Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma y uno de los íconos de la burguesía nacional, murió este lunes 13 de marzo a los 95 años de edad. Fue uno de los sostenedores de la última dictadura militar en Argentina, e incluso colaboró con ella en el aniquilamiento de la clase obrera.

Blaquier murió impune. En 2012, la Justicia federal procesó a Blaquier por secuestros y desapariciones que hubo bajo el gobierno genocida y por los crímenes de lesa humanidad que tuvieron lugar en el marco de “La noche del apagón”. En esta, los grupos de tareas de la dictadura, con la colaboración de Ledesma, cortaron el suministro eléctrico, secuestrando a 400 trabajadores del ingenio (38 de ellos desaparecieron) para luego torturarlos en un predio de la empresa.

La Corte Suprema y la Cámara Federal de Casación Penal lo protegieron hasta último momento. Blaquier también contó con el apoyo del gobierno del Frente de Todos; la secretaría de Derechos Humanos de Nación, a cargo del kirchnerista Horacio Pietragalla, apoyó la suspensión del proceso judicial en contra del empresario con el argumento de que padecía una supuesta insania mental.

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La familia Blaquier continúa siendo beneficiada, goza de la impunidad que tienen los dueños del poder, y sigue sobreexplotando trabajadores en el ingenio. Todos los capitalistas que promovieron y apoyaron la dictadura militar cuentan con esta impunidad. Blaquier continuó haciendo negociados bajo la democracia y tejió relaciones con todos los gobiernos, incluidos los “nacionales y populares”. Es que los intereses de clase que estuvieron detrás de la dictadura continuaron bajo el régimen democrático.

Entretanto, continúa habiendo presos por luchar, como César Arakaki y Daniel Ruiz.

Cárcel a los genocidas y sus cómplices, libertad a los luchadores.

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