Carlos Fuentealba: otro 4 de abril con Sobisch impune

Las condenas conquistadas ¿eran todo lo posible?

Cárcel a todos los responsables políticos.

Como cada 4 de abril, el activismo y la oposición en Aten realizamos un acto sobre la ruta donde fue fusilado el compañero Fuentealba. Este año tuvo la particularidad de estar fresco aún en nuestras retinas el fusilamiento en grado de tentativa del fotógrafo Pablo Grillo, a manos de las fuerzas represivas comandadas por la ministra Bullrich. Por eso el acto estuvo cargado con la sumatoria de la emotividad de ese momento.

Los puentes políticos entre aquel 4 de abril de hace 18 años atrás y el 12 de marzo de este año en el Congreso, son inevitables. El acto en Arroyito, al pie del cartel y el mural que recuerda al Carlos real, al militante socialista, tiene el inmenso valor de marcar el contraste con la imagen desbarbada y ligada a mariposas con que lo muestra el TEP y la Ctera. Carlos era docente, sí, pero además un militante revolucionario, y pretenden despojarlo de esa condición.

Pero, además, el acto en Arroyito, en el exacto lugar donde fue fusilado, tiene otro valor histórico fundamental. Ese lugar está a siete kilómetros del puente que íbamos a cortar aquella mañana del 4 de abril. Es decir, marca la ferocidad de la cacería y persecución con que los milicos de Sobisch encararon la represión ese día. Nos gasearon y dispararon durante todo ese trayecto.

Para la conducción baradelista de Aten resulta dificultoso acercarse a ese acto, donde Carlos es reivindicado como un militante socialista y se condena a los gobiernos cómplices del MPN y el actual.
Máximo cuando tampoco pusieron todo para la marcha y acto que la conducción de Aten convocaba. El paro facilitaba que la conducción pusiera todos los medios para masificar ese día una marcha provincial y un acto frente a la Casa de Gobierno. Algo elemental, ya que el actual gobernador, Rolando Figueroa, fue integrante del gabinete de aquel gobierno de Jorge Sobisch.

Sin embargo la conducción provincial de Aten no movilizó acorde a la situación. Hubo seccionales que dirige el TEP-Celeste que organizaron actividades locales en el interior y no viajaron a la capital.
Tampoco la movilización terminó con un acto frente a la Casa de Gobierno. Menos aún se rozó en los discursos la participación de Rolando Figueroa en las filas del gobierno de Sobisch en el mandato 2003-2007. Todo un tributo a la “gobernanza” que pregona el gobernador.

Luego del cierre de las causas Fuentealba I y II, el máximo responsable político del fusilamiento, tras 18 años, nunca estuvo imputado en ninguna de las dos causas. Apenas fue citado como testigo a requerimiento de la querella en la primera causa (la que centraba la imputación en el autor material del disparo), como si éste hubiera actuado a título individual, sin mandos superiores y sin ser parte de un operativo que fue planificado al detalle, el día anterior, en una reunión en Casa de Gobierno.

Por lo cual la estrategia por la que optó el abogado de Aten de desdoblar las causas, separando el juicio al autor material de un segundo juicio a los responsables políticos, se trató (al menos) de un error fatal. Y era un cuestión evitable, habida cuenta del resultado que años antes había tenido un desdoblamiento similar en la causa por el asesinato del soldado Carrasco en un cuartel de Zapala: solo condenaron a los “perejiles”, pero quedaron impunes el encubridor ministro de Defensa de Nación, Oscar Camilión, el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, Martín Balza y otros.

De modo que era prácticamente inevitable que el desdoblamiento de la causa Fuentealba, terminara también en la impunidad de Sobisch, de su subsecretario de Seguridad, Raúl Pascuarelli (ya fallecido), de su jefe de Gabinete, Jorge Lara, ahora funcionario del gobernador Rolando Figueroa y a quien este homenajeó el año pasado por su “extensa trayectoria laboral al servicio de la provincia del Neuquén”. La cual debe incluir con certeza la planificación del “operativo Arroyito” cuando era jefe de Gabinete de Omar Sobisch.

Así las cosas, y habiendo sido citado como testigo en el juicio contra Poblete, para imputar a Sobisch en el juicio de la causa Fuentealba II, había que presentar pruebas contundentes, hechos nuevos relevantes y activar dicho expediente. Nada de eso realizó el abogado Palmieri.

La impunidad de Sobisch

De modo que cuando la querella del abogado de Aten quiso imputar al ex gobernador Jorge Sobisch, y denunció inacción de parte de la justicia, el Tribunal Superior de la provincia le dio una respuesta lapidaria por un lado, y por el otro le sirvió para autoabsolverse de toda responsabilidad en lo actuado para la impunidad legal del ex gobernador.

En la causa caratulada “DR. GUSTAVO EDUARDO PALMIERI S/ RECURSO DE QUEJA EN AUTOS: ‘FISCALÍA DE CÁMARA S/ INVESTIGACIÓN – EXPTE. 38150/07’”, el máximo tribunal expresó reproches al abogado Palmieri como “inactividad de la parte querellante durante el transcurso de la investigación”, “…pasaron cinco meses desde su finalización hasta el momento en que se materializa el planteo”, “…contradicción en que incurre la querella cuando en la causa referida supra (nota: causa Fuentealba I) solicitó que Jorge Omar Sobisch preste declaración testimonial y en la presente, con base en el mismo plexo probatorio, solicita se lo impute y se lo llame a prestar declaración indagatoria”, “…la nula actividad de esa parte durante el extenso curso de este proceso. No propuso ni una sola medida, ni una sola diligencia, ni una sola prueba. Después de casi dos años de promovida la acción penal por requerimiento fiscal de instrucción”. Y remata diciendo: “Obstruir consiste en impedir un accionar, en estorbar su realización. No se puede impedir o estorbar lo que no se hace”.

Cuando tras años de luchas y muchos actos y movilizaciones de las y los trabajadores de la educación se logró reabrir esta causa, ya con otros abogados querellantes, las imputaciones solo alcanzaron a algunos jefes policiales y otros policías, pero acusados nada más que de “abuso de autoridad”, como si el fusilamiento hubiera sido un “exceso”. Ni siquiera se los imputó o condenó por encubrimiento.
Estas condenas, aunque constituyeron una victoria política de la lucha de miles y miles de trabajadores de todo el país, y especialmente de Aten como sindicato, no puede dar por cerrada esa lucha.

Lo que expresó precisamente el discurso del secretario general de Aten, Marcelo Guagliardo, en el acto de este 4 de abril y dijo antes en muchas ocasiones: “es lo máximo posible de justicia completa”, para Sobisch queda “la condena social”. Han pasado 18 años, pero con el ejemplo de las Madres y diversos organismos de Derechos Humanos, jamás deberíamos resignar la posibilidad de imputar y obtener una condena al máximo responsable del fusilamiento de Carlos.

Esta probado ante los tribunales que hubo un operativo planificado por el gobernador, su gabinete y las cúpulas policiales. Que el subsecretario de Seguridad estaba en Arroyito dirigiendo y supervisando personalmente ese operativo y en comunicación constante con el gobernador.
Tal y como se logró condenar al burócrata Pedraza como responsable político (aunque ni siquiera estaba presente en la escena) por el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, hay motivos para decir ¡Cárcel a Sobisch!

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