La represión política en Namibia y un ataque siniestro

Dirigente sindical minero y de la organización Namibian Workers United, participante del Foro Internacional contra la Represión y la Persecución Política

Lourens Soroseb

El 26 de junio de 2025, aproximadamente a las 20 hs fui víctima de un brutal ataque con motivos políticos. Mientras caminaba por una ruta conocida, fui emboscado por personas que se comunicaban en lengua Owambo, lo que indicaba un ataque selectivo contra personas como yo que se atreven a expresar su desacuerdo con el régimen actual de Namibia.

El ataque fue particularmente escalofriante, ya que se produjo tras un agotador interrogatorio de 18 horas apenas una semana antes, donde me confrontaron por mis artículos y declaraciones que condenaban la corrupción rampante, la brutalidad policial y las injusticias sociales generalizadas que asolan nuestra nación. Este patrón de intimidación es emblemático del entorno opresivo en el que nos encontramos, que castiga la libertad de expresión y las opiniones disidentes.

Durante el ataque, me despojaron de mis pertenencias: mis gafas, de las que dependo para una visión clara; mi billetera, que contenía mi tarjeta de votación y mi documento de identidad; y documentos importantes que tenía la intención de escanear para futuras iniciativas de defensa. Mi teléfono, una herramienta crucial para la comunicación y la movilización, también resultó dañado, silenciando mi voz en un momento en que alzarla resulta más crucial que nunca.

Este ataque es un mensaje claro: una advertencia para quienes se atreven a desafiar el orden establecido. Pone de relieve el precario estado del discurso político en Namibia y sirve como recordatorio de los sacrificios que muchos de nosotros hacemos en la búsqueda de la justicia. No quieren que los desafiemos en las próximas elecciones regionales de noviembre.

El gobierno de Namibia, liderado por el Swapo, se ha convertido cada vez más en un bastión de la corrupción, donde las élites políticas vinculadas al capital chino amasan riqueza mientras la mayoría de los ciudadanos luchan contra la falta de tierras y la marginación económica. Una empresa minera china, Xinfeng Investment, intenta demandarme por exponer sus negocios clandestinos en la ciudad de Uis.

Dado que las conexiones políticas determinan el acceso a los recursos, quienes no tienen vínculos con el partido gobernante se ven marginados, sin poder acceder ni siquiera a las subvenciones gubernamentales básicas que podrían aliviar sus cargas. Esta desigualdad sistémica perpetúa un ciclo de pobreza para los pobres, quienes se ven obligados a lidiar con las realidades de una estructura social injusta, mientras que la élite continúa prosperando, explotando los mismos sistemas que se suponía debían apoyar a todos los namibios. El marcado contraste entre los ricos y los indigentes sirve como un sombrío recordatorio de la urgente necesidad de reformas y de rendición de cuentas de nuestro gobierno.

A pesar de la intimidación y la violencia, mantengo mi compromiso con mi causa. La lucha contra la corrupción y por la justicia social está lejos de terminar. Mi experiencia demuestra la resiliencia de quienes defienden lo justo y subraya la urgente necesidad de solidaridad y apoyo entre todos los ciudadanos. No debemos permitir que el miedo gobierne nuestras acciones: debemos levantarnos todos juntos para exigir los cambios que nuestra amada Namibia necesita.

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