Rossi mintió para seguir encubriendo al genocida Milani

Sobre su respuesta a la negacionista Victoria Villarruel en el debate de candidatos a vicepresidente.

Rossi y Milani durante el gobierno de CCFK.

En el debate de candidatos a vicepresidente hubo un cruce particularmente curioso. Fue cuando, cínicamente, la abogada defensora de genocidas Victoria Villarruel corrió al oficialista Agustín Rossi -que se la pasó hablando en nombre de los derechos humanos y contra los represores- enrostrándole que el gobierno kirchnerista que él integraba puso al espía y criminal de lesa humanidad César Milani al frente del Ejército. La respuesta del segundo de Massa fue lisa y llanamente una mentira, que reafirma el encubrimiento y la impunidad.

Rossi era ministro de Defensa cuando Cristina Kirchner designó a Milani como jefe del Estado Mayor del Ejército, y según contestó “cuando aparecieron las denuncias sobre su actuación durante la dictadura militar dejamos en suspenso el tratamiento de su pliego en el Senado, y cuando esas denuncias no se fundamentaron lo ascendimos a teniente general. Milani recién fue acusado cuando nosotros nos fuimos del gobierno y en todas las causas en las que estuvo acusado salió absolutamente sobreseído”. Es decir que no solo faltó a la verdad acerca de su nombramiento, sino que incluso refrendó la defensa del genocida.

Lo cierto es que en 2013, cuando Milani fue ascendido por CFK al comando del Ejército, pesaban sobre él denuncias por crímenes y desapariciones cometidas durante el Operativo Independencia en Tucumán y durante la dictadura militar en La Rioja. Rossi lo sabe perfectamente, porque él mismo como ministro salió a defenderlo en enero de 2014 diciendo que las acusaciones por delitos de lesa humanidad tenían “una carga claramente política” y que el tratamiento del pliego había sido “muy politizado”.

Las primeras denuncias habían sido realizadas 30 años antes en la Comisión Provincial de Derechos Humanos de La Rioja. Fue por el secuestro y torturas sufridas por Pedro Olivera y su hijo Ramón Olivera a pocos meses del golpe. Ya en un informe publicado en 1987 por dicho organismo se dejaba constancia de la participación de Milani en el accionar represivo. Durante su paso como capo del Ejército se sucedieron las maniobras (incluyendo el apartamiento de un fiscal) para evitar citarlo a indagatoria en la causa que investigaba la desaparición del soldado Alberto Ledo en Tucumán en 1976, siendo que el militar fue quien falsificó un acta de deserción para encubrir su desaparición.

Todavía a mediados de 2015, habiendo ya renunciado Milani, organismos de derechos humanos y partidos políticos nucleados en el Encuentro Memoria Verdad y Justicia presentaron un amicus curiae ante el congelamiento del caso. Para entonces, en la previa al 24 de marzo de 2014, una audiencia pública organizada por los diputados del Frente de Izquierda había recogido incluso nuevas denuncias, como la de Verónica Matas, quien allí relató por primera vez su secuestro. Poco después se conocería además el caso del secuestro y torturas en 1976 del periodista riojano Plutarco Schaller y su hijo Oscar, militante secundario.

Milani recién fue juzgado en 2019 por crímenes cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó en el Instituto de Rehabilitación Social de la ciudad de la Rioja, a cargo del Batallón de Ingenieros Constructores 141 al que pertenecía Cesar Milani. En 2022 estuvo en el banquillo de los acusados por el caso Ledo. En ambos juicios fue absuelto escandalosamente, en otro eslabón de la impunidad.

Este repaso no solo desmiente a Rossi, lo incrimina. Mientras compara a Villarruel con Astiz y la señala como “infiltrada contra la democracia”, él sigue encubriendo a un jerarca de los servicios de inteligencia del Ejército que participó del espionaje a las organizaciones populares en el Proyecto X bajo el gobierno de Cristina Kirchner, y duplicó el presupuesto para los espías en su paso como mandamás militar. Las coincidencias con los planteos actuales de Milei y Villarruel no son casualidad, sino la demostración de que si los negacionistas se envalentonan hoy es en buena medida porque hace ya una década que hasta el kirchnerismo perfila la política de rehabilitación política de las Fuerzas Armadas.

En la vereda opuesta, desde la izquierda y organizaciones de derechos humanos independientes movilizamos incansablemente con la consigna “Fuera Milani”, denunciando que era parte de una política represiva contra el pueblo. Hoy, de nuevo, se trata de ganar la calle.

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