Un nuevo caso de gatillo fácil caldea Estados Unidos

Jacob Blake sufrió siete disparos por la espalda en el estado de Wisconsin

Fuerzas policiales del condado de Kenosha, Wisconsin, dispararon por la espalda este domingo a Jacob Blake, un joven afroamericano de 29 años, como consta en un video que circula ampliamente por las redes sociales. Cuando intentaba subir a un automóvil -aparentemente tras intervenir en un incidente doméstico- fue abatido por los efectivos, estando presentes sus hijos en el asiento trasero. Ahora se encuentra internado en gravísimo estado en un hospital de la zona.

La respuesta popular fue inmediata: las protestas se dirigieron esa misma noche al Edificio de Seguridad Pública del condado. Los manifestantes se enfrentaron a la represión con piedrazos y atacaron móviles policiales. Esto se une al cuadro de rebelión creado por el crimen de George Floyd a manos de las fuerzas policiales en mayo, que puso contras las cuerdas al gobierno de Donald Trump.

El gobierno de Wisconsin, en manos de los demócratas, impuso el toque de queda para disuadir las manifestaciones. Por eso, las declaraciones del gobernador Tony Evers y del candidato Joe Biden, condenando el ataque policial, son de una profunda hipocresía. Cabe recordar que fue también un gobierno del Partido Demócrata quien ordenó el desalojo de la zona autónoma creada por los manifestantes en Seattle. Los demócratas sólo se preocupan por contener la rebelión y buscan transformarla en un apéndice de la candidatura de Biden.

La brutalidad policial no se ha detenido en Estados Unidos, pese a las demagógicas promesas de reforma del poder político, tanto republicano como demócrata. Ya en junio, la policía de Atlanta, Georgia, mató por la espalda a Rayshard Brooks, un joven afroamericano desarmado de 27 años que intentaba resistir su arresto. La movilización forzó la renuncia de la jefa de policía del Estado. A comienzos de agosto, Ramón Timothy, de 28 años, murió bajo custodia policial en Phoenix, California, tras ser sometido sobre el asfalto caliente durante casi seis minutos.

https://twitter.com/ChalecosAmarill/status/1297819906101190656?s=19

La brutalidad policial se ensaña particularmente con los hispanos y los negros, que según algunas encuestas (ONG Mapping Police Violence, Washington Post) tienen dos y tres veces más posibilidades de morir a manos de las fuerzas policiales.

Uno de los elementos que explican esta brutalidad es la impunidad. En el icónico caso de Eric Garner, quien murió asfixiado por una llave policial en 2014 (sus últimas palabras fueron “no puedo respirar”, al igual que Floyd), el asesino fue exculpado cinco meses después del hecho. El sistema judicial norteamericano otorga amplias facultades a las fuerzas represivas, lo que hace sumamente difícil lograr una condena. Según la BBC (4/6), de cada 1000 personas que mueren al año en Estados Unidos a manos de la policía, solo 7 agentes son acusados de homicidio y apenas 2 o 3 condenados.

Esta violencia policial está al servicio del sostenimiento de un régimen capitalista y racista. Al mismo tiempo, es el correlato necesario de la guerra imperialista.

Está planteado el desarrollo de una acción continental de repudio a la violencia policial y el imperialismo, como votó la Conferencia Latinoamericana y de los Estados Unidos.

Fuera Trump, viva la rebelión norteamericana.