El penal de Florencio Varela, el Covid-19 y la educación

8.000 presos en un lugar para 4.200, el hacinamiento favorece los contagios.

Florencio Varela cuenta con seis unidades penitenciarias cuya población asciende a 8.OOO presos en condiciones de hacinamiento, en virtud de que cada unidad tiene capacidad para setecientos internos, esto es: 4.200 presos en total. Desde luego que esto por sí solo da cuenta de la existencia de un sistema carcelario inhumano. La superpoblación, a su turno, potencia los conflictos, que por otra parte son alimentados por la violencia ejercida por parte del servicio penitenciario bonaerense, cuyas requisas a cualquier hora, y bastón en mano, alimentan el resentimiento al ritmo de las golpizas frecuentes. La misma cárcel es un ámbito de promoción de los más diversos delitos alentados y organizados por las propias autoridades, amparadas en el uniforme y en el monopolio de la fuerza estatal.

En las actuales condiciones de pandemia, el hacinamiento es un factor determinante de la expansión del contagio. El secreto respecto a los registros existentes sobre la cantidad de presos con Covid-19 impide que se conozcan los datos fehacientes, paro los hay oficiosos que se han deslizado sobre la circunstancia de que hay pabellones aislados por ese motivo y que los lugares que son habitualmente para uso escolar están albergando contagiados de coronavirus. Sí, hay que destacar que los presos protagonizaron en abril una rebelión en reclamo de condiciones sanitarias adecuadas a los efectos de impedir que se extendiera la pandemia, y que el Servicio Penitenciario Federal, lejos de dar solución al problema, dio rienda suelta al uso de escopetas Itaca, cuyo resultado fue el asesinato de Federico Rey. Por esta razón hay tres presos: la alcaide mayor Eliana Heindrich, el subprefecto Gastón Ávila y el mayor general Bergonzi. No obstante, estos han sido los fusibles que han saltado para proteger el conjunto del régimen carcelario. Tanto las cárceles como las comisarías y cuarteles son cotos cerrados para la arbitrariedad y la acción impune del Estado. El ocultamiento oficial sobre la continuación de la situación sanitaria endeble no ha impedido que se filtre la subsistencia de esa precariedad.

El servicio educativo en la cárcel y la pandemia

Es bajo las circunstancias descriptas que funcionan las escuelas en las cárceles en lo que se denomina educación en contextos de encierro. Esto, por otra parte, favorece el concepto de los internos frente a las autoridades y hace más próxima la libertad por buena conducta. Solo el 10% de los alojados en la cárcel puede asistir a la escuela (primaria o secundaria de adultos), pero dada la escasa capacidad existente hay una lista de espera.

El Covid-19 ha modificado la situación también en materia educativa ya que la escuela no funciona, lo cual es absolutamente lógico. Tampoco el sistema penitenciario bonaerense proporciona instrumentos tecnológicos para que actúen como recursos pedagógicos sucedáneos. No es extraño en un ámbito en el que no solo desde el punto de vista habitacional, de la higiene y de la alimentación, la situación es catastrófica. Recientemente se ha montado una puesta en escena en la que tuvo protagonismo también la burocracia de Suetba Florencio Varela (con selfies incluidas) en la que se han entregado de un modo indiscriminado cuadernillos educativos del Ministerio de Educación de la Nación con contenidos pedagógicos para escuela primaria, pero no para estudiantes adultos, lo cual ha significado un despilfarro y seguramente oculta algún negocio editorial cuyo origen es necesario investigar. La complicidad del aparato burocrático de Suteba con el gobierno se extiende en este plano.

El compromiso con los fondos buitres por parte del gobierno nacional y el acuerdo de Kicillof con la bancada de Cambiemos para contraer nueva deuda en la provincia junto a la disposición a pagar más de siete mil millones de dólares a los fondos de inversión encabezados por Fidelity implican un ataque en todos los planos a los explotados y oprimidos, que incluyen el agravamiento de la situación carcelaria, también el penal de Florencio Varela. Bajo estas condiciones se puede aseverar que la condición carcelaria va a agravarse. Esto, tanto en el plano del hacinamiento como de la alimentación y la higiene, y desde luego que en el plano educativo. Las cárceles en el régimen capitalista no constituyen un paso hacia la reinserción de los presos en la sociedad; son caldo de cultivo de reincidencias agravadas, alentadas por el propio aparato del estado y sus integrantes, que promueven y organizan el delito dentro y fuera de las cárceles. Mejorar la situación carcelaria en todos sus términos es una cuestión que está integrada a la lucha por la destrucción del régimen capitalista en descomposición y la desaparición de explotadores y explotados.