Las mujeres y el partido revolucionario
Escribe Vanina Biasi
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El Plenario de Trabajadoras en el Encuentro Nacional de Mujeres.
En el año 1998, luego de debates y aportes de parte de compañeras militantes del Partido Obrero, se conformó la Organización de Mujeres Plenario de Trabajadoras (Plenario autoconvocado de trabajadoras, originalmente). Esta es hoy una de las organizaciones de mujeres más antiguas del país, con presencia en todo el territorio y con una extensa experiencia de lucha.
“La opresión específica que padecen las trabajadoras por ser mujeres en el capitalismo no puede pensarse como algo que emana de un sistema independiente del capitalismo, pudiendo desaparecer uno y perdurar otro por canales de lucha diferentes. La doble opresión es la forma específica que adquiere la opresión de las mujeres trabajadoras en el capitalismo. La existencia de formas de opresión específicas dentro del capitalismo no supone la yuxtaposición de sistemas diferentes. Defendemos una tesis unitaria sobre la cuestión de la mujer” (LB, EDM 55). Bajo esta comprensión del tema, más o menos desarrollada desde el punto de vista teórico de acuerdo al momento que abordemos, hemos impulsado esta construcción.
Antes de la puesta en pie del PdT, formaban parte del programa del Partido demandas referidas a la especificidad de reclamos de mujeres de diferentes clases sociales, como el tema de la patria potestad o el divorcio y demandas específicas de las trabajadoras, como la lucha por la igualdad salarial. El reclamo de aborto legal que está inscripto en el programa presentado ante la justicia electoral con el advenimiento de la etapa democrática en 1983, colocado por el Partido Obrero, fue objeto incluso de intentos de proscripciones por parte del Estado por aquellos años. En el caso de Salta quisieron negarnos la personería justamente porque nuestro programa contenía esta demanda. Para las primeras elecciones con la recuperación de la democracia, las únicas listas que llevaron candidatas mujeres en sus fórmulas presidenciales, en todos los casos en segundo orden, fueron las del PO, con Gregorio Flores, obrero destacado de la lucha de Sitrac Sitram y Catalina Guagnini, madre de dos hijos desaparecidos por la dictadura y fundadora de Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, a la cabeza, y la del MAS y la del FIP.
En la etapa post dictadura las demandas de las mujeres tomaron vuelo en la medida de que ellas siempre expresaron una aspiración a la liberación que el Estado capitalista no buscaba promover. Las y los representantes del régimen se ocuparon de que las demandas vehiculizadas fueran aquellas detrás de las cuales había también intereses de clase muy fuertes como lo fueron el divorcio (esta cuestión ponía en juego también fuertes cuestiones relativas a la herencia y división de bienes) y la patria potestad compartida. El derecho al aborto no fue incluido entre las demandas de los ’90, ya que todas las corrientes presentes en el Congreso eran tributarias de la iglesia católica, su poderío y sus preceptos, incluso luego del horroroso protagonismo que la misma tuvo en la dictadura militar bendiciendo la tortura, las violaciones y los vuelos de la muerte. Frente a la reforma constitucional del ’94 se abrió un debate respecto al Pacto de San José de Costa Rica sobre DDHH que encubría un principio jurídico controvertido afirmando que defendía la vida desde la concepción, algo utilizado por los juristas reaccionarios para plantear la inviabilidad jurídica del aborto legal. En tiempos del tratamiento del tema en el 2018 este argumento y la reforma del Código Civil bajo el kirchnerismo, que plantea lo mismo, fueron traídos al debate para frenar el impulso de la ley.
En contraste con lo que ocurría en el parlamento en los ’80, en las calles estaban Dora Coledesky, Alicia Schejter, Martha Rosemberg, Olga Cristiano y Pastora Campos, entre otras que sostuvieron esta lucha contra todos los gobiernos que resistieron esta demanda. Que entre las pioneras se hayan destacado mujeres de izquierda, no es casualidad.
La experiencia previa a la conformación de esta agrupación de mujeres impulsada por el Partido Obrero tuvo como tópico el impulso al armado de comisiones de mujeres y familiares en el marco de los importantes conflictos obreros de TDO (Transportes del Oeste) y en la lucha de los obreros gráficos de la Editorial Atlántida. Compañeras como Virginia Villanueva, María del Carmen Martínez (recientemente fallecida) y Nora Biaggio fueron claves en el abordaje de los debates del momento, de la puesta en pie del PdT y en la integración de las demandas de las mujeres y las diversidades a la vida cotidiana de nuestro partido. Desde mucho antes de la creación del PdT estas compañeras levantaron alto las demandas de las mujeres trabajadoras y de la lucha contra la discriminación levantando planteos de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y ante del FHA.
Debates en torno al cupo femenino en los ’90 (30%) en el que problematizamos desde el PO cuál era el uso que le daba un régimen que avanzaba en la polifuncionalidad laboral y en la flexibilización de la vida cotidiana de la clase trabajadora (lo que redundó en una mayor explotación de la mujer en su rol maternal y de sostenedora de la reproducción de la fuerza de trabajo), fueron criticados en el momento y con posterioridad sin poder sacar las conclusiones de que las demandas policlasistas muchas veces son usadas para embellecer y encubrir la deriva que hoy tenemos sobre nuestros hombros de total precariedad y empobrecimiento de las mujeres. Por un lado una gran demagogia con las mujeres y por el otro, palo y pobreza. Este fue, en parte, el sustrato que abrió paso a la llamada ultraderecha que llegó al poder agrietando a la sociedad en este aspecto.
Tenemos cupo político (el debate de referencia se reeditó en 2017 ante la Ley de Paridad de Género) y esas mujeres mayormente lo usaron para empeorar la vida de las trabajadoras en lo que respecta a sus condiciones materiales, lo que las volvió más vulnerables para enfrentar los embates de un régimen discriminador. La mirada de un feminismo liberal que busca no incluir las cuestiones de clase en las demandas del sector, solo muestra que las problemáticas de las mujeres pueden ser encaradas de forma progresiva o de manera utilitaria buscando con ellas ocultar otros problemas muy reaccionarios: ¿un gobierno que introduce a las mujeres en la indigencia, o sea, en el atraso material y social más extremo, puede ser catalogado como un gobierno defensor de las mujeres? No. Que la vida de la mayoría de las mujeres esté invisibilizada por cuestiones de clase, racismo, xenofobia y obviamente la misoginia reinantes, justamente muestra la condición de fondo de este régimen social explotador y reaccionario y la justeza de la problematización de cuestiones que algunas piensan que deben ser tomadas sin cuestionamientos.
En los años post dictadura, la cuestión de la mujer era tomada mayormente por corrientes radicales que representaban un feminismo liberal, capitalista, y por la izquierda, con abordajes diversos y debates de todo tipo, al interior del trotskismo y para con las corrientes estalinistas como el PCR, que claudicaron fuertemente a estas demandas y cuyos lazos con la Iglesia las colocaron durante años en el terreno del boicot sinuoso de la demanda del aborto legal y del respeto a las diversidades sexuales. Tanto desde la dirección del propio Encuentro Nacional de Mujeres y por mujeres peronistas por fuera de la estructura partidaria, ya que esta unía fuertemente la cuestión de la mujer a la defensa de un rol materno tradicional apoyado por la iglesia católica.
El gobierno de Menem creó en 1992 el Consejo Nacional de las Mujeres. Dicho Consejo estuvo a cargo de peronistas católicas (“Pimpi” Colombo del espacio de Guillermo Moreno y Lidia Mondelo, exintegrante de la acción católica) hasta bien entrado el gobierno de Cristina Kirchner. También fue el gobierno de Menem el que creó el “Día del No Nato” para consolidar su posición contraria a la demanda por el aborto legal.
El PdT se destacó también en el trabajo de análisis y denuncia de la trata de personas. Desde abril de 2007 hasta el 2012 sostuvimos actividades callejeras en el Congreso todos los meses de denuncia a la Ley de Trata que había sido impulsada por Vilma Ibarra como senadora de Cristina Kirchner y que tal como había sido aprobada protegía la trata de personas mayores y establecía penas irrisorias para el delito. Esto cambió cuando en 2012 estalló la indignación social con la absolución de imputados en el caso Marita Verón.
El trabajo realizado por el PdT, conjuntamente con el Polo Obrero, sobre las mujeres más marginalizadas y precarizadas fue clave. Desde la dirección del Polo Obrero se impulsó el trabajo específico de formación de talleres de Educación Sexual con la colaboración de docentes universitarios que pusieron sus conocimientos al servicio de esta tarea. Bajo esta concepción realizamos, desde el estallido del 2015 hasta hoy, charlas, reuniones, asambleas de elaboración del programa y un gran trabajo de organización que permitió, con la resistencia de no pocos sectores que planteaban que el tema del aborto no era debatible en las barriadas, ampliar mucho los horizontes de esas mujeres y de muchos compañeros que solo así accedieron a un pensamiento diferente sobre el rol del hombre y la mujer y sobre el régimen social.
Hoy, que el Polo está en la mira del ataque del régimen, este aporte fue fundamental para la consolidación política de una organización que sigue dando pelea en todo el país. También la elaboración de un programa específico de las mujeres trabajadoras, algo muy resistido incluso por corrientes de izquierda en el periodo de la lucha por el aborto legal más recientemente, han marcado la acción del Plenario de Trabajadoras, con el reclamo de licencias especiales para las mujeres cuidadoras por excelencia de las y los integrantes de las familias, jardines maternoparentales, protocolos de violencia en el ámbito laboral o la facilitación del acceso a la formación para poder acceder a puestos mejor pagos.
Por su parte, esta organización ha sido fundamental en la lucha contra la impunidad del Estado, los femicidios y en la pelea por acompañar a las mujeres contra el ASI y otros flagelos de la sociedad capitalista.
Esta pelea permitió que cientos de mujeres se acercaran a la construcción de un partido revolucionario a partir de esta intervención y nos plantea enormes desafíos en esta etapa de avance de la derecha más rancia, enemiga constitutiva de cualquier aspiración emancipadora de y para las mujeres y para la clase trabajadora en su conjunto.
Las luchas pasadas deben servirnos para ajustar nuestro programa y organizarnos para enfrentar con efectividad a Milei, el títere más efectivo de estos tiempos de los intereses capitalistas. Se trata de una lucha a fondo contra los verdaderos dueños del poder, empresarios e intereses imperialistas y contra sus expresiones políticas, que son el vehículo de un plan siniestro contra las mujeres, las diversidades, los y las jubiladas y todos los trabajadores.
¡Adelante las mujeres revolucionarias!