Internacionales
12/8/2025
Trump ataca a los sin techo y despliega la Guardia Nacional en Washington D.C.

Seguir
Trump hizo los anuncios en conferencia de prensa
El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este lunes 11 el despliegue, en Washington DC, de 800 efectivos de la Guardia Nacional (una fuerza de reserva militar creada como apoyo del ejército, para intervenir ante desastres naturales, disturbios y protestas) y la toma de control del Departamento de Policía Metropolitana, como parte de un plan de seguridad que incluye, entre sus objetivos, la expulsión de la población sin techo de la capital norteamericana. El magnate amenazó, además, con extender estas medidas a otras ciudades, como Los Angeles (a la que ya envió la Guardia Nacional, en junio, para sofocar las protestas contra los arrestos y deportación de migrantes), Chicago y Nueva York. Tampoco descartó el envío directo de militares.
Hay un antecedente: durante su primer mandato, Trump diseminó en la capital estadounidense 4.000 efectivos de la Guardia Nacional, en 2020, para enfrentar la rebelión popular que desató el crimen del afroamericano George Floyd, a manos de la policía. Esta vez, el magnate presentó estadísticas que arrojan una tasa de homicidios muy elevada (27,3 cada 100 mil habitantes, un nivel más alto que el de países como Brasil, México y Colombia, por ejemplo) para justificar su decisión, pero lo primero que tendría que explicar es por qué la militarización de la ciudad reduciría el delito, cuando se sabe que el crimen organizado opera en connivencia con el aparato de seguridad y que esas fuerzas son responsables de abusos sistemáticos, en especial contra la población más empobrecida.
Como los migrantes, los sin techo (unos 5.600 registrados en Washington DC, algunos de los cuales duermen en edificios públicos, en tanto que otros lo hacen a la intemperie) son un nuevo chivo expiatorio al que apela el presidente yanqui para transferirle la responsabilidad por la debacle de Estados Unidos y para desarrollar sus políticas de represión, militarización y avasallamiento de las libertades democráticas. “Las personas sin techo tienen que irse inmediatamente”, dijo Trump. La ciudad está “llena de tiendas de campaña, miseria, suciedad y delincuencia”, agregó. Este odio desembozado por los pobres es un libreto que copian en Argentina figuras como Jorge Macri, el jefe de gobierno porteño, que acaba de anunciar sanciones contra quienes se ven forzados a hurgar en la basura. Todo un síntoma de época.
Como parte de su política de “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”, Trump lanza guerras, refuerza el presupuesto militar y favorece impositivamente a los grandes capitalistas, mientras ajusta el gasto social, en salud y educación. Esta política solo cierra con represión interna; de ahí estas medidas.
Los demócratas
En lugar de rechazar sin atenuantes la aporofobia y el militarismo de Trump, la administración demócrata se lanzó a un debate inconducente sobre las cifras delictivas, cayendo en las redes discursivas del magnate. Muriel Bowser, la alcaldesa, aseguró que los delitos violentos cayeron con respecto a 2023 y son los más bajos en mucho tiempo. Es un pésimo argumento, porque, incluso si fuera cierto, no invalida que las tasas de homicidios son, en términos absolutos, muy elevadas, y que la inseguridad continúa siendo un problema, que es el caballito de batalla del que se vale Trump para legitimar su copamiento de la ciudad.
Pero no se le puede pedir nada a la administración demócrata, que se limita a un torneo retórico sobre la eficiencia en el combate del delito. “Hemos trabajado rápidamente para promulgar leyes para sacar a los delincuentes violentos de nuestras calles”, dijo Bowser. Cuando la rebelión de 2020 puso en cuestionamiento el aparato represivo del Estado, los demócratas salieron a sostenerlo.
En junio de este año, Trump desplegó a 5.000 agentes de la Guardia Nacional en Los Angeles, con el propósito de quebrar las protestas que estallaron ante las redadas infames contra los migrantes, que incluyen la captura en lugares de trabajo y la separación de familias. Ese despliegue inconsulto fue objetado por el gobernador de California, el demócrata Gavin Newson, porque era una injerencia descarada que devaluaba su autoridad, pero los funcionarios demócratas se adaptaron a la intervención. La alcaldesa de Los Angeles, Karen Bass, dictó un estado de emergencia y el toque de queda nocturno, terminando por hacer causa común con el gobierno federal contra los manifestantes.
En estas condiciones, solo la movilización, organización e intervención independiente de los trabajadores, los migrantes y la juventud puede derrotar las políticas xenófobas, militaristas y fascistizantes de Trump.
