La Plata: dos policías bonaerenses linchados por intentar robar una oveja

Otra muestra clara del entrelazamiento del aparato represivo y el delito organizado

El día viernes, en una quinta en 515 y 167 en La Plata, dos efectivos de la policía bonaerense fueron golpeados por un grupo de vecinos tras intentar robarse una oveja. Tras alertarse el hecho al 911, un móvil arribó al lugar y se topó con dos hombres ensangrentados que estaban siendo retenidos por los allí presentes. Tras la requisa, pudieron constatar que se trataba de dos efectivos ligados a la misma fuerza policial: Guillermo Federico Romero, subteniente de la Dirección de Prevención Ecológica y Sustancias Peligrosas de La Plata, y Miguel Romero, un ex comisario de la Dirección Distrital de Investigaciones de Avellaneda, apartado de sus funciones en 2018.

Los mismos intentaron llevarse la oveja abordo de un Chevrolet Onix y poseían un revólver Taurus calibre 38 con seis municiones en el tambor. Este no es un dato menor, puesto que las armas reglamentarias de la policía son las pistolas 9 milímetros. Revela lisa y llanamente que se trata de una banda delictiva con todo un modus operandi, y no un hecho casual. Este caso se suma al que ocurriera dos meses atrás en Florencio Varela, en el cual un trabajador de Edesur se entregó a la policía tras abatir de un disparo en el tórax a un delincuente que le robó el celular. Finalmente, se comprobó que el ladrón era un oficial perteneciente a la Unidad Táctica Operativa de Puente 12, La Matanza.

La reivindicación de los “linchamientos” como respuesta a los robos y los hechos delictivos, con una fuerte presencia del tema los últimos meses en los medios de comunicación, ha sido usada para justificar una mayor presencia policial. Vale recordar el apoyo de Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense, al jubilado Jorge Ríos de Quilmes, que remató a balazos en el suelo a un delincuente en nombre de la “legítima defensa”. Hecho que no se trató desde ningún punto de vista de la legítima defensa, pero que fue utilizado por el ministro para montar una campaña de temor ante la población sobre el aumento de casos de robos y delitos, para así justificar el brutal despliegue de las fuerzas policiales en los barrios del conurbano. En ese mismo caso también, se pudo constatar que el delincuente abatido pertenecía a una barrabrava, grupos por excelencia ligados a los grupos de tareas clandestinos del poder político y entreverados hasta la médula con el aparato represivo y el poder judicial.

El episodio confirma que la saturación policial no sirve para brindar más seguridad para la población. La policía en general, y la bonaerense muy en particular, son usados para reprimir a la juventud y los trabajadores, como lo muestran los más de 40 casos de gatillo fácil por parte de la bonaerense desde el inicio de la cuarentena y el asesinato de Facundo Castro. Pero también son un peligro para la población por su enlazamiento con las actividades delictivas de todo tipo. El zorro a cargo del gallinero, o en este caso a cargo del corral de ovejas.

El operativo de seguridad presidido por Sergio Berni fue premiado recientemente por el gobierno nacional con un refuerzo presupuestario de 38 mil millones de pesos para la policía bonaerense, así como también un refuerzo con fuerzas federales como la Gendarmería o la Policía Federal con el aval del gobernador bonaerense y en acuerdo con Sabina Frederic, ministra de Seguridad nacional. El argumento fue que “el avance de la crisis social traería aparejada un aumento del delito”. Lo que un mayor despliegue policial en los barrios ha puesto de relieve es que el aparato represivo es responsable directo de organizar y regentear ese delito que Berni agita como fantasma, tal cual lo prueban casos emblemáticos en nuestro país como el asesinato de Luciano Arruga por negarse a robar para la bonaerense.

Este caso añade más leña al carbón de un reclamo que cobra cada vez más vigencia: para acabar con el delito urge el completo desmantelamiento de la policía bonaerense y del aparato represivo. A su vez, se hace necesaria la apertura de los archivos de las comisarías a trabajadores y vecinos de sus respectivos barrios para identificar la organización de estas bandas delictivas directamente paridas de las entrañas del Estado. Para avanzar contra la mafia, empecemos por remover a su jefe. Fuera Berni ya.

 

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