Políticas

7/4/2022

Telecomunicaciones

5G, crisis mundial y guerra comercial

Las nuevas tecnologías al calor de la carrera entre Estados Unidos y la china Huawei.

agrupación Naranja Telefónica

La ganancia capitalista es un horizonte demasiado estrecho.

La intención de Estados Unidos de impedir que las compañías de telecomunicaciones de Europa, Asia y América Latina adopten el 5G de la china Huawei ha demostrado enormes límites. La presión de las multinacionales para acelerar el despliegue al menor costo posible, junto al lobby chino condensado en su Nueva Ruta de la Seda, están inclinando la balanza en sentido contrario a las pretensiones del imperialismo yanqui.

El golpe final al bloqueo del expresidente Donald Trump, iniciado en 2018, se dio hace más de un año cuando las autoridades de certificación internacionales, y los estándares de encriptación y ciberseguridad europeos (3GPP y GSMA) certificaron el 5G de Huawei en tanto “antena base” como segura (Crónica México, 11/3/2021). Por su parte la Nesas (laboratorio de pruebas de esquemas de seguridad de Red Europeo) confirmó la seguridad y robustez en 5G RAN gNodeB y LTE eNodeB de Huawei. Ninguna de las alternativas a la quinta generación china tiene aún este certificado de seguridad indispensable para las agencias de inteligencia de los países miembros (espionaje legal) y el despliegue abierto en el territorio.

La desautorización a las advertencias norteamericanas no vino del enemigo sino del bando propio, como producto de choques entre capitalistas por los mercados, exacerbados por la crisis mundial.

Argentina, un tiro al blanco

Para las telcos en Argentina las presiones no vienen solo de China. Telecom/Personal, por ejemplo, instala y prueba equipos Huawei, y sus directivos se mostraron juntos varias veces sin que nadie lanzara polémica alguna. La alianza comercial se intensificó desde la fusión Telecom/Cablevisión bajo el macrismo. En definitiva, los equipos de Huawei son más “baratos” y vienen “llave en mano” (listos para operar), en cambio las de otras empresas son más caros y restan camino por mejorar.

Al mismo tiempo, según registros oficiales los ciberataques en Argentina aumentaron un 700% entre 2016 y 2017 (Infobae, 2/11/2018), al igual que en México y Brasil (Bae Negocios, 21/4/2019). Casualmente la mayoría provenía de Estados Unidos y los países más afectados fueron los más reticentes a suspender o prohibir equipamiento 5G. Hoy mismo Argentina se encuentra en quinto lugar entre los más atacados en toda América Latina y el Caribe, principalmente durante la pandemia.

La gira de Alberto Fernández por Rusia y China, apenas anunciado el acuerdo con el Fondo, muestran cuán profundas son las contradicciones, porque si por un lado ponen a toda la política económica bajo la tutela del FMI con sede en Washington, a su vez depende de las exportaciones agrarias al gigante asiático para recaudar los dólares necesarios y cumplir con el repago de la deuda. Esta orientación de entrega y saqueo deja a nuestro país como un tablero en disputa en la guerra comercial entre potencias.

Las tarifas vuelan, las antenas también

Desde la implementación de la fibra óptica como medio de comunicación mundial tendremos claro que difícilmente “un cable de luz” sea superado. Se calcula que el consumo total de comunicaciones de toda la Argentina supera los 2 terabytes/segundo. En la localidad costera de Las Toninas cuatro cables submarinos de fibra soportan 1.6 terabytes por segundo cada una para sostener esa demanda, conectando al país con el mundo (Infobae, 13/10/2014).

La novedad del 5G es que podríamos extender las capacidades del internet de las cosas a los dispositivos móviles, inalámbricos. Pero la inversión es enorme, en dólares y para un segmento reducido. Más allá de eso nadie pagaría (masivamente hablando) un plan elevadamente caro solo para bajar en un segundo lo que antes tardaba diez (Telesemana, 20/10/2021). Los autos autónomos basados en hardware y software de Google ya son una realidad en lugares como Arizona y no necesitan del 5G para funcionar y ser confiables, aunque las carreteras y la señalización deben ser aptas. En China los equipos 5G son desconectados en la noche por su elevado consumo eléctrico, y las pruebas como unidad de negocios se reducen a nichos que no justifican la inversión en la vía pública.

Es por ello que las bandas más apreciadas del espectro radioeléctrico para un 5G son los 700 MHz, las cuales no requieren de instalar más antenas como sí en las frecuencias más altas (Iprofesional, 15/2/2022). Por otro lado, la reducción de costos en los lanzamientos espaciales y la constelación de satélites interconectados Starlink (de Elon Musk) desde 2018 están levantando de mal humor a las telcos del mundo. Este competidor no esperado provee de internet a velocidades parecidas al 4G más veloz, y la intención es poner doce mil satélites en órbita, para tener 40.000 en 2035 girando alrededor del mundo como antenas apuntando directamente al teléfono. Actualmente tienen 1.700 de estas radio-bases girando, logrando la primer “capa” de conexión global.

En Argentina se agrega el problema de que las inversiones se sostuvieron tomando deudas en dólares frente a abonos en pesos, lo que presiona al aumento de tarifas incluso muy por encima de la inflación anual. En diciembre 2021 Enacom enumeró las bandas a licitar y ninguna baja de 1Ghz, pero dos de las seis bandas reservadas coinciden con las usadas por Starlink (Infobae, 23/1/2021). En lo inmediato, para el 5G solo se espera un plan de migración de frecuencias -ya que están ocupadas por la TDT o el 4G-, pero eso también requiere de inversión y tiempo. Hasta el momento las bondades del 5G en nuestro país son el “Caruso Lombardi” de las telecomunicaciones, es decir puro humo.

La guerra

Como advertíamos en un artículo de 2020: “No debiera extrañarnos que para el capital sea más lucrativa hoy a los fines de la guerra, el espionaje y el sometimiento de países enteros, antes que el negocio del beneficio masivo”.

El 5G de China es una realidad verdaderamente masiva y sus usos están al servicio del espionaje y la represión de opositores políticos, religiosos e incluso étnicos, enfocada especialmente en desarticular organizaciones genuinas de la clase laboriosa, además de los enemigos extranjeros. Por sí misma no implica ninguna mejora en la calidad de vida de la población. En el mundo occidental las cosas no son tan diferentes; ya con el 4G en funcionamiento y certificadas por las mismas GSMA y la 3GPP, se vieron cuestionadas por infiltraciones por “solapamiento de bandas”, algo considerado de carácter crítico en materia de seguridad.

Mucha de esta tecnología de infiltración fue utilizada por la Policía Federal sobre los obreros gráficos de AGR-Clarín que defendían sus puestos de trabajo en 2017, de forma escandalosa y sin orden judicial alguna. En Brasil, Colombia, México o Venezuela fue moneda corriente el espionaje, y coincide en el tiempo con la mayor cantidad de asesinatos de políticos, activistas y periodistas en América. Lo mismo sucede en todos los continentes.

La guerra en Ucrania ha sacado a relucir que las disputas comerciales derivan oportunamente en conflictos bélicos propiamente dichos, y las telecomunicaciones forman parte de las armas actuales. Funcionarios estadounidenses manifestaron su alerta ante el acuerdo rubricado por Alberto Fernández con el gigante asiático para ingresar a la Ruta de la Seda porque incluye por ejemplo la construcción en Córdoba de una planta del sistema satelital Beidou, el GPS chino, que se suma a la base espacial en Neuquén que depende del Ejército Popular de China y podría ser utilizada con fines militares.

¿A dónde apuntar el router?

Los mayores avances y progresos técnicos que podrían ofrecer soluciones actualmente a problemas urgentes de la humanidad están cajoneados, esperando mercados cuya ganancia justifiquen la inversión. Ello choca con que los consumidores cada día tienen menos ingresos, aumenta la desigualdad, la desocupación y la miseria, en un marco de inflación mundial. El caso de las automotrices y las petroleras que ponen obstáculos a la conversión a la propulsión eléctrica es un caso testigo, y el 5G corre una suerte similar.

Si el beneficio del capital es un horizonte demasiado estrecho para el total despliegue del potencial de las telecomunicaciones, la guerra comercial muestra a su vez que las fuerzas productivas se han desarrollado a un punto en que entran en contradicción con los mezquinos límites de los Estados nación imperialistas que hoy se erigen como gendarmes de los intereses de sus respectivos pulpos de la comunicación.

Por otra parte, la clase obrera no puede dejar en manos del capital la seguridad de sus redes de comunicación y mucho menos suponer que la monopolización tanto privada como estatal es garantía para la inversión, el desarrollo y el respeto a la privacidad de las personas. En esta etapa terminal de la decadencia capitalista los derechos o libertades de los individuos y sus organizaciones solo pueden ser defendidas consecuentemente por los trabajadores. El control obrero es la única carta en ese sentido.

Si realmente queremos saltar al futuro, debemos luchar por la nacionalización integral de los medios estratégicos de la producción bajo control de sus trabajadores y consumidores, planificando la inversión (en contraposición a la huelga de inversiones de los capitalistas) a partir de la nacionalización de la banca y el comercio exterior para concentrar los recursos económicos en función de un plan de desarrollo. Ello, trasparentando las redes para garantizar la privacidad de las personas, el derecho a la libertad de expresión y a la presencia proporcional de todas las fuerzas políticas en todos los medios masivos de comunicación.