Políticas

7/12/2021

20 años después: nos gobiernan los mismos que en 2001

¿Dónde estaban los representantes actuales del régimen político en aquel entonces?

En dos semanas se cumplirá un nuevo aniversario del Argentinazo. Durante las jornadas de la histórica rebelión popular que coronó una década de piquetes, movilizaciones, huelgas y luchas obreras en todo el país, hubo algunos cánticos que pasaron a páginas destacadas de la historia argentina. Probablemente el más recordado sea “que se vayan todos / que no quede ni uno solo”, un grito de guerra de las masivas movilizaciones que poco a poco comenzaban a colmar la Plaza de Mayo y los centros políticos de todo el país, reclamando el punto final a un régimen de hambre y de saqueo comandado por el FMI que meses antes de las elecciones de 1999 había reunido a representantes de las listas que encabezaban De la Rúa, Cavallo y Duhalde para delinear el plan económico de ajuste que ejecutaría quien resulte ganador. Tras las listas de estos últimos se pueden encontrar varios nombres que integran hoy día los gobiernos del oficialismo, de la oposición derechista y todo el atril de los partidos de la burguesía. A veinte años del “que se vayan todos” nos gobiernan los herederos de la convertibilidad y el corralito.

El reciclaje de los artífices de tamaño plan de guerra contra los trabajadores se da en todos los bloques del régimen, a ambos lados de la “grieta”. Basta con comenzar señalando que Cristina, en las antípodas de su discursiva contra la década “infame” de los ’90, fue diputada provincial, luego nacional y senadora a partir del 2001 por Santa Cruz en la lista del PJ que gobernó con el menemismo. Hablamos de los años en que tanto ella como Néstor Kirchner impulsaban y hacían lobby para votar la privatización y cesión a capitales extranjeros de YPF, recibían entre elogios al propio Menem en Santa Cruz y hasta hacían una defensa abierta del presidente y su gobierno ante la convención constituyente de 1994. Hablamos de los años en que los Kirchner eran fieles (e incondicionales) defensores de la agenda de privatizaciones y la convertibilidad que la burguesía apoyó en los años del menemismo.

Otro tanto ocurría con Alberto Fernández, funcionario de confianza de Cavallo bajo el menemato, y que asumiría en el año 2000 como legislador porteño en la lista del liberal. Luego, se pasó a las filas del duhaldismo, donde fue el hombre clave para terminar tejiendo el lazo entre el “zabeca” y los Kirchner, que los llevaría a formar parte del gobierno asesino de piqueteros que asumió tras la frenética sucesión de presidentes en solo once días, a la salida del gobierno de De la Rúa. Así, el tándem de los “Fernández”, que encabeza hoy el gobierno nacional, quedó parado ya en la misma vereda a partir del 2002. Formaron parte del cambio de frente que lideró el PJ, atendiendo a las presiones de la burguesía por una salida devaluatoria que liquide el poder adquisitivo de los salarios y licue la deuda; la misma orientación que De la Rúa evitó seguir poniéndolo ya en la mira del FMI, el imperialismo e incluso la burguesía nacional antes de que la irrupción de masas lo echara del gobierno. Este “puente” del que ofició entre los Kirchner y Duhalde fue lo que le sirvió luego a Alberto Fernández para ser nada más ni nada menos que el Jefe de Gabinete del gobierno de Néstor.

Algunos otros cabecillas del gobierno integraban ya de primera mano las filas del duhaldismo, como Daniel Scioli, que reafirmó en 2001 su diputación por el PJ conquistada bajo el gobierno de Menem. O es el caso también de devenidos funcionarios kirchneristas de renombre bajo los gobiernos de Néstor y Cristina, algunos incluso bajo el gobierno ahora de Alberto Fernández, que integraron el Frepaso y por tanto el gobierno de La Alianza, tales como Martín Sabbatella, Daniel Filmus, Miguel Ángel Pesce, Aníbal Ibarra o Nilda Garré. Allí supieron integrar la misma coalición, nada más ni nada menos, que importantes figuras de Juntos por el Cambio y la derecha, como el entonces ministro de Economía aliancista sucesor de Machinea y predecesor de Cavallo, López Murphy, o la ministra de Trabajo sucesora de Flamarique y predecesora de Dumón, Patricia Bullrich.

Aquí también confluyen otros nombres de importancia dentro de Juntos, como Horacio Rodríguez Larreta, que supo ser presidente del Instituto de Previsión Social (IPS) bonaerense y luego Director General Impositivo de la Nación bajo el gobierno de De la Rúa. También es emblemático el caso de Oscar Aguad, el ministro de Defensa de Macri, que fue intendente interino de la capital correntina y luego interventor federal en el marco de la intervención del gobierno de De la Rúa (iniciada a base de masacrar piqueteros en el puente Chaco – Corrientes) sobre una provincia cruzada por el hambre, la crisis social y política. En 2009 fue denunciado por ser uno de los responsables de tomar una deuda millonaria de manera inconstitucional durante su etapa de intendente provisorio.

La tropa cambiemita revela a su turno este mismo reciclaje que comenzó ni bien cae el gobierno de De la Rúa. Es por ejemplo el caso también de Prat Gay, cuyo ascenso como vicedirector del Banco Central de la mano de Cavallo fue frustrado, pero pudo consolidarse como su director bajo el gobierno de Duhalde en 2002 y por recomendación del FMI. Allí encubrió un vaciamiento sistemático de las reservas y la fuga de capitales, resultando incluso denunciado penalmente por ello junto a Mario Blejer, asesor económico de Scioli en la campaña presidencial del 2015. Vale destacar también que el gobierno de Néstor Kirchner lo mantuvo en el cargo hasta el 2004. Y volvió como primer ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de Mauricio Macri.

Pero la lista sigue por ahí entre los Florencio Randazzo, diputado menemista, posteriormente duhaldista y luego ministro de CFK, o incluso los Milei, que fue asesor del genocida Bussi en pleno menemato resultando frustrada su reelección hacia los años de la quiebra nacional y el Argentinazo tras ser impugnado por su participación en la dictadura militar. Todo el régimen político, de punta a punta, se mantuvo en los años del 2001 en la vereda del ajuste contra los trabajadores, del corralito, del salvataje a los bancos y de la brutal represión estatal del 19 y el 20 de diciembre.

En esencia, el pueblo dijo “que se vayan todos” porque a De la Rúa, Cavallo y Duhalde los unía el compromiso con los mandamientos del FMI sobre la economía nacional. Pero hoy nos siguen gobernando sus herederos, en tiempos en que el mismo lazo conductor del 2001 se revela a las claras. Desde el Partido Obrero y el Frente de Izquierda – Unidad decimos que hoy rige la misma disyuntiva, porque existen dos campos políticos en la Argentina: los que quieren pagar la deuda externa con el hambre popular, con la liquidación de las condiciones de vida de los trabajadores, con más miseria y valiéndose de la represión y la brutalidad policial para ejecutar la agenda del Fondo, y los que, por contrapartida, rechazamos cualquier tipo de acuerdo para pagar la deuda.

A 20 años de la enorme rebelión popular de diciembre del 2001, las aguas se siguen dividiendo por el mismo caudal. Es hora de que se vayan todos de una buena vez y para siempre. Tenemos que gobernar los trabajadores.