Internacionales
27/6/2025
ESTADOS UNIDOS
Zohran Mamdani, ¿un “socialista” alcalde de Nueva York?

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Mamdani ganó las internas del Partido Demócrata
Las elecciones primarias del Partido Demócrata para elegir candidato a alcalde de Nueva York cerraron con un resultado inesperado. El triunfo por amplio margen (43%) fue para Zohran Mamdani, miembro de los Demócratas Socialistas de América o DSA, el bloque izquierdista que convive dentro del Partido Demócrata. Nueva York es un estado donde la primacía demócrata es muy fuerte, lo cual hace pensar que, quien gana la interna, corre con ventaja hacia la elección general.
El postulante oficial del aparato partidario, el ex gobernador Andrew Cuomo, quedó rezagado a los 36 puntos. Su figura está muy desprestigiada por escándalos de corrupción y por denuncias de acoso sexual. El tercero en carrera con el 11% fue Brad Lander, quien rompió por derecha con el DSA y acompañaría a Mamdani en la fórmula. Participaron casi un millón de electores.
Mamdani, de 33 años, es un político atípico. Oriundo de Uganda y nacionalizado estadounidense, es hijo de un prestigioso académico de izquierdas y de una cineasta. Es licenciado en Estudios Africanos y ha desarrollado una incipiente carrera en el ámbito musical y artístico. Desde muy joven militó por distintas causas de raigambre popular. Es musulmán practicante, adscripto a la fe chiíta.
El triunfo de Mamdani muestra una avidez de debate y aire fresco entre los sectores populares y progresistas. Una franja muy grande de la población aparece dispuesta a apoyar planteos que levanten la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores y de ejes políticos contrapuestos a Trump, como la defensa de migrantes, colectivos sexuales y minorías. Mamdani se autodefine como “socialista” y favorable a la causa palestina.
El eje de su campaña fue comprometerse a resolver reclamos populares concretos, lo cual señala un gran contraste con las habituales propuestas demócratas. Logró un manejo excepcional de las redes sociales que lo posicionó en la consideración popular. Su candidatura contó con un apoyo que puede contabilizarse en varias decenas de miles de activistas. Las donaciones de particulares recibidas llegaron a 1,7 millones de dólares, según las cifras públicas. El Financial Times (25/6) reporta que Mamdani recibió 21 mil aportes individuales, de los cuales el 75% fueron por menos de 100 dólares.
Como ya hiciera Bernie Sanders con sus proclamas sobre la extensión del sistema de salud, Mamdani se centró en la idea de “congelar” el precio de los alquileres. Desde allí desprendió una serie de medidas accesorias, como la construcción de viviendas populares o el acceso a condiciones mínimas de servicios.
Con el ángulo de que Nueva York sea una ciudad donde se priorice a la “gente trabajadora”, también plantea la gratuidad del sistema de colectivos, la apertura de comercios a cargo del municipio con venta al costo, guarderías infantiles de acceso universal, subsidios en salud, construcción de bibliotecas en los barrios, entre otras medidas.
Otro de los puntos centrales está colocado en la inseguridad ciudadana. Mamdani plantea crear una suerte de “guardia urbana” que se encargue de tareas en transporte o comunitarias, liberando a los oficiales para “combatir el crimen”. Explícitamente ha rechazado la idea de “desfinanciar” a la policía, o de reemplazo de cualquier tipo, una de las consignas más sentidas tras el movimiento Black Lives Matter.
En el último tramo de su campaña, el candidato referenciado en DSA también ahondó en planteos más fuertes contra Trump, tanto en lo que hace a la defensa de disidencias sexuales y a los migrantes como a la necesidad de “luchar” contra los “monopolios” y la “explotación corporativa” a los trabajadores.
La apelación a una fraseología “obrera”, al estilo de la socialdemocracia tradicional, es constante en sus discursos y apariciones -bien que con un tono de proximidad hacia la gente de a pie. Un periódico tituló que Mamdani buscaba “poner plata en el bolsillo” de los trabajadores (The Nation, 18/2).
A pesar de ahondar en beneficios indirectos, la plataforma se torna más ambigua en cuanto al problema del salario. Mamdani se propone tratar una ley que lleve el mínimo por hora actual -fijado en 16,5 dólares- a 30 dólares por hora, con subas progresivas a culminar en el año 2030. Insinúa, además, que el Estado de NY otorgaría una especie de “garantía salarial” que compense al trabajador y acerque gradualmente las cifras en aquellos casos en los cuales la patronal no logre (¿o no quiera?) pagar ese monto. Diversos distritos están barajando, con cautela, proyectos de este tipo. Se trata de un punto de primer orden en un país donde ha crecido exponencialmente la organización sindical en torno a la lucha salarial.
Como contrapartida, Mamdani detalla un amplio sistema de perdón fiscal y otorgamiento de créditos de todo tipo para la pequeña empresa.
El costo financiero de estas líneas políticas es estimado en unos 10 mil millones de dólares, que se cubrirían mayormente con el alza del impuesto a las grandes fortunas a un 2% anual y con una suba al aporte de las corporaciones asentadas en la ciudad, igualando el porcentaje que ya aplican otras urbes estadounidenses. Aunque resistidas por un sector del establishment, se trata de medidas que, de ser consumadas, no implican ni buscan implicar -por el volumen de los montos en juego- un golpe decisivo al capital. La plataforma de Mamdani no hace ninguna referencia a otras opciones para lograr financiamiento, como por ejemplo las expropiaciones parciales que levanta DSA en su programa.
Los apoyos recibidos
La candidatura de Mamdani es vista por un amplio sector popular y militante como una forma de lograr la concreción de sus reclamos. Se destaca la gran cantidad de agrupaciones con eje en lo social, en derechos civiles y en libertades democráticas que lo avalan.
Esto es especialmente importante en cuanto a la lucha contra el genocidio en Gaza. Mamdani recibió el apoyo, entre otras, de Jewish Voice for Peace y Palestinian Youth Movement, tal vez las organizaciones de mayor porte en las campañas por Palestina. Mamdani se posiciona en forma clara contra el genocidio y dentro del campo favorable a Palestina. Esto le ha costado una persecución furiosa del sionismo, que lo tacha de “antisemita”, en especial por reivindicar una “intifada global”, y que ya adelanta que se jugará a voltear su candidatura.
Así todo, debe ser señalado que, en el marco de un movimiento muy radicalizado (y con Nueva York como uno de sus epicentros), Zohran Mamdani constituye el ala más moderada. Ha tenido declaraciones ambivalentes sobre el rol de Israel en los negocios de la ciudad, incluyendo el hecho de que la policía sea entrenada por el ejército sionista. Más importante es su negativa a responder si tomaría alguna medida para romper lazos con el Estado genocida (Politico, 17/4).
Por su parte, los apoyos obreros tradicionalmente ligados al Partido Demócrata se dividieron entre los distintos candidatos. Mamdani contó con el respaldo de seccionales sindicales de trabajadores estatales, audiovisuales, metalmecánicos y docentes universitarios. Igual de importante es su pregnancia en el mundo del arte y la cultura. El sector creativo es el que reporta la mayor cantidad de empleos y los mejor remunerados de la ciudad.
El carácter deliberadamente difuso de la campaña se tradujo en una heterogeneidad en la procedencia de los votos. Mamdani gana con holgura en los hogares de ingresos medios y altos (aunque Cuomo lo supera en los exclusivos barrios de súper ricos). Arrasa entre los sectores de mayor nivel de escolaridad y, como era de esperar, gana en los inquilinos (el 70% del total de electores), donde repite casi calcado el resultado global.
La llave de la victoria la obtiene en los barrios residenciales de clase media de Queens y Brooklyn (Ridgewood, Bushwick, etc) con resultados arriba del 70%, y entre los sectores de trabajadores y comerciantes de Manhattan, arriba del 50% y picos del 70% (Midtown, Hell’s Kitchen, Harlem, East Village). También gana el Financial District.
Gana con amplitud en los migrantes asiáticos y por poco margen en los latinos. Pero es Cuomo quien se queda con los votantes negros (51 a 34) y con los hogares de menores ingresos (49 a 38). También se alza con la victoria en el Bronx, especialmente en sus barrios más periféricos, y en otras áreas donde suele residir la clase obrera tradicional. Las secciones en las cuales Cuomo obtiene el triunfo se corresponden con las de mayores votos en 2021 para el actual alcalde, el derechista Eric Adams (New York Times, 25/6).
Perspectivas
La victoria de Zohran Mamdani abrió una crisis en un Partido Demócrata golpeado tras la victoria de Donald Trump. El ala identificada con figuras como Bernie Sanders u Alexandra Ocasio-Cortez y sectores moderados dentro de la estructura partidaria como el senador de Pensilvania John Fetterman apuestan por un cambio de estrategia que tiene, en esta elección, un espejo exitoso hacia las próximas presidenciales. Algunos analistas definieron las internas de Nueva York como un “referéndum sobre el futuro del partido” (Financial Times, 24/6).
Este triunfo electoral, en términos de la disputa interna, refuerza a quienes promueven la línea de que la izquierda y DSA deben proceder a una mayor integración al Partido Demócrata. Es una foto distinta a la de la derrota de 2023, cuando abrió el grifo a las críticas y se volvió imperioso montar un operativo de contención sobre aquellas agrupaciones que evolucionan hacia una ruptura política con el partido y tendencialmente hacia posiciones de clase.
El sector liderado por Ocasio-Cortez, precisamente quien maneja las riendas en Nueva York y que fue responsable del éxito de esta campaña, vuelve a escena con pergaminos renovados. Ahora, se encuentra en mejores condiciones en relación a la derecha del partido y también en relación hacia la izquierda más rebelde, a quien presionará con la viabilidad oportunista de continuar “reformando” el partido con “uno de los nuestros” en primera línea. Su norte político es posicionarse electoralmente hacia 2027, sin romper con los consensos centrales del imperialismo.
Parte de la presión ya se está haciendo notar en los medios de la izquierda demócrata. Es el espíritu del editorial de Jacobin EEUU (Jacobin América Latina, 25/6) alabando la “sensatez” de Mandani, quien evitó caer en la “trampa” de las “disputas sectarias” y la “retórica maximalista”.
Son planteos que atrasan. Es un error tirar por la borda las conclusiones que las masas empezaron a sacar sobre los demócratas, lo cual incluye a la izquierda del partido, que se adaptó por completo al gobierno de Joe Biden y Kamala Harris, y que apoyó la candidatura perdidosa de esta última. Las simpatías populares ganadas en Nueva York están en peligro de ser utilizadas como prenda de cambio en negociaciones de altas esferas, frustrando las expectativas de los trabajadores y evitando que se desenvuelva la iniciativa desde abajo.
Existe una tensión muy grande en el movimiento de lucha, dentro y fuera de DSA, entre un ala que tiende a plegarse acríticamente a Mamdani y Ocasio-Cortez, y quienes, señalando sus límites de clase, optan por una prédica propagandística o autoproclamatoria. Es imperioso participar en los debates políticos generales y en cada instancia reivindicativa para colaborar en corporizar una tendencia de independencia obrera. La defensa de las conquistas populares con la movilización y la huelga es un método contrapuesto a la confianza en las instituciones del régimen que levanta el Partido Demócrata y los DSA.
Mientras tanto, la nueva situación en Nueva York enoja y mucho a los fachos. El juego de Trump, tildando a Mamdani de “lunático comunista”, busca incidir en la interna demócrata y restar apoyos en los distritos nacionales indecisos (purple states). Pero ello no puede ocultar una preocupación real. Un sector de multimillonarios amenaza con abandonar la ciudad y desfinanciarla. Bill Ackman, magnate ligado a la estructura republicana, dice estar dispuesto a poner millones contra Mamdani (Financial Times, 24/6). Las elecciones generales de noviembre traerán nuevos choques.
El devenir de la “izquierda” de masas más notoria de Occidente, que tiene la particularidad de cohabitar un partido imperialista en el Estados Unidos de las puebladas migrantes, las revueltas negras y el empuje hacia la sindicalización, es de máximo interés para los trabajadores del mundo.
