Mujer

7/3/2025

8M, una jornada de lucha para enfrentar la política femicida del gobierno

La continuidad de Milei en el poder pone en riesgo la vida de las mujeres.

Ni una menos.

"La tierra la envuelve como los golpes del viejo y yo pegada al suelo, cerca como siempre de ese cuerpo que se me llevan como en un robo".

"Cometierra", Dolores Reyes.

Pese a que el gobierno se empecina en negar la existencia de crímenes por motivo de género, en el primer bimestre del 2025 ya se cometieron 52 femicidios y hubo 69 intentos de femicidio, según los datos del Observatorio "Ahora que sí nos ven". A la desprotección estatal de las víctimas se le suma la exacerbación de discursos misóginos por parte del propio presidente, lo cual renueva la necesidad de copar las calles el 8 de Marzo para enfrentar esta política reaccionaria que pone en riesgo la vida de las mujeres.

Estamos hablando de un femicidio cada 27 horas, que, en un 75% de los casos, fue perpetrado por parejas o exparejas de las víctimas. El 19% de las mujeres asesinadas había realizado previamente la denuncia por violencia de género, y, el 15%, contaba con medidas de protección. Como vemos, la mayoría no acude a la Justicia, en parte porque sabe que no encontrará en ella resguardo alguno, solo revictimización.

En el sistema judicial, o bien prima el descreimiento hacia el testimonio de las denunciantes, o se dictan medidas de control -como el botón antipánico y la perimetral- que recaen sobre las víctimas en lugar de enfocarse en los agresores. El accionar de estos últimos no es monitoreado ni reciben reprimendas por incumplir las restricciones de acercamiento. Mucho menos existen dispositivos psico-socio-educativos que aborden al violento, tampoco mecanismos para evaluar riesgos.

A su vez, con cada denuncia se abre un expediente particular, muchas veces en fueros distintos, en lugar de unificar las causas. Esta complejidad en lo procedimental desgasta a las mujeres y las desalienta a continuar el proceso, además de insumir un costo económico imposible de afrontar para buena parte de ellas. A todas luces, la Justicia burguesa opera como un andamiaje de impunidad para los agresores, en función de perpetuar la violencia de género.

El gobierno de Milei agrava la vulnerabilidad de las víctimas, dejándolas inermes frente a las situaciones de violencia al interior del hogar. Por un lado, les niega los recursos materiales necesarios para rearmar un proyecto de vida autónomo. No solo restringe la magra asistencia contemplada en el Programa Acompañar y congela los planes sociales (cuyas beneficiarias son en su mayoría mujeres), sino que además, condena a la población femenina a los despidos y a los salarios de miseria, como es el caso de las trabajadoras de casas particulares.

También las priva de los recursos simbólicos que les permiten identificarse como víctimas y tejer redes para salir del espiral de violencia en el que se encuentran inmersas, desafiando un mandato sumamente arraigado, promovido por las iglesias y el Estado, que es el defender la familia a cualquier costo. Es un gobierno abocado a perseguir y desarticular todas las expresiones de organización colectiva que colaboran en despertar conciencia acerca de la opresión que sufren las mujeres, como es el caso del movimiento piquetero, compuesto en su mayoría por compañeras que tomaron las riendas de su propio destino para combatir el hambre y la pobreza en los barrios, al tiempo que enfrentan todas las manifestaciones de la descomposición social del sistema en las filas de los sectores más explotados. Del mismo modo, el oficialismo se ensaña con la ola verde, que, a través de la movilización callejera con la cual conquistó el derecho al aborto, abrió una conversación pública acerca de la desigualdad de género presente en la sociedad, proponiendo nuevas formas de relacionarnos entre varones y mujeres.

Como sabemos, los femicidios son el último eslabón de una cadena de violencias que se descargan sobre las mujeres. Rita Segato, en su ensayo "Estructuras elementales de la violencia" señala que "cuando la crueldad es física, no puede prescindir del correlato moral: sin desmoralización, no hay subordinación posible", en ese sentido, se refiere a la violencia psicológica en el marco de las relaciones de género como la "forma de violencia más maquinal, rutinaria e irreflexiva y, sin embargo, constituye el método más eficiente de subordinación e intimidación". Según la autora, las manifestaciones de este tipo de violencia pueden ser el control económico, el control de la sociabilidad, el control de la movilidad, el menosprecio moral, el menosprecio estético, el menosprecio sexual, la descalificación intelectual y la descalificación profesional.

Milei es el primero en ejercer violencia moral o psicológica de género en cada uno de sus discursos, sobre todo a la hora de referirse a ciertas artistas mujeres que critican su gestión. La misoginia encarnada en la figura del propio presidente configura un llamado al conjunto de la sociedad a reproducir ese mismo comportamiento. A su vez, el gobierno ataca la ESI, que es la principal herramienta para prevenir y desnaturalizar este tipo de violencia en los vínculos interpersonales. Finalmente, busca exaltar el machismo entre la población como mecanismo de disciplinamiento social para imponer su ofensiva antiobrera.

Para colmo, pretende eliminar la figura de femicidio en el Código Penal, lo cual podría dejar en libertad a 300 condenados bajo esa carátula, en nombre de una supuesta "igualdad ante la ley" y "eliminación de privilegios", como si las mujeres asesinadas tuvieran privilegios por sobre sus femicidas. Así las cosas, el gobierno de la baja de edad de punibilidad y la ley de reiterancia se vuelve repentinamente "garantista" con tal de invisibilizar el flagelo que viven las mujeres. Dicho sea de paso, no le preocupa la igualdad legal cuando su ministro de Justicia propone agravar las penas en caso de falsas denuncias por violencia de género, o bien, cuando amenaza con derogar la IVE reponiendo la minusvalía jurídica de las mujeres y personas gestantes.

Ni qué decir que, mediante el blanqueo de capitales, Milei reforzó el negocio del tráfico de drogas y las redes de trata, allanando el camino a la ejecución de narcofemicidios, a través de los cuales las mafias del crimen organizado afirman su dominio sobre determinados territorios y demuestran poder frente a sus pares. Las víctimas en esos casos suelen ser mujeres jóvenes de los barrios carenciados, cada vez más copados por los narcos.

Por donde se lo mire, los fachos que nos gobiernan llevan adelante una política abiertamente femicida. Hay que echarlos con la movilización popular y esa es la perspectiva que queremos imprimirle al 8 de Marzo.

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