Libertades democráticas
24/3/2025
Las mentiras de Agustín Laje sobre el 24 de marzo
Un video oficial de falsificación histórica que vuelve al discurso de Videla.

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Agustín Laje
El video de Casa Rosada del 24 de marzo es un compendio de mentiras y tergiversaciones históricas destinado a golpear la memoria sobre la dictadura militar y a justificar los crímenes de ésta. Esconde el carácter de clase de la dictadura, falsifica la verdad histórica omitiendo que la dictadura vino a exterminar a la vanguardia obrera que se había ido formando desde el Cordobazo, miente abiertamente sobre la guerra fría y el rol del Partido Comunista y, finalmente, vuelve al plato recalentado de la "teoría de los dos demonios" para justificar la violencia estatal diciendo que la Argentina atravesaba una “guerra” contra el terrorismo. Es bueno arrancar recordándole a Laje que quienes sostenían que el país estaba “en guerra” eran los propios militares, por lo tanto, más que un ejercicio de “memoria completa” lo que él hace es un retroceso a sus verdaderas fuentes: el discurso público de Videla, Massera y compañía, justificatorio de las torturas y los campos de concentración.
¿Fueron los golpes de estado una respuesta a la acción de la guerrilla?
Laje presenta los golpes de estado en América Latina y en Argentina como una respuesta a la acción internacional de la guerrilla. Pero esto es una falsedad completa, tanto en lo que hace a la Argentina como al resto de Latinoamérica. Las matanzas de los gobiernos militares y la represión de los “democráticos” contra los trabajadores y el pueblo son muy anteriores al surgimiento de las organizaciones armadas. Al historiador de la “memoria completa” se le “olvida” que la picana la inventaron los golpistas de los años ‘30, que la aviación de la Armada ya había bombardeado Plaza de Mayo destruyendo un autobús escolar y asesinando cientos de personas en junio de 1955, que ya había puesto en marcha la represión con asesinatos clandestinos en 1956 en los fusilamientos de José León Suarez, que ya había reprimido huelgas y militarizado gremios enteros con Frondizi, que bajo el gobierno de Guido las Fuerzas Armadas se disputaron el poder con los tanques en las calles, que Onganía ya había producido un baño de sangre mucho antes de que en 1970 los Montoneros hicieran su aparición con el secuestro y asesinato de Aramburu (justamente, el responsable del bombardeo a Plaza de Mayo), y se fundara el ERP en el Congreso del PRT. También se le “olvida” la proscripción del peronismo desde 1955 en adelante, las ilegalizaciones de los sindicatos, las intervenciones de las Universidades, la censura en los medios de comunicación, etc. En suma, una verdadera “guerra civil” del Estado y contra la clase trabajadora, preexistente al surgimiento de las organizaciones armadas.
La acción del terrorismo de Estado no comenzó en 1976, tampoco con la Triple A, es muy anterior al surgimiento de la guerrilla en los primeros años ‘70 e ilustra sobre su contenido de clase: fue una represión, “siempre y en todo lugar”, para golpear, aplastar y someter a los trabajadores, los estudiantes y el pueblo en la lucha por sus reclamos.
Cuando Laje habla de la lucha armada bajo el gobierno peronista del ‘73-76, también omite la masacre de Ezeiza, planificada y orquestada desde los palcos estatales contra la izquierda peronista que constituía el núcleo de Montoneros. Existe una clara contradicción entre reconocer la acción de la Triple A bajo el gobierno peronista y sostener que dicho gobierno era “democrático”. El baño de sangre desde Ezeiza en adelante desmiente la tesis de un gobierno “democrático” asediado por la guerrilla.
El pretendido signo igual entre la violencia de ambos bandos nunca fue tal, la Argentina vivió bajo los golpes, asesinatos y torturas de la represión estatal y paraestatal (al menos) desde los años ‘30.
¿Fue la guerrilla un emergente de la “guerra fría”?
Aquí también es falso el razonamiento de Laje, porque esta represión no obedecía a “la guerra fría” ni al avance soviético. Es más, el Partido Comunista participó de alianzas con fuerzas propatronales al menos desde que en 1945 integró la Unión Democrática junto al radicalismo y los conservadores. La violencia estatal fue una forma de golpear al movimiento obrero en la lucha de clases.
La emergencia de la revolución cubana produjo un amplio impacto en toda América Latina, justamente, porque vino a cuestionar la posición de colaboración de clases de la burocracia de los partidos comunistas en toda América Latina. Muy lejos de lo que dice Laje, el Partido Comunista Argentino y la burocracia soviética apoyaron el golpe de estado de Videla. La emergencia, tanto de la revolución cubana, como de los movimientos guerrilleros en América Latina, se dio en el cuadro de una fuerte lucha de clases que atravesaba dichos países, no fueron parte de un plan de sovietización de ningún tipo.
No es cierto tampoco que la guerrilla argentina fue formada en Cuba; los métodos de acción guerrilleros contra el Estado fueron una característica de una etapa mucho más amplia que la revolución cubana: fueron utilizados por muchas organizaciones en las luchas de liberación nacional en Asia y África, por el FLN en Argelia, o en Indochina, entre otros. El mentado “entrenamiento en Cuba” no fue más allá de algunas decenas de militantes. Mucho más cierto es lo que omite Laje: que los militares argentinos fueron entrenados en las técnicas de tortura y represión (la “contrainsurgencia”) por el imperialismo norteamericano en el marco del “Plan Condor”.
La emergencia de organizaciones guerrilleras no fue un invento del castrismo, se dio bajo el impulso de la radicalización de las clases medias en un cuadro de aguda lucha de clases. La característica de las direcciones de la guerrilla fue que apuntaron a suplantar la acción de masas por atentados de pequeños grupos, en general provenientes de la pequeña burguesía. En general, también, actuaron bajo concepciones nacionalistas. Pero nunca tuvieron la capacidad de poner en pie un ejército regular ni menos aún de poner en jaque al estado nacional.
¿Existió una “guerra revolucionaria” en Argentina?
Cuando Laje habla de la existencia de una guerra, está tergiversando lo que realmente ocurrió: un plan sistemático de tortura y exterminio de parte del Estado sobre gran parte de la clase trabajadora, los estudiantes, los artistas, la izquierda y las fuerzas políticas disidentes. Un plan destinado a disciplinar al conjunto de la sociedad argentina terminando con las tendencias revolucionarias que venían desarrollandose desde el cordobazo.
Recurre al recurso de citar materiales de los periódicos del ERP de los años ‘70, confundir lo que la guerrilla decía de sí misma de lo que realmente tenía capacidad de llevar adelante. Las organizaciones armadas no tenían ninguna capacidad de poner en jaque el poder del Estado. Además las organizaciones guerrilleras habían sido desarticuladas antes de marzo del 76, y en particular el ERP después del "operativo Independencia" en Tucumán y del ataque al Batallón de Arsenales Viejobueno en Monte Chingolo en diciembre de 1975. Lo que quedó fueron grupos aislados. La represión estatal tampoco se centró en dichas organizaciones, sino que puso en pie un plan de represión y tortura que golpeó fundamentalmente al movimiento obrero y los estudiantes. Para la burguesía, el gobierno militar, para la Triple A y la burocracia sindical, el centro de la acción golpista estuvo destinado a eliminar lo que se llamaba entonces la “guerrilla fabril” o sea, la acción de los cuerpos de delegados independientes. Por eso los primeros campos de concentración se armaron en el ‘75 en Villa Constitución y tuvieron como objetivo la eliminación física de los obreros metalúrgicos de Acindar, que habían desplazado a la burocracia de la UOM. De las filas de la patronal de la fábrica surgió, nada menos, que José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de la dictadura de Videla.
Lo que realmente ocurría, que es que desde 1969, la Argentina vivió un alza revolucionaria de la clase trabajadora, que se expresó en el Cordobazo, en los levantamientos provinciales contra la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse, y luego en las movilizaciones que no pudo encuadrar el gobierno de Perón, hasta llegar a las huelgas de junio y julio del ‘75, que con las coordinadoras fabriles al frente, desafiaron no solamente el plan de ajuste de Isabel y Celestino Rodrigo sino además al poder de las patronales y la burocracia sindical. Un alza revolucionaria que en Córdoba enfrentó al Navarrazo de Perón, un golpe policial que instauró en la provincia la predictadura del brigadier Lacabanne y el Tercer Cuerpo de Ejército que ya operaba con el campo de concentración La Perla.

Son las clases sociales, estúpido
Esto nos lleva a otro punto central el análisis del “historiador de la memoria completa” se “olvida” (en realidad encubre, como buen falsificador) el carácter de clase de la dictadura. Encubre que hubo campos de concentración y desapariciones forzadas en Ford, Acindar, Ledesma, el establecimiento Las Marías, Mercedes Benz, Molinos Río de La Plata, La Veloz del Norte, entre otras decenas. ¿Qué ocurría?, ¿eran focos guerrilleros? No, lo que pasaba es que la represión venía a quebrar, justamente, el alza revolucionaria que se había desarrollado desde el Cordobazo y que tenía su centro en los cuerpos de delegados fabriles que disputaban los lugares de trabajo a las patronales y enfrentaban la regimentación de la burocracia sindical ¡Por eso buena parte de la burocracia integró la Triple A y luego colaboró con Videla! El contenido de clase, de la burguesía nacional y el imperialismo, es fundamental para entender la dictadura militar. El Perón contrarrevolucionario del '73, Isabel y López Rega y luego la dictadura vinieron a ahogar en sangre el enorme desarrollo de corrientes clasistas en el movimiento obrero argentino que tuvo expresión en el Sitrac-Sitram, en la UOM de Villa como vértices de un proceso de vasta extensión en todo el país. Corrientes que escaparon al control de la burocracia sindical peronista de los Rucci y aún de sus alas más combativas como la CGT de los Argentinos. Los sectores más pesados de la burocracia sindical no sólo se asociaron al lopezrreguismo sino que también integraron las “comisiones asesoras” de los interventores militares en los sindicatos.
¿Puede asimilarse la violencia estatal a la violencia de las organizaciones populares?
Esto nos lleva a otro punto clave: Laje, como antes la "teoría de los dos demonios", equipara la violencia estatal a la violencia guerrillera. Sin embargo, nunca puede tener un signo igual. El terrorismo de Estado tiene un estatus especial porque es llevado adelante, justamente, por quien detenta el monopolio de la fuerza. Nunca puede ser puesto al mismo nivel que la violencia que se ejerce de parte de los oprimidos para combatirla. Menos aún, en un período que, como marcamos, estuvo caracterizado por la represión regular, el atropello a las libertades públicas elementales y la proscripción de las expresiones políticas de la clase trabajadora. La calificación de “guerra” de lo ocurrido busca poner ambos fenómenos al mismo nivel, cuando existe una diferencia cualitativa, que incluso es reconocida por el derecho internacional cuando sostiene que los crímenes de lesa humanidad son crímenes que se cometen contra la población civil. Los “crímenes” de la guerrilla que esta derecha denuncia a viva voz muestran claramente esta situación. Es cínico que quienes reivindican a Rucci y denuncian su asesinato omiten que Rucci fue uno de quienes planificaron la masacre de Ezeiza de junio del 73. Igualmente cínico es denunciar la bomba de Montoneros en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal de la policía sin decir que esa oficina era un cuartel general de torturadores y grupos de tareas de la dictadura.
Son 30.000, fue genocidio
Laje también miente sobre la cifra de desaparecidos, porque omite lo esencial: el encubrimiento estatal, el resguardo hasta ahora de los archivos secretos de la represión, la negación del derecho a conocer los nombres, datos y el destino final de los desaparecidos. La represión fue clandestina, encubierta y se hizo un intento deliberado para encubrirla. Las denuncias frente a la Conadep se realizaron en un cuadro todavía fuertemente represivo. En este cuadro, hubo más de 800 centros de detención -comprobados- y solamente por la Esma pasaron más de 5.000 detenidos desaparecidos, al igual que por La Perla en Córdoba. Los propios militares reconocieron durante la dictadura un número de desaparecidos mucho mayor. Laje omite la apropiación de bebés y los vuelos de la muerte, como parte de una operación que pasa del negacionismo a la reivindicación del terrorismo de Estado.
Viva la lucha contra la dictadura
La parte más infamante del video de Laje la constituye el ataque a la lucha heroica por los derechos humanos en la Argentina. Esta lucha está simbolizada en las Madres de Plaza de Mayo, que valientemente enfrentaron al gobierno militar y estuvieron a la cabeza de la denuncia de las violaciones a los derechos humanos. Pero también abarca a los hermanos, exdetenidos y a todo el pueblo que se movilizó por memoria, verdad y justicia. Laje se vale de la cooptación posterior de sectores del movimiento de derechos humanos por el kirchnerismo para atacar esta lucha histórica como un “curro”. Ataca los resarcimientos cuando no hay resarcimiento que pueda “resarcir” haber pasado por una mesa de torturas o haber perdido un hijo. En el colmo del cinismo, Laje le atribuye la corrupción a los que enfrentaron la dictadura sin decir una palabra de los negociados corruptos de la dictadura que fueron una verdadera confiscación social en favor del gran capital, que pagamos los trabajadores hasta hoy. La dictadura nacionalizó las deudas privadas, enriqueció los especuladores confiscando la vivienda a miles de familias con la 1050, cerró infinidad de fábricas, remató durante años el presupuesto estatal en negociados capitalistas corruptos y manchados de sangre.
