Un joven afroamericano de 25 años falleció al recibir decenas de impactos de bala durante una persecución policial en Akron, Ohio. Los efectivos siguieron a Jayland Walker tras una infracción de tránsito y le dispararon cuando dejó el automóvil y se echó a correr por la carretera. Adujeron que exhibió un arma, pero esta estaba dentro del vehículo.

Pese a que el crimen ocurrió el lunes de la semana pasada, la policía recién difundió las imágenes de las cámaras de los agentes el domingo, en el marco de grandes protestas de repudio en la ciudad de 200 mil habitantes.

El nuevo asesinato, a poco más de dos años del icónico caso de George Floyd, muestra el racismo del aparato policial. Pero también, la resistencia popular contra esos crímenes.

Tras la muerte de Floyd, su familia y numerosas organizaciones emprendieron una lucha para poner fin al gatillo fácil policial. Recién dos años después, el presidente Joe Biden emitió un decreto -consensuado con las fuerzas de seguridad- que apenas crea un registro federal de casos y limita dos de los procedimientos más cuestionados: la llave de estrangulamiento (que causó el deceso de Floyd) y el ingreso a los domicilios durante los allanamientos, sin golpear previamente la puerta. Con estos mínimos cambios, se archivaron las promesas demagógicas de una “reforma policial”.

Esto obedece a que esa institución es una pieza central del Estado yanqui. La guerra imperialista tiene como correlato, puertas adentro, un aparato de seguridad hiperdesarrollado y un cercenamiento de las libertades civiles. Hispanos y afroamericanos son las víctimas principales.

Solo el 1% de los casos de gatillo fácil culminan con una condena de los responsables. La tenaz lucha por justicia para George Floyd consiguió que Derek Chauvin, el agente que lo estranguló, fuera condenado a 22 años y medio de prisión. Un segundo agente purgará tres años de cárcel y otros dos efectivos conocerán su suerte en 2023.

A pocos días de la derogación del fallo que legalizaba el aborto a nivel federal, y a pocas semanas de una nueva masacre en un colegio, el operativo policial de Ohio, con ocho agentes disparando decenas de veces contra un hombre desarmado, muestra la debacle que atraviesa la principal potencia del mundo -sumida también en una profunda crisis económica.

El desmantelamiento del aparato represivo es un planteo frente al avasallamiento del Estado imperialista.

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