Mujer
17/11/2025
Chaco
Justicia para Cecilia: la condena que expone un régimen
El clan Sena recibió prisión perpetua por el femicidio.
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La familia de Cecilia celebra la condena contra sus asesinos.
La sentencia contra el clan Sena, condenado a prisión perpetua por el femicidio de Cecilia Strzyzowski, resuena en Chaco como un grito que se abrió paso entre años de impunidad y pactos de poder. Cuando el tribunal confirmó la responsabilidad de la familia Sena, la emoción de la madre de Cecilia, sus familiares y amigas se hizo escuchar: “¡Justicia!”. Un clamor profundo, conquistado a pesar de todos los que intentan negar la existencia misma de la violencia de género.
Porque, por más que les pese a los negacionistas del femicidio, la Justicia chaqueña juzgó y condenó utilizando precisamente la figura que esos sectores quieren borrar del Código Penal. Un símbolo de lo que buscan suprimir: el reconocimiento de que la violencia patriarcal existe, opera y mata.
Un poder que engendra impunidad
Nadie nace Sena. El poder y la impunidad con la que se movía el clan no surgieron de la nada: fueron producto de la cooptación política, de su integración al aparato del gobierno provincial del peronismo de Jorge Capitanich. Un sistema que utilizó a los sectores más necesitados como herramienta de disciplinamiento político y puntal de negocios personales. Hoy, Capitanich pretende despegarse del clan, pero lo cierto es que lo alimentó y sostuvo durante años.
En este punto, es necesario rechazar de plano cualquier intento de vincular al clan Sena con la izquierda, el socialismo, el movimiento de mujeres o el movimiento piquetero. Nada más lejos de la realidad. El clan Sena fue una construcción política de Capitanich, al punto de integrar sus listas electorales y recibir amparo estatal para desplegar su aparato punteril. Quienes integramos la izquierda y denunciamos estas prácticas las repudiamos justamente por ser métodos ajenos y opuestos a cualquier perspectiva socialista: luchamos por la independencia política de los partidos del régimen, no por integrarnos a ellos.
No se puede vincular a los Sena con el movimiento piquetero, que desde hace décadas se organiza contra estás prácticas punteriles, contra los manejos clientelares. Los piqueteros nos organizamos en asambleas, con métodos democráticos y de lucha, enfrentando a todos los gobiernos hambreadores y al aparato estatal que regimenta la pobreza. Hace mucho tiempo que Sena no era piquetero: era un apéndice del Estado, un engranaje más en la maquinaria de control social sostenida por el gobierno provincial.
Mucho menos puede asociarse a los Sena con el movimiento de mujeres: las mujeres han sido históricamente víctimas de estas redes clientelares. Además, el propio clan agredió sistemáticamente a las asambleas de mujeres que se organizaban por sus derechos, encabezó marchas -con César Sena y Marcela Acuña al frente- en defensa del abusador de menores Sergio Alila, condenado por hechos aberrantes que derivaron en el suicidio de una de sus víctimas, y atacó ferozmente a mujeres y disidencias durante el Encuentro Nacional de Mujeres de 2017 realizado en Chaco. Presentarlos hoy como parte de la izquierda o del feminismo no es solo una falsedad: es una operación política para encubrir las responsabilidades del aparato estatal que los creó y sostuvo.
¿Se termina el punterismo con esta condena? De ninguna manera
Mientras tanto, las organizaciones piqueteras que se organizan en asambleas y luchan contra todos los gobiernos hambreadores enfrentaron durante años el accionar violento del punterismo estatal y sus grupos de choque. Esa matriz de poder, construida desde el Estado para regimentar la pobreza, no cayó con la sentencia.
Tampoco termina con el actual gobierno radical-libertario de Leandro Zdero, que llegó prometiendo desterrar esas prácticas. En la realidad, han rearmado el mismo aparato punteril, solo que ahora responde a la nueva administración. Cambian las caras, pero no el régimen de fondo. La provincia continúa hundida en los mismos problemas estructurales: pobreza creciente, falta de empleo genuino, desfinanciamiento de la salud y la educación, salarios pulverizados y femicidios que siguen ocurriendo porque las condiciones que los propician se han agravado. Chaco encabeza los rankings nacionales de pobreza y de violencia de género. La impunidad estatal y la falta de políticas reales de protección y prevención siguen dejando a miles de mujeres expuestas.
Nunca más otra Cecilia
La condena al clan Sena es una victoria arrancada a fuerza de lucha. Pero no es suficiente. No queremos que la justicia llegue solo después de un femicidio. No queremos un nuevo juicio, ni un nuevo nombre que recordar. No queremos nunca más otra Cecilia.
La pelea es por transformar las condiciones sociales que engendran la violencia: terminar con el punterismo estatal, con la pobreza estructural, con los gobiernos que usan la miseria como herramienta de control y con un régimen que abandona sistemáticamente a mujeres, jóvenes y trabajadores.
La justicia para Cecilia no se agota en esta sentencia: vive en la organización y la lucha por una vida sin violencia, sin hambre y sin impunidad.




