Políticas

27/10/2022|1656

EDITORIAL

180 votos para el Presupuesto de Georgieva

Fuera los políticos capitalistas

Cámara de Diputados

Amplia mayoría de Diputados para el Presupuesto 2023, cuya redacción fue inspirada en Washington, con el FMI, aunque haya llevado 20 horas de tironeos menores. Los 180 votos a favor fueron de todas las alas del peronismo, de los radicales, del bloque federal lavagnista y partidos provinciales. Camporistas y centroizquierdistas del Frente de Todos no le hicieron asco al ajuste que pretende llevar el déficit primario al 1,9% del PBI y honrar integralmente la montaña de vencimientos de la deuda aunque cueste sudor y lágrimas.

En este cuadro, Juntos por el Cambio se partió en tres literalmente, entre el voto a favor mayormente radical, la abstención de la mayoría del PRO y un número del mismo palo y la Coalición Cívica que votó en contra. Al igual que Milei y compañía que después del voto en contra en general se fueron de la sesión, como buenos ñoquis de la “casta política”. Con mayorías variadas se aprobaron artículos como el escandaloso blanqueo o la financiación en 96 cuotas de las deudas de Edenor y Edesur, cuyas ganancias financiamos los argentinos con tarifazos y subsidios. Los tarifazos están implícitos en el ajustazo del Presupuesto.

Nuestro voto en contra por razones antagónicas a la derecha fue explicitado en una pieza parlamentaria revolucionaria por Romina Del Plá, quien caracterizó que el “primero, los últimos” de Alberto Fernández, Cristina y Massa pasaría a la galería histórica junto al “pobreza cero” de Macri o al “salariazo y la revolución productiva” de Menem. Ante todo, cruzando a Máximo Kirchner que en la Plaza de Mayo vociferó que el problema de la deuda no está resuelto por los vencimientos impagables de los próximos años. Romina denunció que sus ministros, primero Guzmán y ahora Massa, con el canje de deuda y el pacto con el FMI, nos llevan por el camino de otro default “más tarde o más temprano”. Pero por el camino del calvario de un ajuste brutal a fuerza de inflación calculada a la mitad, en un 60%, en el Presupuesto en el que simultáneamente la recaudación se calcula en un 80% de incremento.

Al mismo tiempo, nuestra diputada denunció, como lo hizo en el debate previo, que un agujero negro de 12 billones de pesos se financiaría según el presupuesto con “un bono genérico del cual no se sabe si es en pesos o dólares, cuál sería su tasa, ni a qué plazo ni a quién se lo colocarían”. Un pequeño detalle que bien mirado nos puede colocar en la ruta de una hiperinflación si debe ser sustentado con simple emisión monetaria. El incierto bono es para dibujar el cumplimiento de la restricción monetaria del Fondo, pero a su turno puede ser explosivo. Particularmente si tenemos en cuenta la descomunal deuda cuasifiscal del Banco Central en 9 billones de letras y pases, a tasas astronómicas, un pasivo que está en la base de la desvalorización del peso y que es un factor de presión mayúsculo hacia la devaluación para licuar una deuda inabordable.

Una posición socialista en todos los debates

Nuestra intervención abarcó toda la discusión previa ante ministros y secretarios y se metió en todos los debates, sintetizados en la intervención en la sesión. Por eso pudimos volver sobre la vergonzosa exposición de Raverta, la verduga de la Anses y los jubilados, que afirmó que un jubilado, según los cálculos de la Anses, puede vivir con 29.000 pesos, cuando la Defensoría de la Tercera Edad ubicó en 151.000 pesos esa línea para una subsistencia digna básica. La realidad de este Presupuesto y de la política en marcha fue marcada por la Oficina de Presupuesto del Congreso: hay una reducción del 4,3% del PBI por año del gasto primario aplicado a gastos previsionales, sociales, educativos y de vivienda, básicamente. Como era de prever, no tocaron una coma de los “gastos tributarios” por 3,7 billones de pesos, presentados en capítulo aparte para el debate y de los cuales más del 60% son subsidios al capital, algo también convenientemente denunciado por Del Plá.

El debate sobre el recortado presupuesto en educación también nos tuvo como protagonistas. Yasky se quedó conforme con la inclusión de un “piso” del 1,33% del PBI, abstracto índice que no anula los recortes en becas Progresar, en Conectar Igualdad, la falencia en construcción de escuelas o la miseria en el refuerzo de salarios docentes. Pero, además, como señaló Romina, no aclararon ni quisieron aclarar por escrito de qué partidas reasignarían para financiar el piso, al menos para excluir de ellas al gasto social.

Somos atacados por los K porque le votamos en contra el artículo de Ganancias sobre el Poder Judicial. Es que la trampa del demagógico artículo -metido de última y con destino de inconstitucionalidad- es que metió en la misma bolsa que cortesanos y jueces que ganan fortunas, a los empleados judiciales. Propusimos una redacción que eximiera a los empleados judiciales hasta jefes de despacho y la rechazaron, es que el kirchnerismo defiende el impuesto al salario desde siempre, mientras les cobran una regalía del 3% a las mineras, sostienen el IVA o aumentan ingresos brutos en las provincias. Con el mismo criterio de progresividad impositiva que votamos en contra de gravar a las compañeras y compañeros judiciales, votamos a favor de eximir de Ganancias los viáticos de los camioneros, artículo que salió aprobado por apenas 129 votos, contando los cuatro del Frente de Izquierda.

En el camino les quedó la habilitación de aumentar las retenciones a las exportaciones por parte del Poder Ejecutivo, una delegación de facultades impositivas mamarrachesca que no tiene otro objeto que garantizar los pagos a la banca y al FMI, como ocurriera con la famosa “125” de Lousteau. Ni siquiera lo pusieron a discusión.

Digamos por fin que la inflación como arma del ajuste la vienen aplicando todos, Dujovne, Prat Gay, Boudou, Kicillof, Guzmán, todos los ministros que pasaron en más de una década. La llamada “cláusula gatillo” que incluyeron, obligando a que en setiembre próximo sea el Parlamento mismo el que debata la marcha del ajuste, es un control del FMI que tiene a este Parlamento cipayo para garantizarlo. Así lo denunciamos.

Fragmentación política generalizada

Al principio de la nota dimos cuenta de la división en tres de Juntos por el Cambio en el debate de “la ley de leyes”, como suele llamarse al Presupuesto. Es un botón de muestra, significativo por cierto, de la tendencia a la fragmentación de los ganadores de las elecciones de octubre pasado. Y el motivo no es que sus oponentes peronistas estén en ascenso, todo lo contrario. Se explica por la magnitud de la debacle capitalista del país y la naturaleza de las tareas de una reorganización capitalista que pudieran quedar en cabeza de un eventual ganador de las próximas elecciones. Esas tareas las ha definido el FMI, la única guía de todos los políticos capitalistas sin excepción en la Argentina de hoy, y por mucho tiempo. Reforma previsional, más reforma laboral, devaluación, tarifazos monumentales, impuestazos, ajustazo fiscal, nuevas privatizaciones, represión a las luchas populares. Un sector de ellos cuentan a Massa y los gobernadores como parte de una nueva reformulación de fuerzas para llevarlo adelante, otros se parecen cada vez más a Milei, que es una fuerte ruptura de ese espacio. Cómo llevar adelante semejante tarea que preanuncia fuertes choques sociales divide fuerzas, desde ya a quienes estuvieron en el gobierno y terminaron en la conocida bancarrota del macrismo.

Pero el peronismo no está más unido. Al contrario. Lo vimos en los tres actos del 17 de octubre, con un presidente y un superministro de Economía que no fueron parte de ninguno. Lo vemos en la huida en masa del gabinete hacia “los territorios”. No solo del gabinete nacional. Por la reunión de Kicillof y Máximo Kirchner con Insaurralde y otros intendentes, vimos que el jefe de Gabinete bonaerense también volvería a Lomas a defender la cuota de poder local si fuera necesario con corte de boletas, como siempre. Para completarla, Máximo declaró que su madre no debería ser candidata presidencial, el Presidente tampoco y que Massa no quiere. O sea, el gran bonetón, que sería tal vez Wado de Pedro, el pollo de Barrionuevo que hace buena letra ante el establishment para candidatearse aunque no lo conozca nadie. La CGT de los “gordos” con su movimiento para morder candidaturas, el Evita pintándose la cara para una interna y Manzur que volverá a Tucumán para ser vice, ni siquiera gobernador, completan el cuadro.

Por este motivo, aunque esté al borde de la muerte, la iniciativa de suspender las Paso tratará de ser resucitada, como maniobra última. Pero ya hemos visto al peronismo fracturarse con Paso y todo cuando Cristina fue por afuera del PJ con Unidad Ciudadana. El punto es que la tendencia a la fragmentación política está inscripta en el centro de la situación política y la operación Massa no parece tener la nafta para evitarla, más bien al revés, puede potenciarla con una crisis severa antes de cualquier elección.

Desde ese lugar nos proponemos llenar la Plaza de Mayo el 29 de octubre -y todas las plazas del país- por un nuevo movimiento popular con banderas socialistas. En una Plaza de lucha: la lucha política y las de las calles y fábricas. Impulsando un tipo de izquierda con la fibra para liderar una polarización política por izquierda a partir de la intervención combativa de los trabajadores, como organizadora de todas las luchas de ocupados y desocupados, contra la represión, contra la depredación ambiental, contra el gatillo fácil. Una izquierda en sintonía con las rebeliones populares de América Latina, para que gobiernen los trabajadores. Por eso sonará fuerte la consigna “Fuera los políticos capitalistas”.

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