Políticas

21/9/2023

El debate de candidatos a vice: las coincidencias detrás de las chicanas, y un contrapunto de clase

Solo Del Caño del Frente de Izquierda planteó una salida, rompiendo con el sometimiento al FMI.

Debate de candidatos en A Dos Voces.

El debate entre candidatos a vicepresidente dejó varios cruces resonantes, pero si reflexionamos un poco podemos ver que en realidad solo hubo un choque fundamental en cuanto a intereses sociales se refiere. El debate tendió a polarizarse entre el oficialista Agustín Rossi y la liberfacha Victoria Villarruel, con diferencias que no borran puntos importantes de continuidad.

Del Caño explicó que no hay futuro para Argentina mientras sigamos sometidos al pago de la deuda fraudulenta y los planes de ajuste del Fondo, algo que ninguno de los otros cuatro osó contestar a pesar de los reiterados cruces de ida y vuelta que se sucedieron durante todo el evento.

Villarruel buscó emparentar a todos sus rivales sumando la cantidad de años que llevan con cargos públicos, falseando la realidad que separa a funcionarios de sucesivos gobiernos con los diputados de la izquierda que los enfrentaron -y que por lo demás cobran un salario equivalente al de una maestra. Cuando le tocó el turno de explicar de qué vive ella se victimizó, porque no podía confesar al aire que su sustento vino de la única actividad que se le conoce: la defensa judicial de genocidas.

Rossi reivindicó las medidas de Massa, e hizo el ridículo cuando quiso convencer a la audiencia que gracias a su gobierno hay pleno empleo y crecimiento económico, en un país donde a inflación es intolerable y la mitad de los laburantes no llega a la línea de pobreza. Petri buscó posar como una derecha más firme que la de Milei para ejecutar el ajuste, insistiendo en un llamado a poner orden y acusando a los libertarios de haber empezado empuñando una motosierra para terminar con “una tijerita”.

El debate entre las fuerzas derechistas se concentró fuertemente en cómo “terminar con el kirchnerismo”. Petri incluso atacó a Del Caño por su adaptación al oficialismo en el Congreso. Del Caño desarrolló correctamente una denuncia del ajuste del gobierno nacional y su contenido fondomonetarista, pero nunca atacó al kirchnerismo como corriente política. Este hueco lo explotó cínicamente la derechista Villarruel, cuando increpó a Rossi por la designación de Milani, acusado por la desaparición del soldado Ledo en La Rioja, como jefe del Ejército por parte de Cristina Kirchner.

Efectivamente, Rossi quiso presentarse como el paladín de la defensa de los derechos humanos y la condena a los represores de la dictadura, pero se dedicó a postular como logros de su gestión la asignación de fondos para reforzar a los militares y una respuesta meramente represiva a la inseguridad. A Villarruel no se le movió un pelo al justificar sus visitas a genocidas como el mismísimo Videla, al punto de contraatacar acusando al gobierno de garantizar la impunidad de “los terroristas” de los ’70 (lo cual es un aval al plan de exterminio de la dictadura).

Con su cuestionamiento por el nombramiento de Milani, Villarruel evidenció la impostura del kirchnerismo, que es precisamente lo que explotan los liberfachos para deslegitimar a las organizaciones que luchan por los derechos humanos y la defensa de las libertades democráticas. Por eso toda su salida fue redoblar la apuesta por reforzar a las Fuerzas Armadas, con un argumento curioso: adjudicó los problemas de seguridad a la escasez de presupuesto público, un parámetro que rechaza aplicar cuando habla de la crisis de la educación o la salud públicas. De nuevo, fue Del Caño quien puso sobre la mesa que el objetivo es fortalecer el aparato represivo para imponer un brutal ajuste al pueblo trabajador, mientras el negocio narco prospera al amparo de la policía y la Justicia, vía los puertos privados y el lavado de dinero de la banca.

No solamente en este terreno fueron saliendo a la luz algunas coincidencias. Rossi, Petri, Randazzo y Villarruel adjudicaron la falta de empleo a un supuesto exceso de derechos laborales y abundancia de planes sociales, postulando en distintos grados un rumbo de remoción de los aportes patronales y los convenios colectivos de trabajo. En definitiva, son aliados en promover una reforma laboral que pretende pasarles la factura del hundimiento económico a los laburantes, incluso con el Estado subsidiando a las empresas en lugar de a los desocupados. Del Caño defendió los derechos de los trabajadores y el apoyo a los que salen a luchar por salario y empleo, denunciando que el problema es el saqueo capitalista.

Sin embargo, esa reivindicación del apoyo a las luchas llevada adelante por Del Caño no colocó el problema fundamental de qué proyección tienen. No solamente hay que apoyar las luchas: la emergencia de una alternativa política de los trabajadores en el país depende de la capacidad de la izquierda revolucionaria de fundirse con la vanguardia de lucha que emerge en los barrios, los lugares de trabajo o entre la juventud. Pero esta perspectiva de organización está ausente de la estrategia política del PTS.

Randazzo criticó a Villarruel por reunirse a pactar la entrega del Ministerio de Trabajo y secretarías con Luis Barrionuevo, el histórico burócrata del sindicato de gastronómicos que supo adaptarse a todos los gobiernos. “Dialogamos con todos”, fue la respuesta de Villarruel, lo cual es un anticipo de que en caso de ganar las elecciones van a buscar el apoyo de sectores de la burocracia sindical para su política de destrucción de todas las conquistas obreras. Lo mismo vale para su defensa cerrada de otra casta política, tal vez la más corporativa, que es la de la Corte Suprema y el Poder Judicial, para quienes prácticamente reclamó inmunidad.

El candidato del Frente de Izquierda colocó además ejes sensibles, reivindicando la lucha por los derechos de las mujeres y en particular por el dictado de educación sexual integral en las escuelas, lo cual fue rechazado por Villarruel como un adoctrinamiento con “ideología de género”, retomando el discurso oscurantista y retrógrado de la Iglesia -una posición muy poco liberal. También enrostró a Petri que el gobierno radical de Mendoza, que él integra, pactó con el PJ la habilitación de la megaminería con cianuro y otras sustancias contaminantes, y fueron derrotados por una rebelión popular que ganó la calle en defensa de la ley 7722.

La polarización que terminó primando en el debate, entre Rossi y Villarruel, le plantea a la izquierda la necesidad de explicar con más claridad lo que está en juego en este proceso electoral. El crecimiento de la derecha mileísta fue alimentado por el fracaso conjunto del gobierno PJ–kirchnerista y el macrismo. La tenemos que enfrentar reforzando la organización y la lucha por todos los reclamos. Una pelea que comienza, por supuesto, por enfrentar el ajuste actual del gobierno y el FMI.

El voto al Frente de Izquierda es un voto de independencia de clase y un punto de apoyo para desarrollar esta perspectiva. Enfrentemos a los ajustadores y a la derecha votando al FIT-U y organizando la lucha popular.