Avellaneda

Masacre de Wilde: nunca es tarde para hacer justicia

Finalizaron los alegatos de la defensa y en la primera semana de diciembre se dictará la sentencia.

Imagen: Tiempo Argentino.

El pasado lunes 14 de noviembre fue el turno de la última audiencia de las defensas de los siete policías bonaerenses, acusados de ser los responsables materiales del crimen de cuatro personas en 1994.

Los alegatos esgrimidos por les abogades Roberto Fernández, Liliana Martínez, José Manuel Ubeira, Javier Leira y María Celeste Vázquez solicitaron absolver a sus defendidos, justificado que “hubo legítima defensa porque se agredió al personal policial y este repeló”. Alegato que hace agua ante las pericias de las fuerzas federales, que demostraron que la balacera fue dirigida únicamente desde los coches de la Policía Bonaerense no identificados. Del mismo modo, el arma plantada a una de las víctimas.

Dentro de las declaraciones de los magistrados se oyeron expresiones como que “sería un escándalo jurídico que después de tantos años sin nuevas pruebas se dé un giro de 180 grados” y que “aplicar una pena después de 28 años no es justicia, sino venganza”.

Los excomisarios Roberto Mantel y Eduardo Gómez, el exoficial Osvaldo Lorenzón, el exsubteniente Pablo Dudek, los exoficiales Julio Gatto y Marcelo Valenga y el excabo Marcos Rodríguez, imputados de asesinar a Edgardo Cicutín, Roberto Corbo, Gustavo Mendoza y Enrique Bielsa, y de intentar matar a Claudio Díaz, llegaron a juicio oral y público en libertad. Marcos Ariel Rodríguez, que se encontraba prófugo, fue capturado en 2014 en la ciudad cordobesa de La Falda, “detenido por rebeldía a la autoridad y no por los crímenes perpetrados en 1994” (Tiempo Argentino, 24/10). Días más tarde era liberado. Su declaración testimonial en el juicio dejó al descubierto un armado argumentativo de los policías para desviar la causa. Buscando transformar en victimarios a las víctimas.

La masacre de Wilde fue un claro caso de gatillo fácil y corrupción policial. Los procesados el 10 de enero de 1994 formaban parte de la Brigada de Investigaciones de Lanús, a cargo del comisario Juan José Ribelli, investigado y procesado por vinculación en la trama local del atentado a la Amia. Pocos años después absuelto. En el caso de Wilde ni fue imputado, alegando que en dicho momento se encontraba de viaje fuera del país.

Aquel lunes de enero, los policías salieron a la caza de una banda de ladrones que “trabajaban para la comisaría”. Al haberse quedado con un importante botín sin rendir, que incluía una suculenta suma en efectivo y narcóticos.

De este modo, en dos coches de civil sin ninguna insignia de la fuerza (tampoco de los atacantes) terminaron acribillando al Peugeot 505, en donde viajaban Corbo, Mendoza y Bielsa, y el Dodge donde transitaban Cicutín y Díaz.

Pericias de Gendarmería y Policía Federal demuestran que los efectivos de la Bonaerense efectuaron más de 200 disparos con pistolas calibre 9mm y un subfusil de guerra Uzi.

Según informan desde el tribunal, la sentencia será leída en la primera semana de diciembre. Los exefectivos afrontan los delitos de cuádruple homicidio simple y un homicidio simple en grado de tentativa. Al demostrarse, deberán ser condenados a reclusión perpetua efectiva, como lo alegó la fiscalía.

Aún falta el juicio y castigo a los responsables políticos de la masacre de Wilde. Responsables de la maldita Policía Bonaerense. Para aquellos años la gobernación de la provincia de Buenos Aires era comandada por Eduardo Duhalde (PJ) y su fuerza de seguridad estaba a cargo de Pedro Klodczyk. Ninguno de los dos pisó el tribunal. Klodczyk falleció libre de cumplas por la masacre de Wilde, al igual que de un sinfín de casos de gatillo fácil.

Hoy a casi 30 años, con Kicilof (PJ) como gobernador y Berni en la secretaria de Seguridad, la maldita policía sigue, al igual que los negocios espurios en comisarías. Los delitos con el crimen organizado siguen al orden del día. “El comisario Mauricio Dadín, jefe de la policía de Berazategui, se quitó la vida, luego que dos policías detenidos lo acusaran de participar en un presunto secuestro extorsivo” (Continental, 16/11).

No es uno o un grupito de uniformados descarriados, es toda la institución, comenzando por donde primero se pudre, su cabeza. No se trata de cambiar el collar sino el perro. Peronistas, radicales y macristas pasaron por la provincia con el resultados de miles y miles de trabajadorxs, vecines y estudiantes asesinados por la Bonaerense.

La salida está en manos del pueblo trabajador, desmantelando el aparato represivo. Conformando comités de seguridad bajo control obrero.

La cárcel a los asesinos de Wilde es un paso adelante en la lucha contra la represión del Estado.