LGBTI
2/8/2024
La boxeadora argelina Imane Khelif y la campaña transfóbica del gobierno
Esto no tiene nada que ver con un deseo de justicia en el deporte.
Seguir
Imane Khelif
Luego de la boxeadora italiana Angela Canini abandonara a los 46 segundos la pelea contra la argelina Imane Khelif, alegando: “nunca me habían pegado tan fuerte” y retirándose del ring sin siquiera saludarla, una ola de comentarios transfóbicos y misóginos inundaron las redes sociales. Esto no tiene nada que ver con un deseo de justicia en el deporte. Sucede que Khelif es una boxeadora nacida mujer con un desorden cromosomático y hormonal, que genera exceso de testosterona y masculiniza sus rasgos. Esto hizo que la confundieran con una mujer trans.
Los comentarios transfóbicos tuvieron mucho protagonismo en X (ex Twitter), propiedad de Elon Musk, un ferviente transfóbico que odia a su propia hija trans y hasta la considera muerta, según sus propias declaraciones. Javier Milei tampoco se quedó atrás: “A ver boluprogres. Vengan a explicar esto…Cuando se les marca las estupideces con argumentos responden poniendo todo tipo de etiquetas que buscan cancelar el argumento que los rebate. Después aparece la realidad que los expone frente a su imbecilidad… Si seguía la mataba…”.
De esto se hicieron eco los funcionarios más allegados al gobierno, como Lucía Montenegro, diputada de la Ciudad por la Libertad Avanza quien no solo desnudó nuevamente su transfobia, sino también su absoluta ignorancia sobre deporte en sus redes sociales, diciendo: “Si alguien se autopercibe un águila ¿le permitiríamos que se arroje de la terraza de un edificio de 20 pisos?? No, verdad? Obviamente, porque sería un suicidio. Si se autopercibe un león no se le permitiría ingresar a una jaula y enfrentarse al rey de la selva”. También agregó: “¡Gracias Javier por salvarnos de esta ideología nefasta!”.
Recordemos que Montenegro viene de presentar un proyecto para conformar la categoría trans en los deportes con el argumento de “proteger a las deportistas ante la nefasta ideología de género”. Esto da cuenta de que en realidad, lejos de interesarle la justicia deportiva o la integridad física de las deportistas, la pelea del gobierno es por instaurar políticas reaccionarias contra la población transgénero.
La pelea
Luego de que se conociera que la boxeadora argelina es una mujer desde el nacimiento y que solo tiene un trastorno hormonal y cromosomático, el tema de debate giró en torno a los reglamentos que rigen para la competencia de deportes de combate. El hecho de que la boxeadora Italiana, conociendo la trayectoria deportiva de su rival (sabiendo que el reglamento de la Asociación Internacional de Boxeo ha impugnado su participación en competencias anteriores), no haya realizado ninguna presentación especial por ventaja competitiva previa a la pelea, demuestra que la condición de la argelina podría haber sido utilizada como recurso para sacarla de competencia, apelando a la misoginia que muchas veces rige en los deportes de combate, y en consonancia incluso con la propia campaña política reaccionaria de Georgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia.
Vale aclarar también que Khelif aprobó todas las pruebas físicas estipuladas por el Comité Olímpico, lo que la habilitó para competir. Esas pruebas, sin embargo, chocan contra el reglamento de la Asociación Internacional de Boxeo (BAI), quien denuncia que los niveles hormonales de las competidoras no fueron estudiados por el Comité Olímpico por no estar incorporados este ítem dentro del protocolo (algo que sí ha estado presente en Juegos Olímpicos anteriores), motivo por el cual la propia BAI se negó a dejarla competir en eventos pasados.
Lo que ahora se encuentra en tela de juicio es si efectivamente el desorden que padece la argelina podría otorgarle una ventaja competitiva que ponga en juego la integridad física de otras peleadoras de su categoría. Sin embargo, son estudios del que debe ocuparse la comunidad científica y deportiva, contribuyendo a una investigación que tenga como principal objetivo el cuidado integral de los atletas y la inclusión de todas, todos y todes les deportistas. Esta orientación es incluso contraria a la resolución de la BAI que directamente la excluye a la argelina de la competición.
Utilizar un desorden fisiológico que hoy padece una boxeadora para arremeter contra la comunidad transgénero y contra las propias mujeres constituye un hecho repudiable que no podemos dejar pasar. El deporte es un derecho.