Movimiento piquetero
6/12/2024|1691
El Polo Obrero, la organización de un destacamento vital para la lucha de clases en Argentina
Ha sido vanguardia de lucha bajo todos los gobiernos.
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Movilización del Polo Obrero
Luego de un ciclo de duras derrotas impuestas al movimiento obrero en los primeros años del gobierno de Carlos Menem, el surgimiento del movimiento piquetero fue, sin dudas, un proceso de recomposición de la fuerza de la clase obrera.
A organizar a los desocupados
Así lo reconoció tempranamente el Partido Obrero, planteando conformar comités de desocupados en julio de 1995. Para fin de año, la resolución política central del VII Congreso del PO planteaba, frente a la desarticulación del movimiento obrero, “no se trata, sin embargo, solo de reconstruir los sindicatos, sino de desarrollar las organizaciones de las masas, extendiendo todas las formas de agrupamiento que se den en el curso de la lucha. Por embrionarias que sean en caso de generalizarse y desarrollarse, se convertirán, además, en una referencia para todo el movimiento obrero frente al poder del Estado. Organizar a los desocupados en las colas de empleo y en los barrios. Ir sobre el poder político con manifestaciones, cortes de ruta, ocupaciones de edificios”.
Esta caracterización, en gran medida, adelanta los métodos y la función que van a caracterizar al movimiento de desocupados como un rasgo distintivo de la lucha de clases de Argentina de los últimos 30 años.
Nuestra posición contrastó con planteos sectarios, que rechazaban reconocer a los desocupados como parte de la clase obrera y respaldar sus luchas, como en esos años plantearon el PC y el MST, y el PTS que mantendrá su hostilidad a la organización de lucha de los desocupados. El PCR-CCC, que se destacó rápidamente en la organización de desocupados, limitó siempre el programa a los subsidios o alimentos que los gobiernos estaban dispuestos a distribuir como asistencia social, e integró los consejos consultivos con el Estado, patronales y la iglesia.
A fuerza de puebladas, cortes y acampes, y a pesar de represiones, inclusive con los primeros mártires piqueteros como Teresa Rodríguez y Aníbal Verón, el movimiento de lucha se abrió paso en el conurbano bonaerense y en casi todo el país. Su ingreso en las barriadas obreras históricamente dominadas por el peronismo fue una verdadera revolución contra el enorme aparato de control social perfeccionado en su máxima expresión en los punteros y manzaneras del PJ bonaerense encabezado por Eduardo Duhalde. Debió enfrentar no pocos choques con la policía y patotas, que intentaban aferrarse a las condiciones de sometimiento de los barrios pobres. En estos choques el movimiento piquetero forjó una personalidad de feroz combatividad.
La campaña impulsada por el PO para unificar las luchas en curso en todo el país bajo el gobierno de De la Rúa dio lugar al plenario nacional realizado en diciembre del 2000 en el que se fundó el Polo Obrero, en el salón del sindicato Fatpren. El ministro del Interior del gobierno de De la Rúa, Federico Storani, se adelantó al repertorio de Aníbal Fernández y Patricia Bullrich (ya compañera de gabinete del gobierno de la Alianza) atribuyendo “características conspirativas y objetivos siniestros” al plenario fundacional, adelantando que sería perseguido por la Justicia.
La ofensiva antipiquetera de la Alianza llegó lejos en represión asesina y cárcel a luchadores como “Pepe” Barraza, Raúl Castells, Emilio Alí y otros. Fracasó, como cada uno de los posteriores gobiernos que se han juramentado limpiar y desmontar el movimiento piquetero. Por el contrario, se ha transformado en un hecho permanente de la lucha de clases argentina.
Frente único
Cuando el movimiento piquetero en su primera etapa tenía un carácter eminentemente local, dominado por caudillos territoriales, el PO y el naciente Polo Obrero dimos una lucha política enorme por su articulación en Asambleas Nacionales, que le dieran la posibilidad de unificar un programa político, y planes de acción de escala nacional. Las Asambleas Nacionales Piqueteras en La Matanza permitieron de esa manera articular centenares de movimientos locales con sectores combativos de la clase obrera ocupada y derrotar la persecución y el ajuste de la Alianza, aportando un afluente muy importante a la expulsión de ese gobierno hambreador.
Cuando el movimiento se volvió a masificar frente a los rebrotes de pobreza y desocupación en el propio gobierno de Cristina Kirchner, y luego con Macri y Alberto Fernández, recuperó el método de plenarios masivos de delegados de base para coordinar planteos políticos y acciones de lucha. En el marco de estos frentes únicos permanentes pero variables, se han constituido tendencias muy diferenciadas. Miles de compañeros han elegido dónde organizarse en un menú muy amplio de programas y prácticas políticas, representadas por decenas y decenas de organizaciones piqueteras de todas las orientaciones posibles, por donde a menudo los desocupados han circulado contrastando la efectividad de los métodos de cada organización como expresión de sus reclamos y necesidades.
El clasismo en los barrios
El Polo Obrero ha aprovechado cada oportunidad de golpear al gobierno en la acción práctica junto a todos los que estén dispuestos a luchar, nunca haciendo de las diferencias políticas una excusa para dividir la capacidad de acción de la clase obrera para enfrentar al Estado y los capitalistas. Al mismo tiempo, hemos dado una lucha permanente por un enfoque clasista, que ha contrastado paso a paso con los otros programas en juego. Hemos sido intransigentes en rechazar cualquier integración al Estado capitalista y sus gobiernos, rechazando las condiciones de “paz social” a cambio de reivindicaciones parciales, mientras bajo el capitalismo subsiste la miseria que engendra necesariamente nuevos reclamos.
El autonomismo y basismo, muy en boga hace 20 años, dieron lugar al enamoramiento en amplios sectores movimientistas con las posibilidades de la integración al Estado de los movimientos de lucha, reconvirtiéndose, como se ha jactado CFK alguna vez, en “movimientos sociales” y en un sector de “economía popular” que consistiría en un entramado de empleo precarizado asentado en subsidios y proyectos estatales. Así como habían fracasado las fantasías de socialismo de la pobreza en pequeña escala de la autogestión, la estatización, que llegó a proponer un Ministerio de la Economía Popular bajo la égida de Pérsico y el Movimiento Evita -bajo el gobierno de Alberto Fernández- no fue una vía de mejora de las condiciones de vida ni desarrollo de empleo genuino.
El Polo Obrero ha construido una organización presente en las 24 provincias del país, con centenares de asambleas y centros de organización en barrios populares. Ha montado comedores populares, merenderos, talleres de capacitación laboral, refugios de mujeres víctimas de violencia de género, consultorías de jubilados. Estos proyectos, operados por las asambleas barriales del Polo y sus delegados electos, son el verdadero músculo de esta poderosa organización de lucha.
El Polo ha sido un destacamento clave en innumerables huelgas obreras y conflictos, colaborando en arrancar las 6 horas de trabajo en el subte, la cláusula gatillo salarial del Sutna, la gestión obrera en Zanón y enfrentando despidos en empresas privadas y públicas de todo el país. La unidad de los trabajadores no ha sido solo una canción, sino una práctica permanente.
Las mujeres piqueteras, entre ellas destacadamente las del Polo Obrero, han sido una vanguardia de la masificación del movimiento de mujeres en Argentina, así como de su carácter de movimiento callejero y de lucha contra el Estado. La intervención frente a cada hecho de violencia doméstica, desaparición, red de trata o femicidio han sido las células que construyeron la enorme marea del “Ni una menos” y sobre todo de la conquista del aborto legal. Esto significó un gran proceso de debate interno y externo con las iglesias reaccionarias.
Una columna inquebrantable
Esto solo ha sido posible con un método de organización y formación cuyo primer paso es el debate en asamblea. La elección de delegados revocables. La obligación de rendición de cuentas y el carácter electivo de toda responsabilidad en la organización. El control obrero de toda conquista y de los recursos de la organización, bajo total transparencia. El método del convencimiento político como único recurso movilizador. Las reuniones masivas de formación política. La participación activa de miles de activistas barriales en campañas políticas socialistas y el reclutamiento de su vanguardia a la construcción del Partido Obrero es el resultado de un arduo y necesario trabajo de construcción política.
Los lobbies capitalistas han estimulado una histeria antipiquetera, ya que las conquistas del movimiento, aunque limitadas desde el punto de vista de un sostén completo de las familias organizadas, operaba como un límite a los niveles de explotación de los sectores peor pagos del mercado laboral. De Cristina Kirchner a Bullrich, Milei y Espert, los políticos capitalistas, así como los periodistas que les sirven, han sido un coro llamando a destruir a las organizaciones piqueteras y recomponer el control de la limitada ayuda social que estén dispuestos a dar en manos de los intendentes y punteros.
Ya bajo el gobierno de Fernández, Kirchner y Massa, la criminalización del Polo pegó un salto en todo el país, con dirigentes pasando por las cárceles y tribunales en casi todas las provincias. Ha sido el Polo Obrero, junto al núcleo más cercano de organizaciones del Frente de Lucha Piquetero, quien desafió al gobierno de Milei y su protocolo Bullrich desde el día cero, encabezando la marcha del 20 de diciembre en una ciudad militarizada y llegando a Plaza de Mayo, confluyendo con los cacerolazos espontáneos unas horas después. No es casualidad que Eduardo Belliboni y toda la dirección del Polo Obrero hayan sido elegidos como enemigo público por el gobierno de ultraderecha.
Es claro que a pesar de procesar en causas mentirosas a una parte importante de sus dirigentes, las campañas de histeria mediática antipiquetera y los 150 allanamientos policiales del año, Milei y Bullrich han fracasado en su intención de quebrar al Polo Obrero y al movimiento piquetero. Las acciones masivas de los últimos días, movilizados de Congreso al Ministerio de Capital Humano y acampando en La Matanza, lo plantean en forma gráfica para el que tenga alguna duda. El Polo Obrero está vivo, fuerte y peleando, confluyendo con obreros, estudiantes, jubilados y todos los golpeados por la ofensiva de Milei y el régimen político que lo sostiene. Su defensa frente a los atropellos es una obligación para todo el que quiera pelear por una transformación social en la Argentina y por la expulsión del gobierno represor y hambreador.
¡Piqueteros carajo!