Según Unicef, más de un millón de chicos pasa hambre

La encuesta solo confirma lo que reclaman las organizaciones piqueteras

Foto: Gentileza de Nicolás Parodi @nicoparodifoto

Todo el país se horroriza por un informe de Unicef que afirma que más de un millón de niños y adolescentes en la Argentina dejó de comer alguna comida diaria por falta de dinero, y que la misma situación afecta también a 3 millones de adultos. Al mismo tiempo, la misma opinión pública y los medios de comunicación salen a atacar al movimiento piquetero por todos los flancos posibles, por los cortes de calle, por la percepción de los planes sociales y hasta por la puesta en pie de los comedores populares. Quieren matar al mensajero, es decir a quienes con su lucha ponen de relieve esta situación que se vive constantemente en los barrios, que cuando la expone Unicef se horrorizan, pero cuando la ponen de manifiesto los propios trabajadores que se organizan, arremeten contra ellos.

De acuerdo al relevamiento que hizo la entidad, la inestabilidad laboral y la insuficiencia en los ingresos de los hogares son los principales motivos de que las familias no puedan acceder a algo tan básico como la comida. Los datos dan cuenta de lo atinados y urgentes que son los reclamos del movimiento piquetero, que lucha por trabajo genuino y organiza los comedores populares para que puedan comer miles de familias, que de otra manera no lo harían.

Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero, denunció incluso la falta de asistencia alimentaria por parte del Estado para con esos comedores, afirmando que “uno no puede volver a la casa pensando que no sabe si mañana va a comer. En muchos comedores populares no hay comida. Es un límite. Ya que tengamos comedores populares es un escandalo pero que además estén vaciados de alimentos es un límite”.

Betty, del Polo Obrero de la Matanza también afirmó, en una entrevista con Prensa Obrera, que “ellos no van a venir a darle la comida a nuestros niños y aunque digan que no trabajamos nosotros sí trabajamos. Nosotros todos los días tenemos que levantarnos, picar lo poco que tenemos y si no tenemos buscar de donde sea para darle de comer a nuestros chicos”.

El informe también pone de manifiesto el hambre y la carencia de ingresos que afecta a una gran parte de las familias trabajadoras. La mayoría de los adultos en los barrios populares viven de changas, y a su vez perciben algún tipo de asistencia social porque su ingreso no les alcanza ni siquiera para garantizar las 4 comidas diarias de su familia. Como bien sabemos, estos trabajos precarizados, o los empleos “en negro”, estipulan remuneraciones paupérrimas con jornadas superextensas e intensas, lo que enarbola un cuadro de superexplotación.

Edgardo, piquetero del Barrio Nueva Unión, sostuvo que “ellos no tienen noción de lo que es armar un comedor. Yo tengo seis hijos y no me alcanza. Cobro un plan, hago changas y no llego a fin de mes”

Igualmente, dentro del campo del empleo formal, los salarios no se acercan ni por asomo a los niveles inflacionarios y su poder adquisitivo se ve pulverizado sistemáticamente por la irrefrenable inflación, y es en este sentido que también se torna indispensable unificar la lucha de los trabajadores ocupados con la de los desocupados. Los alimentos continúan aumentando en forma indiscriminada y lideran el ranking inflacionario, algo que da cuenta el último informe del Indec y hoy se volverá a plasmar en los datos sobre la inflación de Julio, que aparentemente batirá otro récord. Sobre esto, la encuesta de Unicef afirma que, por la falta de recursos, se redujo un 67% el consumo de carne y un 40% la ingesta de frutas, verduras y lácteos en niños y adultos, lo que golpea directamente el esquema básico nutricional de cualquier adulto, pero sobre todo de las infancias.

En este sentido, Unicef informa que la situación de hambre atraviesa a todas estas familias, pese a que el 55% de los hogares con niñas y niños es alcanzado por alguna medida de protección social como la Asignación Universal por Hijo (AUH) o la Tarjeta Alimentar. Esta también es la muestra clara de que la miserable asistencia social que otorga el gobierno no alcanza ni siquiera para cubrir las necesidades mínimas de una unidad doméstica, lo que también echa por tierra el discurso reaccionario de los medios de comunicación, sobre el que se montó todo el arco político para perseguir al movimiento piquetero, que alega que la gente que cobra una asignación “vive de planes”.

Al contrario, la encuesta confirma que más de un 30% de las familias tuvieron que recurrir a ahorros o al pedido de dinero a familiares para hacer frente a las necesidades básicas, y un 20% de los hogares recurrió al endeudamiento, principalmente con Anses, con un crédito bancario o apeló a prestamistas informales.

El caso de las mujeres, que son las que paran la olla en los hogares, la situación es incluso más grave porque son las que están a cargo de las tareas de cuidado y, por tal motivo, tienen menor disponibilidad para salir a trabajar. También, según la encuesta, una de cada dos mujeres afirma no recibir la cuota alimentaria, y el 63% la perciben solo de forma esporádica. Esta situación, según el informe, se agrava en los hogares en situación de mayor vulnerabilidad social.

El informe de Unicef también afirma que uno de cada tres hogares no puede cubrir sus gastos corrientes y el 50% no puede solventar los gastos escolares. Larreta, luego de atacar a las mujeres piqueteras, utilizó esta falta de acceso a la escolaridad, por parte de miles de familias pobres, para arrebatarles la magra asistencia social perciben, pero no contrapone políticas que fomenten y promuevan la escolarización mediante becas que cubran las necesidades estudiantiles, al contrario dejan sin vacantes a más de 35 mil chicxs, no construyen escuelas, no ponen un peso en infraestructura escolar y avanzan permanentemente con reformas antieducativas y contra la docencia.

Esto desnuda que la medida no solo apunta a recortar la ayuda social sino también a responsabilizar a los más vulnerables de lo que no se hace cargo el Estado porteño, responsable de la situación de miseria en Caba: abordar los motivos por los cuales lxs pibxs de las barriadas, en diversos casos, no asisten a la escuela. La enorme mayoría, como vemos, son motivos sociales profundos con fuerte raigambre en estas necesidades básicas insatisfechas.

Mientras el gobierno le ofrece prebendas a las patronales y a los especuladores, para que no pierdan contra la inflación y contra la devaluación, estos sectores, que son los más golpeados por la crisis económica en curso (la cual se ve agravada cada día más por el acuerdo con el FMI), son los más perseguidos por el gobierno y por todos los partidos patronales, porque son los que organizan los comedores populares contra el hambre, mientras el gobierno los vacía de asistencia alimentaria, y los que están en las calles luchando por trabajo genuino, por la universalización, la apertura y el aumento de los planes sociales y por un salario igual a la canasta básica que jerarquice los ingresos de la población trabajadora. Para esto, contrario al inmovilismo y la complicidad de la CGT, es fundamental reforzar la campaña por un gran paro nacional y un plan de lucha.