Mujer

14/10/2022

Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias en un cuadro de agudización de la crisis

Nota originalmente publicada como Opinión en el portal de La Voz del Interior, el 12/10/2022.

Foto: Corresponsal.

El 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, realizado días atrás en San Luis, se desarrolló en un cuadro de aceleración de la crisis en nuestro país. La reciente represión y el desalojo del pueblo mapuche en Bariloche puso en evidencia el cinismo de Cristina Fernández de Kirchner, quien días atrás aseguraba que los gobiernos peronistas no reprimen. No sólo reprimen, sino que lo hacen con especial saña contra las mujeres, mapuches, embarazadas y junto a sus hijes en este caso.

La renuncia en menos de 48 horas de tres ministros que dirigen carteras claves relacionadas a políticas sociales –Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; el de Mujeres y Diversidades, y el de Desarrollo Social– deja ver el grado de una crisis de dimensión política alarmante, pero también la presión social, cada vez mayor, ejercida por los movimientos de lucha independiente del Estado en las calles. Esa presión no pudo ocultarse en un Encuentro cuya comisión organizadora, dominada por agrupamientos del PJ –tanto provincial de Alberto Rodríguez Saá como de los Fernández y Massa en el orden nacional– se vio obligada a denunciar en el acto de apertura la represión del Gobierno nacional a las mapuches.

Sin embargo, cabe señalar que la escisión del PCR, histórica burocracia de los Encuentros, no modificó un ápice la orientación regimentadora en su funcionamiento; por el contrario, fue reforzada para amordazar cualquier atisbo de democracia que pudiera parir la coordinación de un plan de lucha nacional.

Esa posición también estuvo reflejada en el accionar hostil y macartista contra la izquierda en el intento de proscribir su participación.

Especial mención merece la denuncia a la operación previa montada por el Gobierno local para sembrar la antipatía y animosidad entre la población frente a la realización del Encuentro, que tuvo como brutal resultado el vandalismo contra varios ómnibus de delegaciones de todo el país, entre ellos uno que trasladaba a parte de la delegación cordobesa del Plenario de Trabajadoras.

Un movimiento vigoroso

Así y todo, el Encuentro, luego de dos años, ofreció una excelente oportunidad para nutrir de experiencia las luchas de miles que asistieron. Una vez más se expresó la vigorosidad y masividad del movimiento de mujeres y disidencias, de larga experiencia en superar intentos de cooptación estatal. La concurrencia de todo el país superó las 120 mil personas, en una ciudad que alberga a 200 mil habitantes.

La combatividad de las piqueteras fue determinante en la pelea por la soberanía de los talleres como ámbito propicio para la deliberación y resolución de acciones de lucha frente al ajuste, la violencia y la pobreza, y frente a la debacle del aparato punteril como herramienta de contención social de los gobiernos.

Lo mismo puede decirse de las conducciones sindicales burocráticas, cuya participación contrastó con la presencia de numerosas expresiones de la lucha por el salario y las condiciones laborales; entre ellas, por nombrar algunas, la Comisión de Mujeres del Sindicato del Neumático, docentes autoconvocadas de todo el país, prestadoras de discapacidad, trabajadoras de casas particulares, cosechadoras, etc.

En esta nutrida composición, prevalece la conclusión inevitable de que no puede haber política de género efectiva bajo un régimen que se alimenta de la precarización, el desempleo y la pobreza de mujeres y disidencias para pagarle al FMI.

En el mismo sentido, el cambio de denominación del Encuentro, inclusivo de los pueblos originarios y de las disidencias, sucumbe ante la realidad concreta del avasallamiento sistemático de derechos y la represión que ejecuta el Gobierno contra estos sectores en favor de intereses capitalistas.

Bajo la conclusión de que es incompatible el apoyo a los gobiernos ajustadores con una mejora en nuestras condiciones de vida, el Encuentro se mostró como un gran campo de disputa política por despojarlo de las estructuras burocráticas que obturan el desarrollo de una intervención independiente como salida a la crisis en la que nos hunden.

Eso vale también para la pelea en cada espacio político que nos encuentra junto a la clase trabajadora en la lucha contra el ajuste y por nuestros derechos.