Políticas

5/2/2022

Gira internacional

Alberto y la “dependencia de Argentina con el Fondo y Estados Unidos”

Sobre las declaraciones del presidente desde Rusia.

Habiendo dejado el país en plena crisis de la coalición oficial tras anunciar el acuerdo con el FMI, Alberto Fernández ensayó en su gira internacional una pose antiimperialista. Declaró, tras reunirse con el mandatario ruso Vladimir Putin, que Argentina “tiene que dejar esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos”. Curioso, porque su viaje a Rusia y China está dominado por la desesperación de acumular divisas para cumplir con los pagos de deuda, después de haber vaciado las reservas internacionales del Banco Central. Este gobierno es incapaz de ofrecer un desarrollo autónomo al país.

Tal vez el ejemplo más palpable sea la incorporación a la delegación argentina del ministro Martín Guzmán, con la tarea de negociar una cesión de la cuota rusa de los DEG (Derechos Especiales de Giro) del propio FMI, una movida que exige autorización… del directorio del organismo -en que Estados Unidos tiene poder de veto. La tutela del Fondo Monetario no es solo económica sino un condicionamiento político y diplomático.

En la misma tónica, es decir también movido por el rojo de las tenencias líquidas del BCRA, el gobierno apuesta todo a sus tratativas con Xi Jinping para ampliar en 3.000 millones de dólares el swap con China, además de la posibilidad de disponer más libremente de ellos -no solo para saldar la balanza comercial con ese país. Es que se trata de una cuenta suscrita en yuanes cuya conversión a divisas tiene sus bemoles, además de que activa una tasa de interés del 7%. Este mecanismo explica nada menos que el 55% de las reservas internacionales de Argentina.

Lo que mueve estas gestiones no es el interés de capitalizar al país y contar con recursos para un desarrollo nacional independiente, sino simplemente ofrecer garantías de repago al FMI para allanar el tramo final del acuerdo, del cual resta aún definir la letra chica. Entre los pendientes se encuentra el cronograma de desembolsos que efectuará el organismo, y que estará atado a las revisiones trimestrales de la política económica y el cumplimiento de las metas de ajuste. En las últimas horas trascendió que el gobierno pide arrancar con fuertes giros parda recomponer las arcas del Banco Central, de manera de poder cumplir con los vencimientos de deuda y disipar la persistente corrida al dólar.

Lo dicho refuta cualquier intención independentista por parte del Frente de Todos. Más bien refuerza la subordinación del país al capital financiero y el imperialismo yanqui, que tutelará la economía nacional a fuerza de chantajes permanentes con dejarla caer en default. A la par se encuentran en constante súplica a otros organismos multilaterales como el BID y el Banco Mundial por nuevos créditos, que además de seguir endeudando en dólares al país implicarán mayores condiciones políticas dictadas por el imperialismo. La dependencia, como vemos, se incrementa.

El hecho de que la búsqueda de financiamiento e inversiones para cumplir con el Fondo Monetario lleve a Alberto Fernández a Rusia en plena tensión con la OTAN en torno a Ucrania y a China cuando el gobierno de Joe Biden lanza un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín es sin duda una paradoja.

Cualquiera sea la caracterización sobre el régimen chino y ruso, lo que no se puede desmentir es el proceso de restauración capitalista en marcha y la integración creciente de ambas naciones al mercado y sistema capitalista mundial. No constituyen un polo alternativo al imperialismo. No olvidemos que China y Rusia subordinaron una negociación con Argentina al arreglo previo con el FMI, del que los dos países forman parte.  Las propias inversiones chinas, como la construcción de las represas hidroeléctricas de Santa Cruz, fueron paralizadas a la espera de un acuerdo con el Fondo.

Por lo demás, los proyectos de inversiones en danza como plantas de celulares, automóviles eléctricos o baterías de litio suelen concretarse como meras armadurías de una mayoría de componentes importados -algo que alertó la propia delegación argentina, ya que agravaría el déficit de la balanza comercial entre ambos países

En este cuadro, lejos de una inserción autónoma de Argentina en el mercado mundial, el gobierno expone al país a naufragar en las agitadas aguas de la guerra comercial, como revelan las suspicacias que despiertan en la Casa Blanca el despliegue de la tecnología china 5G en telecomunicaciones, el copamiento de los proyectos de extracción de litio por mineras chinas, la disputa por la concesión de la Hidrovía, e incluso el comercio de vacunas contra el Covid-19. En conclusión, el programa fondomonetarista agudizará el saqueo colonial.

La incursión económica china y rusa en los países de la periferia capitalista reproduce los métodos de saqueo  coloniales propios las potencias imperialistas tradicionales, e incluso en muchos casos pueden revestir un carácter más leonino. Que ello se desenvuelva en el marco de una disputa y tensiones con otras  potencias capitalistas, en especial Estados Unidos, no desmiente este hecho. Las peleas por el botín son un rasgo inherente en las relaciones capitalistas.

Un desarrollo soberano e independiente no puede estar basado en un alineamiento con China o Rusia. A estos Estados no les temblaría el pulso, si hiciera falta, para utilizar las posiciones conquistadas en algún lugar de planeta como moneda de cambio en los conflictos internacionales en los cuales sus intereses están afectados. Habría que agregar, por último, que no solo Rusia sino los propios gigantes asiáticos todavía ocupan un lugar subordinado en el mercado mundial capitalista. El yuan dista de ser una divisa de circulación internacional, como pretende desde hace tiempo el Partido Comunista chino.

Es legítimo explotar las contradicciones entre las potencias. Un gobierno de trabajadores se valdrá de ese recurso, pero al servicio de romper la dependencia, ataduras y opresión imperialista, mientras que la política de todos los gobiernos de turno -incluida esta nueva experiencia nacional y popular- apunta a perpetuarla. La lucha por un desarrollo independiente tiene como condición primera enfrentar el pacto de entrega con el FMI.