y el actual presidente, el empresario financiero Emmanuel Macron. A todo esto, se suman las recientes amenazas golpistas-fascistas de un sector de las Fuerzas Armadas.

Mélenchon, que obtuvo el 19% en 2017, es el eje de un tercer espacio que aspira llegar a la segunda vuelta o, al menos, cotizar sus votos en un eventual balotaje sin su presencia. El lanzamiento de su candidatura presidencial para el 2022, coincide con la campaña por las elecciones regionales, donde impulsa acuerdos distrito por distrito: en uno con el Partido Comunista y los verdes, en otro con el Partido Socialista, en un tercero con el NPA, etc. Así, cada quien puede defender lo suyo, y todos llevan agua para Mélenchon.

La decisión de conformar frentes con LFI fue tomada en forma inconsulta por el sector de la “mayoría” que responde a Philippe Poutou, el principal vocero del NPA, y presentada al partido como un hecho consumado. Esto a pesar de encontrarse en las vísperas de un congreso, y sin pasar por la dirección nacional ni regional.

Oposición

El acuerdo con La Francia Insumisa demuestra que es el sector proveniente de la ex LCR (Secretariado Unificado) quien impone, sin importar su influencia real en la base militante, la línea política de fondo en el NPA. Se trata de un condicionante que, aunque siempre haya sido harto evidente, no deja de ser especialmente ilustrativo. Se trata de la corriente política que, durante décadas, insistió con más vehemencia con que la crisis de la izquierda se debía a su carácter monolítico, cerrado, poco sensible ante las nuevas inquietudes; y que, por lo tanto, correspondía disolver las viejas estructuras en movimientos que se adapten a un entorno diverso, en donde puedan escucharse todas las voces. Pero son también quienes, a la hora de la verdad, muestran a cielo abierto el carácter farsesco de la democracia interna en los “partidos amplios”.

A pesar de que la debacle del Secretariado Unificado y la “mayoría” de la dirección del NPA -en términos de lucha por la independencia de clase- no es nueva, este salto en calidad ha provocado una fuerte reacción interna. Algunas corrientes y gran parte de la militancia de base se oponen a los acuerdos del NPA con LFI, y plantean presentar candidatos propios del NPA o en acuerdos con otras corrientes de izquierda, en el marco de la constitución de un polo de independencia de clase. Se trata de un rechazo a las tendencias frentepopulistas de la “mayoría” de la dirección del NPA.

La oposición al frente del NPA con LFI ha denunciado correctamente que la “plataforma” aprobado por el frente NPA-LFI para las elecciones regionales hace un abandono de históricas posiciones del movimiento obrero. Por ejemplo, la sustitución del programa de lucha contra la desocupación (prohibición de despidos, reparto de las horas de trabajo, etc.) por el planteo de… negar subsidios a las “grandes” empresas que despidan. Advierten, además, que llamarían a votar otras listas, como las de Lutte Ouvrière (Lucha Obrera), que expresan en su constitución una perspectiva de independencia de clase.

Este planteo, elaborado por las corrientes internas del NPA L’Etincelle (La Chispa), A&R (Anticapitalismo y Revolución) y DR (Democracia Revolucionaria) es un paso adelante porque surge del entendimiento de que la dirección del NPA quiere imponerle al partido una orientación integral de componenda con la burguesía, a lo cual se oponen.

El documento de oposición, sin embargo, evita ensayar un primer balance sobre los límites insalvables políticos y programáticos de los llamados “partidos amplios” que encarnó y viene encarnando NPA. Tampoco sobre la gigantesca crisis política en Francia, que permitiría darle más profundidad al rol de rescate que pretende jugar Mélenchon, arrastrando a la izquierda tras de sí.

Lo que plantea la crisis del NPA

Esta crisis expone las limitaciones de aquellos agrupamientos que, a pesar de reivindicarse revolucionarios, atan su destino a estos “armados” de la dirección “mayoritaria” del NPA. Con expectativas en que, bajo el paraguas común del NPA, sería posible arribar a una consideración mayor en el seno de la clase obrera. Pero los casilleros avanzados con la infatigable militancia en fábricas y dependencias laborales, o la intervención política en los movimientos de masas, son la prenda de cambio que, ahora, la “mayoría” utiliza para subirse el precio en sus alianzas. En criollo: los sectores combativos del NPA “ponen el agua”, pero es Poutou quien “toma el mate”.

Este fenómeno de disociación, donde los militantes abnegados sostienen la vida cotidiana de la organización, mientras que otros se dedican a dirigirla en el terreno político -con una orientación tributaria de la conciliación de clases- es lo característico de un “partido de tendencias”. La democracia leninista es reemplazada por arreglos de cúpulas, cuando no la claudicación ante quienes detentan figuras con mayor consideración electoral.

No es un esquema “reformable” en virtud de un debate interno o acumulación de fuerzas, porque las dificultades que encuentran los revolucionarios honestos que actúan en su seno para luchar por el poder obrero son, justamente, las virtudes que alientan las “mayorías” que lo utilizan para medrar en el régimen burgués. Por el contrario, el centralismo democrático coloca la dirección del partido en manos de la militancia real, lo cual también le confiere la responsabilidad de elevarse sobre el terreno reivindicativo para lanzar una política integral. La adaptación de la izquierda a la línea electoralista de la “mayoría” y su reclusión auto impuesta en tareas sindicales es lo que explica el embellecimiento que aún continúan haciendo del NPA, caracterizándolo de centrista y hasta de revolucionario.

Una variante de esta adaptación es la del grupo del PTS en el NPA -la Corriente Comunista Revolucionaria- que viene no solo de apoyar, sino de integrar con candidaturas la lista común con La Francia Insumisa en las recientes elecciones municipales de Burdeos. Ahora, “borrando” que se sumaron a la política de fondo de la “mayoría”, y sin presentar un balance (justificándose o de rectificación), proponen a uno de sus referentes como candidato presidencial del NPA. Afirman que, mientras Philippe Poutou (de la “mayoría”), ya adelantó que resignaría su nominación en caso de un acuerdo con LFI, su candidato no se “bajaría”; lo cual, esgrimen, permitiría “conservar la unidad” del NPA. La enseñanza de este relato es que, para el grupo del PTS, lo que importa, incluso en momentos bisagra para la izquierda, no es la clarificación política de la vanguardia, sino las maniobras sin principios, los “atajos” (candidaturas) y la autoproclamación.

El núcleo del problema continúa siendo que el NPA se constituye en base al abandono deliberado de las perspectivas revolucionarias para nuestra era política. Este elemento fue señalado en la contribución del Partido Obrero a la conferencia de L’Etincelle (a la cual fuimos invitados), en sendos artículos desde la formación del NPA y, más atrás aún, al balancear el lugar de la ex LCR. Pero no es una apreciación intempestiva lanzada desde Argentina. Basta leer sus documentos y programas. Ni el mejor buscador digital hallará referencias a la lucha por el gobierno obrero (dictadura del proletariado) como planteo estratégico. Es historia vieja las piruetas semánticas del Secretariado Unificado (con frases ambiguas y neologismos que han sido copiados por otros grupos autoproclamados como la “nueva izquierda” en todo el mundo) para dar cuenta de su contubernio con fracciones nacionalistas o stalinistas, que culminó, en Francia y a falta de mejores postores, con el lanzamiento de su propio “partido amplio”.

Conclusiones provisorias

La “mayoría” de la dirección actual del NPA está montando una comedia hacia el quinto congreso, donde se propone hacer implosionar el partido y lo que queda de su militancia. Esto para tener las manos libres en su transformación definitiva en uno de los tantos microemprendimientos izquierdistas que hoy se suman al frentepopulismo en las elecciones francesas. Las postergaciones reiteradas comienzan a abrir el interrogante de si efectivamente va a realizarse y en qué condiciones. La “mayoría” elige los tiempos según su conveniencia y obtención de candidaturas expectables, promoviendo las rencillas internas. Los grupos de la llamada oposición de izquierda del NPA tienen planteada una lucha a fondo. Sería una limitación grande abocarse a preservar un status quo que ya está definitivamente perdido. Lo contrario los llevará a la capitulación. Es una limitación indicativa el escaso caudal de producción sobre la temática en sus sitios web y periódicos, como si nada estuviera ocurriendo, cuando es precisamente el problema más candente para discutir con los obreros de avanzada. Y no solo a nivel nacional, sino internacional.

La supuesta ventaja comparativa de integrar el NPA, que esgrimía la izquierda, era utilizar su nivel de relativa popularidad entre los obreros como pasaporte para desarrollar una línea propia. Pero, en momentos en los que ese visado anula la mejor hoja de agitación fabril con el llamado a votar por Mélenchon, ¿qué une a la izquierda del NPA con el NPA? Se avecinan tiempos de definiciones. Un reagrupamiento revolucionario independiente en Francia, por su lugar en el concierto de naciones y el peso histórico de las corrientes de izquierda, podría tener un alto impacto global.