El 4 de marzo, en una sesión extraordinaria, el Congreso de Francia aprobó la incorporación de la libertad de abortar a la Constitución nacional francesa. El 28 de febrero ya lo había aprobado el Senado, y, en enero, lo había hecho la Asamblea nacional (Cámara de Diputados). De esta manera, Francia se convierte en el primer país del mundo en consagrar la protección de la ley a la libertad del aborto en la Constitución nacional.

La reforma aprobada agrega en el artículo 34 de la Constitución francesa la siguiente frase: “La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada a la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo”. Esta introducción impediría que se ilegalice.

La votación favorable obtuvo una amplia mayoría: 780 votos a favor y 72 en contra. Se superaron los tres quintos necesarios para la aprobación (512 votos). Si bien había dudas sobre si se iba a aprobar en la Cámara de Senadores, finalmente recibió el acompañamiento de todos los bloques políticos.

Parte del acuerdo fue que dijera “libertad” y no “derecho”. En la Cámara de Senadores se habían presentado mociones para eliminar la palabra “garantizado” del texto -presentada por un senador del partido conservador derechista Los Republicanos- y para introducir la objeción de conciencia, pero ambas fueron rechazadas. De aprobarse algún cambio, el texto debía volver a tratarse en Diputados.

El presidente Macron estuvo en la concentración en la Plaza Vendôme de París, con referentes históricas de la lucha por el aborto en Francia. El 8 de marzo protagonizó un acto de promulgación de esta reforma. Ahora sostiene que el aborto debe incluirse en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. El presidente, que el año pasado impulsó y promulgó las leyes de aumento de la edad jubilatoria y una ley de inmigración xenófoba, hoy utiliza la bandera del aborto en su delimitación con la extrema derecha de Le Pen.

Por su parte, los diputados y senadores del partido de extrema derecha que encabeza Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional, votaron mayoritariamente a favor. Así lo hizo la propia Le Pen. De sus 88 legisladores, 46 votaron a favor, 12 votaron en contra y 14 se abstuvieron. Distintos análisis consideran que esta posición del partido de Le Pen tiene que ver con su campaña por “desdiabolizar” su imagen y a su partido para integrarlo a la “vida normal” de la política francesa. La candidata y su partido están en auge en Francia. La primera semana de junio hay elecciones en todo Europa para el Parlamento europeo.

Los argumentos de los sectores de extrema derecha que se posicionaron en contra, como Zemmour, que acusa a Le Pen de “centrar su programa”, sostuvieron que se trató de una medida “innecesaria” ya que nada amenazaría en Francia la despenalización del aborto.

En Francia, el aborto está despenalizado desde 1975, cuatro años después de que se publicara el “Manifiesto de las 343”, redactado por Simone de Beauvoir, en el que 343 mujeres relataron haber abortado y exigieron la legalización del aborto. En 2016 se amplió a la autorización a realizar abortos a parteras. En 2022 se ampliaron las semanas en las que no es punible la interrupción del embarazo -hasta la semana 14.

La cuestión de la objeción de conciencia fue un factor de impulso de campañas por la garantía de la realización de la práctica. Si bien se entiende que el sistema de salud público no puede negarse a hacer la práctica, hay casos en que no sucede y se han denunciado demoras y trabas en el proceso. En el sistema privado, las clínicas que no tengan un acuerdo con el Estado pueden ser en su totalidad objetoras de conciencia.

El movimiento de mujeres y la clase trabajadora en general tienen el desafío de defender este derecho y de organizarse por todas las reivindicaciones pendientes.

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