Turquía, un balance del ballotage

Erdogan y Kiliçdaroglu, contrincantes del ballotage

La segunda vuelta de las elecciones turcas le dieron la reelección al presidente Recep Tayyip Erdogan, quien se impuso con el 52,2% sobre su rival, Kemal Kiliçdaroglu, que obtuvo el 47,8%.

Pese a que el mandatario no pudo evitar esta vez el ballotage, ya que no superó el 50% de los votos en primer turno, y a que en los últimos años perdió el control de las principales ciudades (Ankara y Estambul), le ha propinado una nueva derrota política a la oposición. No sólo porque mantiene una mayoría parlamentaria (en tándem con el ultraderechista MHP -Partido de Acción Nacionalista) sino porque ha frustrado la tentativa más seria en 20 años por sacarlo del cargo. La coalición opositora, liderada por el CHP (Partido Republicano del Pueblo, laico y defensor de Mustafá Ataturk, el fundador de la Turquía moderna), incluía a dos desprendimientos políticos del oficialista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo, de orientación islamista), tenía el apoyo tácito del imperialismo e incluso sumó el aval del partido kurdo, el perseguido HDP (Partido Democrático de los Pueblos, que solo presentó candidatos a diputados, bajo la sigla YSP -Partido de la Izquierda Verde), entre otras fuerzas.

Aunque el megafrente opositor no estuvo lejos en votos, sólo estaba cohesionado por el objetivo de desplazar a Erdogan. Por eso, pasadas apenas algunas horas del ballotage, ya arrecian los cuestionamientos internos hacia Kiliçdaroglu, a quien se critica su insistencia en quedarse con la postulación, en desmedro de candidatos supuestamente más competitivos. La disgregación amenaza al bloque opositor.

La campaña hacia el ballotage se caracterizó por un torneo derechista entre Erdogan y Kiliçdaroglu por seducir a Sinan Ogan (Alianza Ancestral), que en primera vuelta había cosechado un 5% de votos (claves en un escenario tan parejo), y cuyo eje de campaña pasó por prometer la expulsión de los millones de refugiados de guerra sirios en el país.

Si bien Ogan terminó anunciando su respaldo a Erdogan, los partidos que lo apoyaron en primera vuelta no siguieron sus dictados. Así, uno de los referentes de este espacio (el Partido de la Victoria) firmó su adhesión a la candidatura de Kiliçdaroglu, a cambio de un compromiso de este en acelerar las deportaciones e incluso “reforzar la lucha contra el terrorismo”, la manera en que el Estado turco se refiere arteramente a la lucha de autodeterminación del pueblo kurdo. En la actualidad, hay 4 mil presos políticos kurdos, muchas intendencias que gobernaba el HDP fueron intervenidas y el partido sufre un proceso de ilegalización.

El voto de Ogan, con toda probabilidad, se dispersó entre las dos listas en el ballotage. Pero también, lo que es aún más importante, la abstención creció en las áreas kurdas con respecto a la primera vuelta, lo que algunos medios interpretan como una reticencia de franjas del pueblo kurdo ante las concesiones de Kiliçdaroglu al ultranacionalismo derechista.

Economía y alineamientos globales

Erdogan llegaba a estas elecciones desafiado por la pésima gestión del terremoto que dejó alrededor de 50 mil muertos y por la crisis económica, expresada en una inflación oficial del 43,4% interanual en abril y un desplome de la lira, que se ha depreciado un 80% en los últimos cinco años. En las semanas previas a los comicios, el gobierno vendió reservas en forma masiva para evitar una devaluación mayor. En términos netos, esas reservas estarían en 100 mil millones de dólares en terreno negativo, según algunas estimaciones (La Nación, 29/5). Los inversores internacionales, en tanto, se han venido deshaciendo masivamente de títulos públicos turcos.

A su vez, para evitar un retiro masivo de fondos, el gobierno se ha visto obligado a establecer un sistema de protección de los depósitos bancarios frente a la devaluación de la lira, que implica un compromiso muy importante de erogación de recursos.

Para compensar la falta de dólares, el gobierno turco viene apelando a préstamos de Arabia Saudita, los Emiratos y China, mientras que Rusia le concedió un diferimiento en el pago de los combustibles importados.

La oposición reclama un aumento drástico de las tasas de interés como receta antiinflacionaria y mecanismo para atraer la inversión extranjera, mientras que Erdogan defiende un planteo de tasas bajas con el argumento de favorecer el crédito a sectores empresarios y las exportaciones.

En el plano de la política exterior se puede comprobar la otra gran diferencia entre los dos bloques. Si Erodgan buscó mantener cierto equilibrio en la guerra en Ucrania (condena la invasión, pero mantiene lazos económicos con el Kremlin), Kiliçdaroglu aparecía como promotor de un alineamiento decidido con la UE y la Casa Blanca.

Los medios occidentales presentaron la elección como una batalla entre la democracia y el autoritarismo del gobierno, e incluso en algunos casos como una disputa entre laicismo e islamismo. Pero en realidad, la divisoria de aguas son las cuestiones económicas y geopolíticas antes mencionadas. Que Kiliçdaroglu no era la cabeza de un “frente democrático” se ve en su diatriba contra los refugiados y en la incorporación al frente de sectores que hasta hace poco estuvieron con Erdogan. Por eso, nos parece un error que el HDP haya apoyado a esta variante burguesa para la presidencia.

Turquía ingresa en una nueva etapa que augura mayores ataques del régimen represivo de Erdogan contra los trabajadores, el pueblo kurdo y los migrantes, en el marco de un fuerte agravamiento de la crisis económica y social. La organización política independiente de la clase obrera es vital para abrir una salida para las masas. Para ello es fundamental que la izquierda, incluyendo la que se reclama trotskista, sea independiente tanto de Erdogan como del frente burgués pseudo democrático pro Otan. Sin embargo, algunos grupos, como el grupo simpatizante de la LIT-CI (corriente internacional a la que pertenece el PSTU de Brasil) de Turquía, llamaron a votar a Kiliçdaroglu tanto en la primera como en la segunda vuelta (1). El espejismo democratizante los llevó a un seguidismo a la reacción imperialista, como en la guerra de Ucrania.

1 Ver “To overthrow the palace regime, Erdogan must be defeated” (punto 4), 22 de marzo; y “Democracy” without workers, waiting for a “spring” that won’t come” (punto 7), 25 de mayo. Ambas en la página web de la LIT-CI.